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La trama inflama

por Gonzalo Vázquez
19 de febrero de 2022
GONZALO VAZQUEZ
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La trama de Ayuso funcionó. Tenía la excusa de la moción de censura de Murcia para convocar elecciones. Creó una identidad madrileña y una marca personal y recogió el hartazgo pandémico para escarmentar a Sánchez e Iglesias. Fue audaz y ganó. Trascendió al partido y pidió liderar también la organización en Madrid. En el PP nacional, en lugar de verlo como una oportunidad, lo sintieron como una amenaza. Teodoro, consciente de la debilidad de Casado, culminó el DAFO ofreciendo una trama paralela para fortalecer a su jefe. “Arreglé Murcia y esto también. Tranquilo. Tengo un contrato raro de Isabel con su hermano. Conseguiré sumisión sin que te salpique”. Y salió del despacho con actitud de capataz bachateando: “Yo era Teo, pero ahora creo.”

Empezó una guerra fría adolescente con “gosthing”, cobras y bloqueos de móvil que negaban en público. “Pero si es una chica de Casado, pero si él la ha ayudado, pero si es que Rodríguez la manipula …» decía el “argumentario del Génovapatriarcado” fuera de los micrófonos. Ayuso, delante de ellos, defendía su autonomía. ¿Dijiste media verdad?, dirán que mientes dos veces si dices la otra mitad.

Imitando la jugada de Ayuso, la trama de Casado pasa por Castilla y León. Lo que mal empieza, hay que acabarlo rápido. Pero aquí nadie percibe demanda social ni necesidad política y sí el movimiento de oportunismo personal. Casado pretendía “mañuequizarse” para demostrar que Ayuso podía ser cualquiera, pero solo consigue “casadizar” al candidato que no encontró el “flow y el momentum” de la madrileña ni los rivales que confirmaran la sobreactuación del “PP o caos”. Sus oponentes a la izquierda no parecían ni traidores ni exaltados y Vox llevaba más años de barbour y botos camperos. En la recta final, desinflado, Mañueco asumió un “aquí me la juego yo, no Casado” alejándose del presidente de su partido, pero también alejándole a él de unos resultados no esperados. Ya era tarde. En las acciones precipitadas se hace tarde muy pronto.

Casado se encastilla. Obligado a echarse en manos de Sánchez, de Abascal o de la ruleta de la repetición. Ayuso vuelve a tomar la iniciativa y dice que hay que pactar con Vox y adelantar el Congreso de Madrid. – ¿Pero esto no estaba arreglado, Teo? se oye en Génova. –Cuenta lo del contrato y que no me salpique.

El que sobreviva, si lo hace, lo hará con sospechas. Con la cabeza de Egea no bastará

Ayuso, que ve los órdagos antes que las cartas, vuelca la mesa de juego. Pablo cazado. ¿Qué hiciste, ayusadora? Como todos los materiales peligrosos, la trama puede inflamarse si se manipula mal. Ayuntamiento, Comunidad y Partido prenden. Almeida, chamuscado, despide a Carromero, conductor del anticomunismo. Los cargos populares se mesan los cabellos y exclaman: ¡no, otra vez no! como una madre que encuentra droga en el bolsillo de un hijo que creía rehabilitado. Todos saben que todos pierden, pero los seguidores de la presidenta dirán que el contrato era legal y que fue de urgencia y que todos lo hacen, pero que el espionaje es una canallada de celosos impopulares. Los del presidente dirán que fue inmoral, que meter a la familia en la política no es ejemplar y que los que la investigaron por iniciativa propia ya no están. Fuego amigo cruzado. Lo institucional frente a lo orgánico. Despachos frente a urnas. El que sobreviva, si lo hace, lo hará con sospechas. Con la cabeza de Egea no bastará. Partido (por la mitad) y Unidad (de quemados). Recibo mensajes de amigos de derechas que juran no volver a votar a este PP y de izquierdas que ahora saben por qué no les votan: “nos engañaron, no era libertad o socialismo, era omertá o socialismo”. Sánchez y Abascal abren un calendario y Feijóo un paracetamol.

Casado debería saber que hay tramas que no puedes copiar, ni delegar ni precipitar. Hay que pelearlas uno mismo cuando toquen. Sánchez lo aprendió con Susana Díaz. La determinación sin valentía y sin templanza es solo ansiedad. Esa lección no aprendida hace que Casado no guste a parte de la derecha como líder y sí a toda la izquierda como rival. Cuando baje la euforia del mal ajeno y el vértigo del bochorno, veremos que también es malo para el PSOE, que necesita una alternativa fiable y moderada. Malo para Vox que le saca de su “feliz antipolítica”, como a un becario soberbio que le dan responsabilidades en periodo de prueba. Malo para Europa que recibe señales de infantilismo en el momento de prestarnos dinero y malo para los que creemos que la política es mucho más que la lucha personal de unos “ninis” sin trayectoria, ni contrapesos, ni escrúpulos.

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