Vaya por delante que no soy un gran aficionado a las corridas de toros, pero me gustan. Y he asistido a bastantes, incluso en plazas que se consideran históricas en España. Y, por supuesto, en la de nuestra ciudad, cuya antigüedad va pareja a una historia muy relevante.
Pero he aquí que, de la noche a la mañana, este país nuestro, tan avanzado, tan listo, tan progresista, se empeña en hacer desaparecer una fiesta española ancestral, escudándose en la protección al toro. Y ahí están Cataluña y Baleares que han prohibido oficialmente las corridas.
En Segovia, para no quedarnos atrás de tanto modernismo y alegando también defensa de los derechos de los animales, creo recordar (y me pueden corregir) que la última corrida que figuró el día de San Pedro en el programa oficial de las fiestas, organizadas por el Ayuntamiento, fue en el del año 2011, con participación de Francisco Rivera Ordóñez “Paquirri”, Eugenio Mora y Miguel Abellán. A partir de ahí, la corrida “ya no es oficial” y allá el empresario que quiera organizarla por su cuenta.
Me surge este comentario a raíz de la “recuperación” de las corridas de toros que se viene efectuando en distintas localidades de nuestra provincia, de las que se ofrece una adecuada información en este periódico. Y es que, muchas veces, las tradiciones se conservan mejor en los pueblos.
Como en cuanto a tonterías nada hay escrito ni definitivo, he ahí ahora la polémica protagonizada por la alcaldesa de Gijón, tan feminista ella y tan defensora incluso de los nombres femeninos. Una idea “original” que ha provocado inmediata protesta de la Fundación del Toro de Lidia y de los miles de aficionados a las corridas que aún hay en España, a los que se les está privando, por raros caprichos políticos, de poder disfrutar de su espectáculo favorido. ¡Libertad de expresión, dicen que es esto!
Ya se ve que las personas empeñadas en esta “patriótica actuación” no tienen mucha idea de la historia centenaria de las corridas de toros, que han sido objeto siempre, a lo largo de centurias, del máximo respeto y protección, hasta el arribo de los “listos” a la política nacional.
Aunque comprendo que cualquier intento de hacerles ver la realidad es inútil, me permitiría recomendarles que se preocupasen un poco de aumentar su “vasta cultura” tratando de informarse adecuadamente sobre la historia de la tauromaquia. Para ello, ahí están los 30 volúmenes que componen la obra “Los toros. Tratado técnico e histórico”, de Francisco de Cossío, que en 1987 publicó Espasa-Calpe; o la Colección Tauromaquia, de 23 tomos, de la Fundación de Estudios Taurinos; o la colección La Tauromaquia, de Espasa-Calpe, con textos de Álvaro Domecq, Luis Nieto Manjón, Andrés Amorós, François Zumbiehl, Tomás Ramón Fernández y Alberto González Troyano. Y si los listos quieren ampliar cultura, pueden acudir a los famosos grabados de Goya y, asimismo, a las pinturas taurinas de Dalí, de Picasso, de Alberti, de Benlliure…También nos podemos quedar aquí, en el mismo Segovia, donde un artista más modesto y cercano, Lope Tablada Martín, rinde culto, desde hace años, a las corridas y capeas de nuestros pueblos llevando las imágenes a sus lienzos.
También, si los listos han estudiado u oído hablar de la Edad de Oro española, pueden echar mano a algunas obras de Lope de Vega o poesías de Francisco de Quevedo donde la fiesta de los toros está presente. O recordar una frase del hispanista y humanista alemán Ludwig Pfandl (1881-1942) que refiriéndose a la obra de Lope y el retrato en ella de la sociedad española de entonces, asegura que era obligada la presencia de las fiestas de toros porque había llegado a convertirse en “indispensable para el pueblo”. Y para más información, en la “España Sagrada”, del agustino P. Flórez (1747), se dice que en la Crónica Latina del Emperador don Alonso VII, se habla de la corrida de toros celebrada en León en 1144 por las bodas de la infanta Doña Urraca y don García, Rey de Navarra.
Claro que es posible que aquellos nombres de grandes pintores que recuerdo, y los de algunos literatos, no sean conocidos por los listos de turno, que miran el futuro pensando en que la educación de las nuevas generaciones debe fundamentarse en unos ideales políticos más que culturales. Y por ese camino van las directrices de tanta feminista lista que están demostrando una completa ignorancia hasta del propio idioma español, al que quieren modificar a su gusto, aparte de los que desean que desaparezca del todo.
Y ojo, que cerca de nosotros hay más de uno y una que van por ese camino, pensando en una “Segovia mejor” para el futuro. De pena.
