La escultora y ceramista segoviana Mónica Gómez Candela ha inaugurado recientemente en la Sala 5 del Palacio de Quintanar la exposición La tierra no se cansa jamás, que estará abierta al público hasta el 1 de junio.
Sus orígenes en relación a la cerámica vienen del legado familiar, el Taller Gómez Candela, y su formación plástica de la Facultad de Bellas Artes de Madrid, en pintura y escultura.
En su trayectoria artística la naturaleza tiene un lugar muy importante. Con su obra actual, modelada en gres, aporta una mirada de reconocimiento hacia su grandeza, por ser fuente de inspiración y conocimiento, por ser ejemplo de generosidad y cooperación a través de la compleja interdependencia entre sus ecosistemas. Es un diálogo e investigación con la tierra, como concepto y como materia donde queda implícita su preocupación ecológica.

En su exposición hay varias instalaciones, hay una especialmente emotiva realizada en homenaje a su padre que también se dedicó a la cerámica y donde pone de relevancia el legado que quiso dejar. En ella ha colaborado el calígrafo Goyo Malvorisco de manera exquisita.
Otra instalación que se sale de la norma está situada en el patio del Palacio y se titula “Gratitude stones”. Son esculturas de piedras a gran escala modeladas en gres que nos invitan literalmente a ser tocadas y sentidas con la intención de conectar de manera más profunda con nosotros mismos y con lo que vida nos brinda a través del tacto consciente, en defensa de los sentidos frente a la imposición de la inteligencia artificial que nos puede alienar y deshumanizar. Es una propuesta original e inclusiva ya que habitualmente no está permitido tocar las obras por su lógico riesgo y permite a personas con discapacidad visual que también las puedan disfrutar.
En sus piezas también deja patente la conexión entre la naturaleza y la fuerza creadora femenina ya que reúnen atributos comunes.
En definitiva, de un modo u otro su obra refleja un profundo sentimiento de compromiso hacia la Tierra como elemento inspirador, como útero o matriz llena de contenidos y de preguntas; es también una llamada a sensibilizarnos de manera real con ella, desde una visión ética y estética.
En la exposición la escultora expresa lo dicho con estas palabras:
«La Tierra me evoca un gran vientre femenino dando vida sin descanso; con ella quiero expresar su poder creativo, de expansión y regeneración.
El barro y el fuego me ayudan a fortalecer el vínculo con la tierra. La metamorfosis, la alquimia, forman parte de este proceso, que es también espiritual y la cerámica me permite plasmarlo con un mundo rico en formas y texturas. Con mi obra trato de expresar la belleza y el misterio que entraña, es mi manera de rendir tributo a la madre Tierra”.
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