Del calvario del ojo nació una nueva versión de Javier Cortés. No un nuevo torero, que ya lo había, sino un momento para paladear. Está el madrileño disfrutando de las mieles de la vida y del toreo y eso se nota con su presencia en el patio de cuadrillas. Llegó a El Espinar para dar cuenta de ese concepto que atesora, que no es otro que el de ‘un torerazo’. Cortó dos orejas, pero de haber tenido otra vara de medir el público en su primer toro y de haber redondeado la sobresaliente obra que firmó a su segundo, el rédito hubiera sido mayor. Al final no importan los trofeos y sí la sonrisa con la que Cortés camina en esta nueva vida. Una sonrisa que se reconforta a base de valor y naturales delante de la cara del toro.
Salió por la puerta grande junto a Andrés Roca Rey, el gran reclamo de la tarde, que se encuentra en un momento para reencontrarse consigo mismo. Muchas pases en sus faenas, que resultan un tanto difíciles de digerir para poner un equilibrio entre calidad y cantidad. El dominio y la capacidad del peruano son incontestables, pero -como les ha ocurrido a las figuras de época- está tratando de imprimir una vuelta de tuerca a su toreo. Abrió la terna Emilio de Justo, que con lo bien que acostumbra torear, volvió a acusar su falta de transmisión, fruto esta vez de la falta de acople.
Al baile de corrales del viernes, donde se cambiaron cuatro toros de Hermanos García Jiménez -lidiado finalmente con el hierro de Peña de Francia-, continuó el del domingo, al cambiar el envío en un principio reseñado de Rocío de la Cámara por otro completo de José Vázquez -incluyendo también los sobreros-. De presentación para una plaza de tercera, resultaron manajables en su conjunto. Precisamente la ganadería madrileña fue la que lidió el diestro peruano la tarde de antes el ‘El Bibio’ de Gijón. Es lo que tiene tener Amazon ‘Prime’.
La verdad de Cortés
Muy torero se mostró Cortés desde los primeros compases, intentando sujetar al colorado segundo con templadas verónicas. El toro pronto evidenció su falta de fuerza, pero las ganas del madrileño por disfrutar de la profesión fueron un bálsamo ante la mediocridad del ganado. Tiró de un valor depurado y una versión para pasárselo muy cerca ante un astado que después tuvo repetición. Importante actuación de oreja de Cortés, con naturales y remates por bajo muy ajustados.
La verdad con la camina Cortés rompe barreras. Con un ejemplar algo cuesta arriba y recogido de cuerna que resultó parado, demostró el pedazo de torero que es. El madrileño firmó una completa faena en todos los tercios. Variado en el quite y con la muleta puso de acuerdo a toda la plaza. Muy cerca se lo pasó en la boca de riego, al natural y de rodillas. Pese a empañar la sobresaliente actuación con la espada, la gente se volcó con Cortés para pasear otro trofeo.
Pantonera de pases
Roca Rey cuidó y enseñó a embestir al primero de su lote en el capote, un toro que dio juego, pero faltó una marcha más para que hubiera mayor conjunción. El peruano lo llevó largo en la muleta y la faena cogió vuelo en los momentos en que se lo ciñó a los muslos. Estuvo por encima del animal, aunque para nada fue una obra redonda. Su labor fue ovacionada tras un pinchazo.
Sin prisa. Administrando los tiempos anduvo Roca Rey con el que cerró plaza, un astado algo más chico y un tanto escurrido de peso, que tuvo codicia en la muleta. Los toques del peruano fueron claves para que el toro medio tuviera un buen juego. La obra del diestro de Perú fue una pantonera: pases de todos los colores. Más cantidad que calidad. Dos orejas en una vara un tanto diferente a la de Cortés.
De Justo, sin ajuste
Castaño, largo y abrochado y gacho de pitones pero con una mazorca de amplio diámetro fue el toro de Vázquez que abrió plaza. Salió suelto del capote de De Justo y recibió un mal puyazo, que mermó su estado. Ahí se acabo el primero. De nulo juego. Sus arrancadas en banderillas fueron el remo de una piragua en aguas bravas por el canal olímpico de Tokio y después quedó ‘K.O’. Abrevió el extremeño, pese a intentar justificarse..
El cuarto fue un toro en el tipo y las hechuras de sus hermanos. Algo rajado, le costó a De Justo sacarle pases: siempre en línea recta, sin transmisión y sin acople. Con el animal venido a menos, el torero se ajustó más y sacó elegantes pases de pecho, que fueron lo mejor de su actuación junto con la estocada de ley que valió para pasear una oreja.
Ficha
Plaza de toros de El Espinar (Segovia). Tercer festejo de la feria de la Virgen y San Roque. Dos tercios de entrada del aforo total. Toros de José Vázquez, que sustituían a los de Rocío de la Cámara, parejos de presentación y de juego desigual.
Emilio de Justo, silencio y oreja.
Javier Cortés, oreja y oreja.
Roca Rey, ovación y dos orejas.
