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La seudo-misa ¿castellana?

por Ángel Galindo García
27 de agosto de 2023
en Tribuna
ANGEL GALINDO
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Hablando de música popular religiosa tradicional, la única misa castellana es la misa en latín. Por la sencilla razón de que la única forma de cantar la misa (o de oírla cantar) que siempre conocieron los castellanos (y los riojanos y andaluces y asturianos y murcianos, y todos los demás pueblos y naciones del orbe católico) fue durante más de diez siglos la misa en latín.
Después del Concilio Vaticano Segundo surgieron en el catolicismo las misas en lenguas vernáculas. La configuración y aprobación de los textos y de sus músicas son fruto de un profundo estudio por parte de teólogos y liturgistas, especialistas en el culto católico.

La misa en latín desapareció de la práctica general hacia 1965, después de un lento proceso de agonía, a consecuencia de causas muy complejas que no es del caso aclarar aquí. Fue por entonces cuando comenzaron a cantarse los textos de la misa en castellano y en todas las lenguas vernáculas, sustituyendo al latín.

Comienzo aclarando, por tanto, que lo que se ha dado en llamar misa castellana no coincide con lo que significa misa en castellano, de la que hay muchos ejemplos, algunos muy dignos, en los últimos cincuenta años. La misa en castellano consiste en tomar los textos de la liturgia de la misa traducidos, poniéndoles nueva música para que se canten. Mientras que la misa castellana es un invento pseudofolclórico que consiste, al revés que la misa en castellano, en tomar previamente melodías de música popular tradicional “castellanas” y pegarles un texto que por su contenido religioso las haga aptas (es un decir) para cantarlas durante la misa.

Por estas tierras de Castilla surgió en la primera parte de la transición (años setenta) esta misa con carácter revolucionario y reivindicativo (en el marco de comunidades populares) que se denominó la misa campesina, después misa castellana. Tanto el texto como la música no se ajusta al espíritu evangélico y católico por su carácter político, folklórico e ideológico.

Enumero brevemente algunos de los disparates que acumula este invento, pomposamente llamado misa castellana:

1. La misa castellana, aunque tome de la tradición algunos elementos, no es una práctica tradicional, sino un invento reciente de unos cuantos grupos y cantores folk.

2. Las músicas que se toman para las misas castellanas son, en general, músicas de la calle, de la vida civil, de entretenimiento y pasatiempo, a las que se aplican textos litúrgicos o piadosos. Músicas que, evidentemente, no son malas ni profanas, pero sí inapropiadas para el caso. Primero porque sus melodías y ritmos se inventaron y tradicionalmente se emplearon para funciones muy diferentes de la de servir para cantar un texto litúrgico. Y consecuentemente, por las connotaciones que traen a la memoria. Se producen así disparates que con frecuencia llegan a lo grotesco.

3. Como se trata de vender la moto de lo castellano, las músicas tienen que sonar a la tierra castellana. Por eso se toman ritmos de jota (los que más), de corridos, agudillos y llanos, de rondas y rondeñas (los menos). Estos inventos, además de ignorar (o abusar de) el poder evocador de la música, demuestran un grave desconocimiento de la tradición y de la práctica secular de la canción tradicional religiosa,

4. Los destinatarios de la venta de la moto misa castellana suelen ser cofradías y hermandades, particulares que quieren celebrar un acto religioso familiar o de grupo, y comisiones de fiestas, a menudo con el patrocinio de alguna institución pública. En muchos casos estos destinatarios van de buena fe y se tragan el anzuelo porque creen estar contribuyendo a una causa buena, a la vez que celebran un acto religioso.

5. En la mayoría de los casos la misa castellana es interpretada por un grupo o conjunto, quedando la asamblea reducida al silencio y a la simple escucha, contra todas las normas litúrgicas, que asignan a cada uno de los actores su papel como cantores dentro de la celebración. Porque es evidente que la misa castellana va más de la misa participada.

6. La misa castellana, como todas las demás misas diferenciales, no se podría celebrar sin la autorización de párrocos un tanto ignorantes en cuestiones de música y de autoridades eclesiásticas permisivas que, afortunadamente, parece que comienzan a estar de vuelta de estos desaguisados tan evidentes. Por ello hago estas consideraciones con más ánimo de reflexión que de crítica, como quien estima el legado, la herencia de nuestra música tradicional, también la religiosa, y no soporta los disparates que con ella se están haciendo.

—
* Angel Galindo García, catedrático emérito.

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