¿Cómo se construyó el discurso científico en la filología en España a lo largo del siglo XIX? Esto se ha estudiado “muy poco”. No parece sencillo hacerlo. De ahí que el segoviano Mario Pedrazuela le haya dedicado su nuevo libro, ‘El orden de las palabras. Orígenes de la filología moderna en España’, que lo presentará este viernes en la Academia de San Quirce. En él, ha tratado de bucear en la sensibilidad de un campo que “no está muy trabajado”, sostiene: el de la filología en el siglo XIX. De esta forma, pretende arrojar luz a cómo nace como un método y un lenguaje científico innovador.
Es doctor en Filología Hispánica. Pero antes cursó Derecho. Siempre se sintió atraído por la literatura, la novela y la poesía, “como todo el mundo”, bromea. Lo cierto es que no todo el mundo ha seguido su senda: su mayor objetivo es buscar nuevas formas de experimentar con el léxico. Por este motivo se adentró en la filología.
El segoviano se dedica a la escritura “desde el punto de vista académico”: es profesor de la Universidad Rey Juan Carlos. No solo comparte su conocimiento en las aulas. Tiene claro cuál es el papel que ha de desempeñar: “Un docente debe investigar y buscar nuevos temas en los que puede aportar”. Esto es, precisamente, lo que ha tratado de hacer con su libro.
En su obra analiza cómo las nuevas corrientes científicas que surgen en el siglo XIX influyen en la forma de estudiar la lengua y la literatura: pasa a hacerse de manera más profunda. Y esto se traslada también a la enseñanza. Así se produjo un cambio importante en los jóvenes estudiantes. Entre ellos estaban, nada más y nada menos, que Clarín, Galdós y Unamuno. Esa transformación provocó la conocida como ‘Edad de plata’ de la cultura española “Eso influyo mucho en el boom creativo que surgió en las primeras décadas del siglo XX”, explica.
La lengua ya no es ese inmenso universo repleto de cosas por descubrir. “Últimamente, se ha estudiado mucho”, afirma. Pero en aquel momento estaba todo por descubrir. Y Pedrazuela tomó el testigo. Compagina la investigación con la docencia. Esto no es todo. Entre 2009 y 2015 perteneció al CSIC. También es redactor del Diccionario histórico de la lengua española de la RAE, una labor “enriquecedora”. Su profesión requiere “unos conocimientos lingüísticos muy amplios”. Desea “dominar” la lengua. Por el momento, parece ir por el camino correcto.
