Acabamos de dejar atrás la Semana Santa, con la gran fiesta de la Resurrección como feliz término y promesa de futuro. Y es momento oportuno de mencionar que estos pasados días, y sus actos religiosos y culturales, han sido adecuadamente tratados por los medios de información locales, con amplitud en informaciones gráficas y literarias.
Cabe destacar, en este momento, que este comportamiento de los medios siempre ha sido señal distinguida en nuestra provincia, donde nunca faltaron publicaciones de mayor o menor importancia editadas especialmente para estas fechas, y que han confirmado desde hace pocos años la revista ‘Semana Santa’, promovida por la Junta de Cofradías, una estupenda edición en gran formato y a todo color con las informaciones de todas las cofradías y programas de los cultos y los actos culturales celebrados paralelamente. Destaca, asimismo, el relieve con el que siempre se recogieron en este diario, incluyendo los números especiales que con motivo de estas jornadas tan señaladas para los creyentes, se publican.
En “aquellos años de ayer” eran varios los periódicos vespertinos que se repartían por Segovia, por cuyas calles uno de los entonces propietarios del ya histórico kiosco de la Plaza Mayor, tras la recogida en la estación de los diarios que llegaban de Madrid, pregonaba por las calles “¡¡Madrid, Informaciones, Pueblo, El Adelantado!!”
También en las parroquias se hacían comentarios especiales en las tradicionales “Hojas parroquiales”, y asimismo aparecía alguna espontánea edición. Especial relieve tuvo entonces la revista “Alcázar”, que publicaron mensualmente las Congregaciones Marianas durante la larga etapa que fueron regidas por los jesuitas, revista que se inició en 1950 y entre los años 1952 y 55, publicó números extraordinarios con motivo de la Semana Santa. Lo menciono porque en estas publicaciones aparecieron firmas de personas relevantes del momento, con excepción de políticos, porque solamente en los números de 1952 y 53 se incluyeron sendos artículos del entonces gobernador civil Pascual Marín Pérez.
Correspondiendo a las solicitudes del jesuita director del momento, o de algunos de los mismos congregantes, las respuestas fueron siempre generosísimas, por lo que se consiguió, en los cuatro años mencionados, reunir unas firmas de lo más variado y de conocidas personalidades.
Mencionar las aparecidas en cada uno de los números de estos años supondría una extensa relación de nombres, por lo que me permito reducirme a algunos de los más destacados, como por ejemplo el ilustre escultor Aniceto Marinas, que narraba el origen y desarrollo escultórico de sus dos maravillosas obras regaladas a la iglesia de San Millán, su parroquia; Albino Sanz, presidente del Centro Segoviano de Madrid; Arturo Hernández, vicario general de la diócesis; los profesores e historiadores, académicos numerarios de la Universidad Popular (hoy Real Academia de Historia y Arte de San Quirce), Juan de Vera, Mariano Grau y Luis Felipe de Peñalosa; los poetas Juan Alberto de los Cármenes, carmelita; Mariano Páez Casado, Gabriel Marinas y el sacerdote Manuel Trapero Ballestero; los periodistas de este diario Fausto López Velicia y Antonio Martín Casla, redactores jefes, y el prestigioso Francisco Martín Gómez; el segoviano Francisco de Cossío y Francisco Javier Martín Abril, ambos de “El Norte de Castilla” vallisoletano; el doctor Alberto Madrigal; los abogados Ricardo de Cáceres y Francisco Rodríguez Guerrero, y agregándose a ellos varios párrocos de la ciudad y también componentes de algunas cofradías y de las mismas Congregaciones Marianas, así como los directores jesuitas de éstas, sin faltar mi querido amigo y compañero de redacción Ricardo Borregón Sebastián y el firmante de estas líneas, colaboradores en todos los números de “Alcázar”, en los que se incluyeron también varias fotografías de monumentos segovianos y dibujos del propio Ricardo y de Isaac Vega Sastre.
