Siempre duele decir adiós. Más aún, cuando uno no quiere irse. Y, ahí, es cuando la razón gana al corazón. Le tocó vivirlo a la Gimnástica Segoviana. Con el alma rota y las ilusiones hechas añicos, el equipo de Ramsés Gil dijo adiós a su idilio de 377 días en la antesala del fútbol profesional para volver a pisar el barro de la Segunda RFEF. Un camino tan breve como bonito. Un descenso tan doloroso como real. Porque en un nuevo ejercicio de fe, trató de revolverse contra su propio destino que, quizás, desde inicios de año quedó ya escrito. Pero en el minuto 96, cuando Hugo Díaz tuvo el gol de la victoria que no llegó, el conjunto gimnástico chocó de bruces contra su realidad: su sentencia ya estaba firmada. Como la crónica de una muerte anunciada. Y sólo pudo llorar.
Para mantener la llama por la permanencia viva a falta de dos jornadas, la Segoviana recibía a un Nástic inmerso en la lucha por el playoff de ascenso con la obligación de ganar. Y, en esas, Ramsés Gil dibujó un once con un único cambio respecto al equipo titular frente al Sestao. Con nuevamente el 3-5-2 ya característico, la entrada de Berlanga en lugar de Astray fue la única variación azulgrana con Oliva bajo palos, Sergi Molina, Abel y Rubén atrás, medular para Manu, Fer Llorente y Fernán, carrileros largos para Borrego y Berlanga y arriba la dupla formada por Diego Gómez y Josh Farrell.
Ya sobre el verde, el inicio no se le pudo poner peor a la Segoviana. En un arranque con ambos equipos presos de los nervios, sin atisbar pizarras y con mucho fútbol directo, dos errores gimnásticos fueron oro molido para un Nástic con el colmillo afilado. Minuto 15, 0-2. En una posible falta sobre Sergi Molina como último hombre azulgrana en un duelo con Antoñín, un balón muerto en el área lo cazó Marc Fernández para batir a Oliva. También lo hizo Marc Navarro minutos más tarde ya que, tras una cabalgada de nuevo con Antoñín como protagonista a campo abierto tras la salida de un córner segoviano, lo aprovechó Víctor Narro para dificultar aún más el milagro azulgrana.
La Segoviana cree desde la esquina
Y así, con los dos pies prácticamente en Segunda RFEF, la Segoviana, como otras tantas veces a lo largo de su historia, se levantó. Va en su ADN. Lo hizo desde el córner. Haciendo de tripas corazón, Rubén, en un córner botado por Fer Llorente, avivó la esperanza gimnástica al cazar una pelota en el área chica para poner el 1-2. Había vida. Lo sabía La Albuera y el propio Nástic que, ante el despertar azulgrana, se llenó de dudas.
De ahí al descanso, todo gimnástico. La Segoviana, con una vida extra y liderada por Fernán, tomó el control. Con corazón y con fútbol. Su insistencia tuvo premio, pues a la tercera fue la vencida. Porque el equipo de Ramsés Gil, a tumba abierta, insistió hasta resucitar. El culpable, otra vez Abel Pascual. Tras un disparo previo de Fernán que se marchó a escasos centímetros de la portería de Rebollo y un disparo azulgrana bloqueado por la zaga catalana, Abel se vistió de héroe. De nuevo bajo el pie de Fer Llorente desde la esquina, el ‘5’ azulgrana ganó el primer palo y, con un cabezazo con algo de suspense que se estrelló directo en el larguero, terminó por devolver la fe a la Segoviana. 2-2.
Tras el paso por vestuarios, el hambre azulgrana no cesó ante un Nástic incómodo, incapaz de atisbar la portería de Oliva y más incisivo en proteger su portería. No era para menos, pues Diego Gómez perdonó la remontada después de un balón servido de Farrell en que el disparo del ‘9’, desde el punto de penalti y con pierna derecha, se estrelló en un jugador del Nástic. Fue el inicio del ciclón gimnástico. Pura supervivencia. Porque los minutos pasaban y las opciones gimnásticas por la salvación se desvanecían. La tuvo Fernán tras una buena presión de Gómez en la que el disparo del gallego, algo forzado, llegó manso a las manos de Rebollo.
El sueño gimnástico se apaga
Incapaz de romper el empate, lo intentó Ramsés Gil desde la banda con un doble cambio dando entrada a Céspedes y Hugo Díaz. Pero tampoco fue suficiente, aunque no fue por empeño. En busca de la heroica, pues trataba de lograr el ansiado gol para no descender, la Segoviana se lanzó a tumba abierta en un último ejercicio de arrojo por evitar el precipicio. Murió en el intento.
Hasta en dos ocasiones reclamó penalti por mano de la defensa catalana que el colegiado no concedió y, en su agonía, acarició el milagro. Farrell, con un disparo que sacó el Nástic bajo palos, y en la última, tras un tiro cruzado de Hugo Díaz que se marchó a milímetros de la portería de Rebollo, acabó consumando su tragedia.
El pitido final sonó, La Albuera, entre lágrimas, rompió a aplaudir agradeciendo el esfuerzo de quien da todo, y el conjunto segoviano certificó su cruel destino rumbo de nuevo a Segunda RFEF. Porque formas hay muchas de caer, pero si hay que hacerlo que sea como lo hizo la Segoviana. Todo pundonor. Y volverá a levantarse. Lo hizo en épocas de tinieblas, cómo no hacerlo en el mejor momento de su historia. Hasta pronto, Primera RFEF.
