El mensaje del técnico de la Segoviana, Manu González, es que su equipo peleará por los tres puntos en cada partido pero que hará un ejercicio de sentido común cuando las circunstancias pongan en valor el empate. La filosofía de no perder en un minuto lo que no has podido ganar en 90. Anoche, en Villagarcía de Arosa, tuvo que hacer una interpretación similar tras quedarse al inicio de la segunda parte con uno menos tras la roja directa a Javi Marcos. Un punto en estas circunstancias habría valido mucho a final de temporada, pero la resistencia azulgrana desembocó en un disgusto en el minuto 94. La Segoviana vuelve de Pontevedra sin conocer la victoria a domicilio y enfangada en los puestos bajos de la tabla, en la frontera entre el descenso directo y la promoción por evitar el regreso a Tercera División. Y ve alejarse a un rival directo a seis puntos.
La expulsión de Javi Marcos cambió sin remedio un duelo en el que la Segoviana estaba demostrando hechuras de ganadora. Porque en los tramos en los que disfrutaba de la posesión y el territorio sabía qué hacer con el balón. Y porque en tres cuartos de campo tenía efectivos resolutivos, sobre todo un Rafa Llorente con mordiente, el que más quebraderos de cabeza dio a la zaga gallega.
La acción de la discordia llegó en un salto descontrolado de Javi Marcos, que intentó frenar un contragolpe gallego en una posición desequilibrada. En esas, se valió del brazo para frenar al atacante local. Ambos chocaron a una velocidad que queda matizada por las repeticiones, pero lo cierto es que la mano cerrada del segoviano golpeó en el pecho del gallego en una acción sin más intención violenta que cortar el contragolpe, pero suficientemente cuestionable. El árbitro interpretó el lance fronterizo, de esos con un tono naranja, como tarjeta roja.
No se había llegado a la hora de juego y González tuvo que tomar dos decisiones dolorosas. La primera, sacar a un central del banquillo, en este caso Mansour, y desprenderse de Javi Borrego, el atacante azulgrana con más olfato de gol. La segunda fue asegurar el centro del campo, introduciendo a Nogueira y retirando a Álex Conde, el mejor centrocampista para atacar y el más débil para defender. El talaverano se marchó con cara de pocos amigos y la Segoviana había prescindido en un suspiro de sus dos piezas más creativas. Los dos jugadores sin los que acumuló más de 600 minutos sin marcar.
Hasta entonces, ambos equipos habían disputado un duelo parejo. La Segoviana salió con intención, con deseo de hacerse dueña del balón en campo contrario y esperar a que su talento tejiera el último pase. Estuvo cerca de generarlo Rafa Llorente, que aceleró por el flanco derecho, desbordando a dos rivales del Arosa mientras un jugador local se dolía en el suelo, para llegar a línea de fondo y servir un pase al corazón del área que repelió la defensa gallega. Poco después, Rubén, muy incisivo en el lateral izquierdo, percutió en campo rival para asistir a Nanclares, que disparó con fuerza en la divisoria del área grande pero se estrelló contra la defensa.
No es el Arosa un equipo dominador; tiene más argumentos verticales que horizontales. Su peligro quedó acreditado en un cabezazo de Beda tras una transición por el costado izquierdo. Carmona, inédito hasta entonces, exhibió reflejos con una estirada felina que evitó la alegría local. La Segoviana fue a menos con el paso de los minutos y el Arosa tuvo otra opción de gol en un fallo azulgrana en la salida de balón. Lo aprovechó Pablo Porrúa para anticiparse y disparar de primeras, forzando a Carmona a meter la mano en un tiro alto que amenazaba su portería. Las tablas al descanso hacían justicia a lo acaecido sobre el césped de A Lomba.
El mérito de González es que sus cambios mantuvieran esa igualdad sobre el césped cuando su equipo se quedó con un jugador menos. Porque la expulsión no desarboló a la Segoviana, sólida en sus líneas y sin intención de conceder alegrías. Pero sí debilitó irremediablemente su ambición. Y sus fuerzas.
La Segoviana gastó la bala de Adeva para cazar cualquier despiste local en el tramo final, pero fue el Arosa el que terminó mejor el partido, con Luismi, su máximo goleador, saliendo a escena en el último cuarto de hora. Los gallegos amenazaron en una sucesión de rechaces a balón parado y en una ruptura entre línea que su delantero no acertó a controlar; estaba más pendiente de la portería vacía que tenía ante sí que de asegurar el control. Luismi tuvo un tiro a bocajarro, pero no contactó plenamente con el esférico. Los visitantes tuvieron la suya en un córner que remató de espaldas Nogueira, el mejor desde que salió al campo.
El Arosa se hizo acreedor de la victoria porque apretó las tuercas en el tramo final, con seis minutos de añadido en los que pudo pasar cualquier cosa. Arriesgó y ganó. Adelantó las líneas y ofreció su cara más vertical. En esas, cualquier error tendría consecuencias. Y así fue. La Segoviana perdió un balón en la zona de creación y la pelota le llegó segundos después botando a Álex Rodríguez, que golpeó con brillantez un misil pegado al palo izquierdo de Carmona, que no pudo hacer nada. Tercera derrota en el descuento tras las de Móstoles y Bergantiños. Sin duda, la más dura. La Segoviana estuvo cerca de apagar el fuego, pero la vida es más fácil si no hace falta llamar a los bomberos.
