La Segunda Federación confirmó en su primera jornada la diversidad de estilos y la igualdad competitiva que se preveía. A la Gimnástica Segoviana le toca hoy, a partir de las 12:00 horas en los Anexos al José Zorrilla, afrontar una prueba de fuego frente al Real Valladolid Promesas, uno de esos filiales que, más allá de las turbulencias institucionales, mantiene la seña de identidad de un club volcado en la cantera y que (mejor no olvidarlo) no se le suele dar bien al conjunto gimnástico.
El equipo de Iñaki Bea llega reforzado por la goleada inaugural frente al Sámano, un estreno que le permitió mostrarse ante la afición con solvencia, intensidad y pegada en el tramo decisivo. El filial blanquivioleta, por su parte, también sacó rédito de su primer compromiso con una victoria por la mínima (0-1) en Ourense, pese a jugar veinte minutos en inferioridad numérica. Un inicio que, por tanto, sitúa a ambos en posiciones de privilegio y otorga al duelo un aliciente añadido.
Iñaki Bea ha insistido durante la semana en la necesidad de dar un paso más en contundencia. “Sigo sintiendo que tenemos que ser un poquito más contundentes en los balones divididos, en esos duelos”, reconocía en la previa, consciente de que el Promesas exigirá al máximo en ese terreno. El entrenador no oculta el respeto por un rival al que conoce de cerca: “Es un club que, incluso en momentos de turbulencia, ha seguido sacando futbolistas de nivel profesional. Eso significa que a nivel de cantera están haciendo las cosas bien”.
No en vano, el filial ha sido en los últimos años trampolín para jugadores de recorrido en Primera y Segunda División. A ello suma la dirección de un técnico como Javi Baraja, “una persona muy sensata, buen amigo mío y un entrenador con las cosas claras, que da sensatez al juego y a los chicos”, añadía el técnico.
Más allá de las alabanzas al rival, Bea tiene claro lo que quiere de su equipo, y es una constante presencia en el área rival: “Lo que me gusta es que tengamos muchas llegadas, que seamos un equipo profundo. Eso nos va a hacer sacar muchísimas jugadas de estrategia, muchas faltas, muchos corners a favor. Quiero un equipo dinámico, un tanto desordenado cuando tengamos el balón, y creo que estamos bien en eso”.
Que las ideas estén claras
El técnico incide en que cada partido en el grupo será distinto: “Quizá en otros grupos los estilos son más parecidos, pero aquí estamos condicionados por campos, estadios, metodologías y hasta por los propios clubes. Cada partido va a ser una historia distinta”. De ahí que el planteamiento en Valladolid pase, sobre todo, por saber adaptarse. “Debemos minimizar nuestras debilidades. Quiero un equipo que tenga muy claro cuándo ir a la presión alta, cuándo bloquear bajo y, sobre todo, equivocarnos poco. Porque es un rival que si le damos espacios tiene velocidad y descaro”, explica.
Más allá de lo estrictamente futbolístico, Iñaki Bea quiso detenerse en el papel de la afición gimnástica. “Espero una comunión entre la afición y el equipo. El otro día fueron pacientes, siguieron creyendo incluso con 0-0 al descanso. Tenemos una afición que está deseando apoyarnos, pero somos nosotros los que tenemos que meterles en el partido”, subraya.
El técnico insiste en que la diferencia entre jugar en La Albuera o a domicilio debe ser relativa, en la medida en que el equipo sea capaz de mantener su identidad. “Vamos a plantear el partido como si jugáramos en casa. Es posible que en las gradas tengamos hasta superioridad”, confiando en que la presencia de seguidores azulgranas en los Anexos pueda significar un plus para un equipo que dio una buena imagen el primer día de competición ante un recién ascendido. En Valladolid, si no se está al cien por cien, puede cambiar la historia.
