La situación de la sanidad rural ha sido un tema de debate recurrente en los últimos años. Sin embargo, no fue hasta la llegada de la pandemia cuando saltó a primera plana.
En estos momentos, la sanidad rural vive un momento de impase, lejos de la contestación ciudadana que provocó el intento de reforma sanitaria que proponía la reorganización de los recursos sanitarios de la provincia y que se traducía en una pérdida importante de plazas de médicos en algunas zonas básicas de salud rurales.
Esta reforma no afectaba a todas las zonas básicas de salud por igual, sino que castigaba a las que habían perdido más población en las últimas décadas. A día de hoy, esta reorganización está completamente paralizada, según advirtió el consejero de Sanidad, Alejando Vázquez, y el mismo presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco.
La paralización de esta reforma ha dejado una sensación de victoria en estas zonas rurales, pero por desgracia todavía quedan muchas dudas sobre el futuro de la sanidad rural.
Además, cabe destacar que este no era el primer intento de reorganización, por lo que sería algo ingenuo pensar que no habrá otras propuestas similares en años venideros.
Lejos ya de cuestiones políticas, la sanidad rural afronta un problema grave que es clave para entender la actual situación: los médicos no consideran atractivos estos destinos, que unido a la escasez de profesionales, dejan a estas zonas con grandes dificultades para cubrir los puestos ofertados.
Esta situación se agrava todavía más a la hora de cubrir bajas, permisos o vacaciones, provocando la imposibilidad de atraer profesionales para suplir estas circunstancias temporales. Sin ir más lejos, varias zonas básicas de salud de la provincia afrontaron dificultades por ello el pasado verano, llegando incluso a limitarse ciertos servicios ante la falta de personal médico.
El presidente de CESM Segovia, Miguel Marina, cree que la situación actual es consecuencia directa de la falta de medidas tomadas en los últimos años. Detalla que estos problemas no son nuevos y llevan años pendientes de solución. Ante esto, resuelve que el principal problema es que muchas zonas de “Castilla y León no son atractivas para atraer médicos”.
“Hay muchas zonas que no atraen profesionales, habiendo muchas diferencias entre territorios. Los núcleos urbanos de Salamanca, Valladolid o León no cuentan con tantos problemas, pero la mayor parte de Castilla y León sí”, recalca Marina.
La visión de este doctor coincide en gran parte con la del presidente del Colegio de Médicos, Graciliano Estrada, que aclara que en “la mayor parte de los casos los puestos más difíciles de cubrir” se encuentran en estas zonas rurales. “No se ve el atractivo de la medicina rural, que la tiene. Tiene unos matices que son muy agradecidos y reconfortantes, como la cercanía con la población”, aclara.
Añade que “las generaciones actuales” no ven estas ventajas, lo que provoca este poco atractivo de las zonas rurales e indica que es necesario que “durante el periodo universitario tenga más protagonismo” este tipo de atención para “evitar ciertos prejuicios”.
Según su visión, esto provocaría que los profesionales reconozcan los puntos positivos de la medicina rural, allanando el camino en pos de una solución duradera.
Sobre la posibilidad de ofrecer algunas mejoras laborales para fomentar la llegada de médicos a estas zonas, señala su posición favorable e indica que “son los sindicatos los que tiene que hacer una propuesta”. “Es importante definir donde están las plazas de difícil cobertura”, recalca, a la vez que recuerda que no solo se sitúan en el ámbito rural, y llama a “planificar bien” las acciones que lleven a hacer más atractivas determinadas plazas. “Algo se va a tener que hacer. Si no se incentiva, no va a solucionarse solo”, finaliza.
