Lo que precede lo recogí de un texto escrito por el Marqués de Lozoya. Lo consideré interesante y, cocinado con muchas hierbas, al mejor estilo casero, lo preparé para quien guste leer y recordar.
La ágil pluma de Juan de Contreras cuenta como fue el inicio constructivo de Santa Lucía en el siglo XVII.
Lo que hoy conocemos con el nombre de Paseo de Santa Lucía, fue hecho en 1618, por los portugueses Francisco Hernández Zamora, Juan López y Pedro Lorenzo, por el precio de 200 ducados. El contrato reunía, entre otras, las siguientes cláusulas:
— Había de rebajarse la tierra en mas de un estado (3,80 m2), desde la ermita de Santa Lucía hasta en frente del postigo de San Juan, para que venga a cordel de la ermita del Señor Santo Matías (1).
— Ensanchar la puente conforme al ancho del camino y hacer por la parte de abajo un antepecho (2).
— Cerrar a cal y canto la callejuela que esta junto a Santa Lucía para que allí cargue la tierra.
— El frente del convento de Santa Cruz, en el antepecho donde se apean los coches, había de terraplenarse y hacerle a cordel con el Monasterio.
— Así mismo desde la iglesia del Señor Santiago hasta la iglesia del Señor San Gil, han de quitar toda la tierra y han de hacer un camino llano y hacer una pared a la mano de la vertiente (3) de una vara (83,59 cm.) de alto para más fuerza de la obra.
(El último tramo reseñado correspondía al arrabal de San Marcos, al que la obra partió en dos y derribó un buen número de casas.)
— Una escalinata desde la Casa de la Moneda a la puerta de Santiago (aún vigente y utilizada).
— Y en la puerta de San Juan, un paredón desde la casa de Gonzalo de Cáceres hasta la casa de Pedro de Roxas, tintorero.
Y se hizo.
Los de aquí, considero, conocemos la ubicación de la Ronda de Santa Lucía y las denominaciones que ha tenido.
Popularmente fue también La Alamedilla o Alameda. En el paraje se situaban las escombreras que vertían hacia la (hoy) calle del Cardenal Zúñiga, al lado del Hospicio.
Allí ‘caían’ todos los escombros de derribos de la ciudad y todo aquello que recogían los barrenderos en su pasear por las calles del casco viejo. Zona donde se ubicaba la ermita de San Matías.
Por paseo de Santo Domingo de Guzmán lo conocemos desde 1969. Nombre que se dio a la vía entonces en relación directa con el Convento de Santa Cruz. Fue este el primer monasterio dominico que Santo Domingo abría en España, en la lejanísima fecha de 1218.
También fue conocido por carretera de Arévalo y carretera de Castilla, cuando los reyes viajaban desde Madrid, subiendo Navacerrada por aquella parte y bajando por la nuestra, ‘caminando’ hasta Lobones, día sí, día también, a divertirse con la caza y visitar la Venta. El lugar era parada ‘obligada de arrieros’, pues se servía buen vino.
Determinados cazadores se quedaban a dormir en la ‘Torre de Lobones’. Lo describió el Marqués de Lozoya en el texto ‘La Casa del Secretario’.
A la entrada a la ciudad e intentando salir de ella hacía el final ya descrito, aquello era un camino (por más que fuera Real) de dificultades evidentes para viajar en carro, carreta, diligencia… e incluso, en los vehículos preparados para la realeza, que contaban con muchas más prestaciones.
Marcelo Laínez escribió en Estudios Segovianos sobre el porque de la obra «…para facilitar el paso y que Carlos III y su comitiva acudieran a cazar en Lobones».
No es de extrañar que, ante tanta ‘dificultad’, se pidiera a la Ciudad el ‘acondicionamiento’ de la vía hasta el referido paraje. El Ayuntamiento acogió, ‘contento como unas castañuelas’, la ‘sugerencia’, y pese a no contar con dinero —cuestión normal y por los siglos de los siglos, amén— intentó hacerlo por ‘fases’. Cuando había, había, y cuando no, no se hacía.
Y punto.
(1)Situada en las inmediaciones del Convento de Santa Cruz, Ruiz Hernando afirma que ya en 1535 se encontraba ‘arruinada’, Fue demolida en 1795.
(2)Muro o barandilla de poca altura colocado en un lugar alto para prevenir caídas.
(3)Sitio llano, calzada o paseo a lo largo de un pretil. Se pone en los puentes y en otros lugares.(RAE)
