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La primera vez que ‘vistieron’ a la Virgen del Acueducto

por José María Martín Sánchez
19 de mayo de 2022
JOSE MARIA MARTIN DEPORTES
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Ocurrió en 1879, mes de septiembre -se acerca al siglo y medio- cuando determinados segovianos que a tempranas horas circulaban por la Plaza del Azoguejo, al mirar hacia lo alto del monumento romano justo en la hornacina/cartela donde se encuentra una imagen de la Virgen, que entonces conocían los segovianos como ‘la del Carmen’, comprobaron un hecho insólito: la imagen aparecía envuelta en una amplia túnica blanca y sobre ella un rótulo: ‘El verdadero protector del Ferrocarril’.

Los segovianos de entonces conocían la situación, vicisitudes y problemas mil que la construcción del proyectado tramo Villalba, Segovia, Medina tenía para la ciudad. No consideraron por ello extraño que el letrero viniera a recordar la necesidad que para la ciudad, y parte de la provincia, tenía la solución de la obra. Pero…

Ahí no iba a quedar la hazaña, pues hazaña fue. El boca a boca se paseó por la ciudad y fueron muy muchos los ciudadanos que llegaron a la susodicha plaza para comprobar el ‘espectáculo’. La pregunta estaba en el aire ¿quién lo habrá hecho? ¿Cuándo? ¿Qué medios ha utilizado…? Cómo sería de ‘extra’ el acontecimiento que estando de veraneo Alfonso XII en La Granja se acercó ‘de incógnito’ a la capital para presenciar ‘aquello’…

La comidilla se centraba en  como se habría podido llevar a efecto el hecho. No había helicóptero; drones ni de lejos, ascensores eléctricos articulados o  manuales, ni pensarlo… para más ‘inri’ los romanos de illo témpore no habían dejado material… la autoridad competente –incluida la religiosa-, buscaba solución para retirar el ‘envoltorio’ del lugar inaccesible, al menos hasta ese momento. Solución que se dieron después de hablar con ‘Salomón’: ‘construyamos un andamio’. Y se vio, pese al coste económico que fue al capítulo de imprevistos, que la idea era buena.

Y sin embargo aquello no había acabado. El ciudadano continuaba con la  pregunta  en punta de lengua: ¿Quién puso la túnica en lugar tan ‘altísimo’? ¿Cuándo lo hicieron? En las tertulias de la sociedades se daban alguno nombres, hasta que…

Digresión: El 6 de marzo de 1862 un pavoroso incendio consumió gran parte del Alcázar. Allí se encontraba la sede del Colegio de Artillería. Al día siguiente, aún con el rescoldo vivo de todo lo quemado, intentando sacar algo del escaso material vivo que quedaba, los alumnos ‘encontraron’ una nueva sede: el Convento de San Francisco. Ahí continúan, que sea para bien y por mucho tiempo.

Les propongo el regreso a lo de antes. Pues, hete aquí, que en esa búsqueda del ‘queremos saber’ de los segovianos -y pasaron años antes de que hubiera una ‘confesión’ de primera mano-, el rumor más extendido se dirigía a alumnos de la Academia. No se había equivocado el runrún.

Pasado algún tiempo fueron aquellos jóvenes los que contaron su historia. Se la describo a grandes rasgos:

‘A media noche escalamos el Acueducto por la zona más baja de Cañuelos. Caminando sobre el monumento, lo que tuvimos que hacer despacio y con gran cuidado, pues a lo estrecho del canal, tampoco teníamos pretil donde agarrarnos’. Al llegar al centro del Acueducto, el que iba a bajar se ató una cuerda a la cintura y en el otro extremo hizo lo mismo el otro.

Saltando la barandilla que en ese lugar había, comenzó a descender. ‘Las rodillas se golpeaban sobre las piedras donde intentaba apoyarme. Entonces comprobamos que el peligro era grande. El de arriba no encontraba un punto de sujeción para no ser arrastrado. Mientras el que bajaba se veía sometido a un tremendo vaivén’.

‘No fue nada fácil –afirmaron-  llegar a la hornacina, donde por fin el ‘escalador’ pudo descansar y tras vestir a la imagen se inició la ascensión, que fue más peligrosa que la bajada. Hubo momentos en los que nos vimos superados y no sabíamos cómo acabaría aquello. Tras conseguirlo nos dimos un gran abrazo. Hicimos el recorrido a la inversa y, ya de madrugada, regresamos a la Academia’.

Ambos recordaron a lo largo de muchos años su gran aventura de mocedad. Uno de ellos fue prestigioso jefe militar; el otro dejó el servicio y dedicó muchos años como médico la sociedad civil segoviana.

¿Y después? Los segovianos conocen cómo cada año la imagen sobre el Acueducto es ¿era? vestida con nuestra bandera. Mas sepa quién leyere que siempre, en todo, hay una primera vez, y las hazañas están para contarlas. Sin más.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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