Desde hace muchas décadas, incluso algún siglo, la planificación hidrológica llegó a nuestras vidas para quedarse. Pero es muy posible que muchas personas, hoy en día, no entiendan muy bien qué es y para qué sirve. Resumiendo un poco, no es más que organizar y tomar decisiones de futuro sobre todo lo concerniente a las aguas, tanto superficiales como subterráneas.
Este fin de semana se celebra el Día Mundial del Agua 2025, como todos los 22 de marzo. Este año el lema que la ONU ha generado para todo el planeta es “Salvemos los glaciares”. El calentamiento global de la tierra, los gases de efecto invernadero, la pérdida de masa de hielo en ambos polos, pone de manifiesto esta llamada de auxilio con respecto a los glaciares, en cualquier lugar del planeta. Todo ello, está generando el denominado cambio climático, que está alterando y modificando los ciclos hidrológicos y de precipitaciones. Aunque cada vez llueve un poco menos, la manera en que cae es lluvia es muy errática y distinta de cómo lo conocíamos muchos de nosotros hace pocas décadas.
Por desgracia, últimamente los episodios de lluvias torrenciales y sus consecuencias para la población y el campo, cada vez son más frecuentes y más dañinos. La recurrencia de estos fenómenos y los daños que producen, son cada vez mayores en toda Europa, con una tendencia en los histogramas cada vez más corta. Esto debiera ponernos en alerta, para aprender e intentar no volver a cometer los mismos errores hidrológicos, que a juicio de muchos ingenieros, y también otros expertos y científicos, se están cometiendo.
Desde hace años la ingeniería civil junto con los científicos, han estado trabajando en iniciáticas de estudio de soluciones a diversos problemas, entre ellos, las inundaciones en toda España, con especial atención a la zona mediterránea, con respecto a su hidrología y a la gestión de riesgos por inundaciones. Se planifica y se toman decisiones de futuro sobre la hidrología y el agua. Prueba de ello, son los numerosos estudios y proyectos realizados sobre este tema en toda España, aunque muchos de ellos, no hayan llegado a un final satisfactorio por diversos factores y motivos.

Entonces nos preguntamos a veces: ¿Es realmente efectiva la planificación hidrológica que se realiza por las administraciones públicas? Es evidente, que algunas veces no es efectiva. ¿Y por qué no es efectiva? Esta pregunta es más complicada de contestar.
Con respecto a las lluvias caídas en octubre de 2024 y provocadas por una DANA que asoló parte del territorio español, cabe comentar que esa zona del Levante español tenía una planificación hidrológica activa y actualizada. Desde el inicio del siglo XXI ya se venían realizando estudios, proyectos de actuaciones, y otra serie de trabajos de planificación y de análisis de la situación hidrológica de la zona. Por eso, fruto de esos trabajos se realizaron y proyectaron actuaciones hidrológicas, para paliar sus efectos adversos y corregir las posibles deficiencias que encontraron.
Pero, por desgracia, esa planificación no fue efectiva. ¿Por qué? Pues como siempre, la especie denominada “homo sapiens”, que de sapiens tiene muy poco, lo paralizó o desaprobó su realización. Unos años después, todo eso que los estudios pronosticaban, el peligro que acechaba, pues llegó. 225 muertos y cientos de casas, negocios, industrias, en definitiva, una catástrofe épica. Después, los unos echando la culpa a los otros, cuando todos tienen parte de culpa. Cada uno en la parte que le corresponde. Y en esa cesta todos caben, el Estado, la CC.AA, las Diputaciones, Los Ayuntamientos, y los ciudadanos.
La planificación hidrológica es un asunto de todos, pues afecta a todas las personas que habitan un territorio. Es un asunto de interés general, con toda la afección que pueda tener su significado. Si a quien corresponde, planifica ese futuro sobre el agua, pero luego los legisladores con sus leyes, los ciudadanos con sus votos, cortapisas, presiones, manifestaciones en contra, etc.. lo paralizan y se termina quedando en un cajón, pues se hace inefectiva a la planificación hidrológica.
Es muy común ver manifestaciones de vecinos, alcaldes y algún otro político de turno, protestando para que no se haga alguna obra hidráulica. Normalmente suelen ser una minoría que hace mucho ruido. Pero es bastante improbable ver una manifestación a favor de que se haga ese tipo de actuaciones hidráulicas. Es muy cómodo abrir el grifo y que salga agua. Quedarse en casa y que vaya a apoyar actuaciones beneficiosas para un territorio el vecino de al lado. Ahora sí, para protestar soy el primero.
Normalmente, si pusiéramos en una balanza los que protestan por este tipo de actuaciones hidráulicas, y los que están a favor de su realización por los beneficios que producen de toda índole, podría asegurar que ganaban por goleada los de a favor, que los de en contra. El problema es la inacción de la inmensa mayoría que quiere que su territorio prospere y sea más seguro, inacción que aprovecha la minoría negacionista a todos estos asuntos de planificación hidrológica.
Si nos remitimos al estudio local de la provincia de Segovia con respecto a la planificación hidrológica, no es muy distinto que lo comentado anteriormente. Si hablamos de aguas superficiales y de embalses mayores de 1 hm3 (Fig. 1), tenemos en toda la provincia de Segovia únicamente cuatro (4) embalses que tengan un uso de abastecimiento a poblaciones, aunque sea compartido con otros usos. Estos cuatro embalses suman 69 hm3, de los cuales 58 hm3 están en el límite con la provincia de Burgos, y los 11 hm3 (16 %) restantes entre Segovia y su alfoz y El Espinar. En la inmensa mayoría del territorio provincial, no existen más embalses para abastecimiento o riego mayores de 1 hm3. De hecho, somos la tercera provincia de España con menor capacidad de almacenamiento de agua. Solamente están peor que nosotros, Valladolid (limítrofe con nosotros y aguas debajo de nuestra provincia) y Guipúzcoa.
Existen otros tres (3) embalses con otros usos que no son de abastecimiento o riego, y al tener escasa capacidad, tampoco sirven demasiado para regular avenidas de los ríos. En definitiva, el panorama no es muy alentador. Pero existen otros cinco (5) embalses proyectados y contenidos en las diversas planificaciones hidrológicas que se han realizado para nuestra provincia. La mayoría de ellos, con los proyectos y estudios realizados, y por los motivos expuestos anteriormente, se han quedado sin realizar. En la provincia de Segovia, no se hace un embalse desde hace 35 años, y los otros existentes tiene una edad media de 70 años.
¿Qué consecuencias trae el tener atascada la planificación hidrológica en la provincia? La primera es la paralización del crecimiento socio-económico de la provincia, además de pérdida poblacional en las zonas rurales, una agricultura de secano con muy pocas hectáreas de regadío concentrada en escasos lugares, y problemas de suministro con años hidrológicos secos. Pero por encima de todo, una problemática severa asociada a las aguas subterráneas.

Fig. 1. Mapa de la provincia de Segovia con embalses construidos por tipo de uso, y los existentes en Planificación Hidrológica sin realizar.
Aunque algunos pueblos de la provincia se suministran de agua superficial no proveniente de embalses, la mayoría, al no disponer de capacidad de almacenamiento superficial, se nutren de aguas subterráneas. Consecuencia de esto, es que tenemos una gran parte de los acuíferos de la provincia sobreexplotados con problemas de calidad de aguas, con niveles de nitratos, arsénico y flúor elevados, que en muchos casos hacen el agua impotable.
La demanda de agua de boca y para riego que tiene la provincia no es elevada, pero ni de lejos podemos suministrar esa demanda con la capacidad de almacenamiento que tenemos. Aunque esa demanda se mantiene e incluso decrece, generalmente gracias a la mejora en los sistemas de riego más eficientes y a la concienciación de los ciudadanos a la hora del consumo de agua en los hogares, como no la suministramos de aguas superficiales, hay que recurrir a las aguas subterráneas, que también son finitas y muy delicadas con respecto a la calidad de las mismas.
Para mantener un equilibrio entre el ciclo del agua y ciclo hidrológico, no podemos seguir penalizando a las aguas subterráneas, pues ambas forman parte de un todo hidrológico. Es necesario almacenar más agua que la que tenemos en la actualidad en superficie, para eliminar parte del estrés hídrico que sufren muchos de nuestros acuíferos. La ubicación de un embalse no se elige al libre albedrío, sino que tiene unos protocolos que cumplir, y en la provincia de Segovia, hace más de un siglo que se empezó a estudiar ubicaciones posibles, y cien años después siguen siendo las mismas, pues la geología y morfología del terreno no ha variado.
Con respecto a las inundaciones producidas por las riadas, hay que considerar que este fenómeno de la naturaleza está considerado el más dañino desde el punto de pérdidas económicas por la ONU. Aún más que un terremoto, o Tsunami. Por lo tanto, hay que tener esto en consideración y aprender de los errores hidrológicos que comentemos como país.
Existe una franja de terreno que suele calcularse en los estudios de inundabilidad denominada, Zona de Flujo Preferente (ZFP), (Art. 9 del Reglamento del Dominio Público Hidráulico, R.D. 668/2023, de 18 de julio.), y que suele estar asociada a la avenida correspondiente a un periodo de retorno de 100 años.
O dicho de otra manera, se trata de una zona donde los periodos de recurrencia de avenidas son frecuentes, y la avenida genera formas erosivas y sedimentarias debido a la gran energía que llevan, al ser una zona donde se concentra preferentemente el flujo. En esta zona susceptible de avenidas recurrentes que pueden afectar gravemente a personas y bienes, debiera ser objeto de una revisión para articular mecanismos que permitan minimizar este riesgo potencial que subyace, mediante actuaciones de regulación de flujos, consolidación de vegetación de ribera beneficiosa y la eliminación de vegetación inútil en el DPH. Con respecto a la zona de dominio privado, actuaciones similares y control del uso del suelo con resiliencia y adaptación a los riesgos de inundaciones, coordinado con sistemas de alerta temprana eficaces.
El hombre desde hace siglos, se ha empeñado en construir en zonas de flujo preferente, o dicho de otra manera, en zonas potencialmente inundables. Hoy en día con la tecnología que tenemos disponible, podemos adelantarnos al peligro con sistemas de alerta temprana para evitar, en lo posible, pérdidas de vidas humanas. Pero las construcciones amarradas al suelo, ya sea público o privado, malamente van a moverse para evitar la riada. “discere ex erroribus sapit”.
