—¿Qué es el Museo de las Atarazanas Reales?
—El Museo de las Atarazanas Reales, ubicado en Santo Domingo, República Dominicana, es un centro dedicado a la arqueología subacuática que alberga una colección única de objetos rescatados de naufragios históricos. Este museo no solo exhibe artefactos que datan desde el siglo XVI hasta el XIX, sino que también ofrece una perspectiva sobre la historia marítima de la región. Su edificación, que data del siglo XVI, originalmente funcionó como un astillero y aduana, lo que añade un valor histórico y arquitectónico al museo.
—¿Qué es una atarazana?
—Una atarazana es un astillero donde se construyen y reparan barcos. En el contexto del Museo de las Atarazanas Reales, nuestra edificación comenzó como un astillero y luego pasó a cumplir funciones de gestiones de aduana relacionadas con el comercio marítimo. El término “atarazana” se refiere a esta edificación colonial, fundamental para el comercio marítimo, que coordinaba actividades con la Casa de Contratación de Sevilla, fundada por la monarquía española en 1503 para la regulación de la navegación entre España y América.
La estructura original de las Atarazanas Reales incluye 2 bóvedas, arcos de medio puntos y una tercera nave con techumbre plana e inclinada, que en la década de 1970 fue reemplazada por una tercera bóveda. Esta edificación refleja la importancia de la isla de Santo Domingo, que, a principios del siglo XVI, se convirtió en el punto obligado para continuar los viajes hacia tierra firme en América.
—¿Qué colecciones alberga?
—El museo alberga colecciones de aproximadamente 14 naufragios, organizadas por siglos y temas. Estas colecciones incluyen artefactos que abarcan desde utensilios de cocina y herramientas de navegación hasta objetos religiosos y monedas. Nuestro guion museográfico teje un relato fascinante a través de estas colecciones, explorando no solo el contexto de los naufragios, sino también la vida y las costumbres de la época. Cada sala está dedicada a diferentes periodos históricos, comenzando con los naufragios europeos en La Española, desde el primer naufragio de la Santa María, en 1492 y el establecimiento del Fuerte de “La Navidad”, el primer asentamiento provisional en el norte de la isla de Santo Domingo, hasta los conflictos navales en el caribe.
También forman parte de la colección objetos de la cultura aborigen provenientes de cenotes de agua dulce hallados en el Parque del Este, en la República Dominicana, así como otros artefactos nativos que se transportaban a bordo de los navíos rumbo a España. El frecuente tránsito de naves iba acompañado de inevitables naufragios, provocados principalmente por efectos climáticos y, en menor medida, por descuidos y piratería.
En la sala del siglo XIX se destacan colecciones provenientes, de dos flotas, una inglesa y otra francesa, que se enfrentaron en la batalla de Palenque o Santo Domingo, posiblemente la batalla más grande que haya tenido lugar en el Caribe. En esta participaron, 17 barcos ingleses y 12 franceses.
—¿Cuál es la importancia del patrimonio arqueológico subacuático?
—El patrimonio arqueológico subacuático es crucial por diversas razones. En primer lugar, proporciona una visión invaluable del contexto histórico en el que ocurrieron los naufragios, ayudando a entender cómo estos eventos han moldeado la historia de la navegación y el comercio. Además, fomenta la reflexión sobre la conservación y restauración de artefactos, ya que muchos de ellos requieren técnicas especializadas para ser preservados adecuadamente. También permite a los visitantes aprender sobre las condiciones y desafíos de la arqueología subacuática, lo que enriquece su apreciación por estos esfuerzos.
—¿En qué consiste la convención de la UNESCO de 2001 sobre patrimonio arqueológico subacuático?
—La convención de la UNESCO de 2001 busca proteger y salvaguardar el patrimonio cultural subacuático, estableciendo un marco internacional para la cooperación y la gestión responsable de estos recursos. Promueve la investigación y la preservación de los bienes culturales hundidos, asegurando que se respeten y protejan adecuadamente. La convención también destaca la importancia de la educación y la concienciación sobre el patrimonio subacuático entre las comunidades y los países firmantes.
—¿Lo han firmado todos los países iberoamericanos?
—No, no todos los países iberoamericanos han firmado la convención de la UNESCO de 2001. La adhesión a esta convención varía entre los países de la región, lo que puede deberse a diferentes prioridades en términos de políticas culturales y patrimoniales. Sin embargo, muchos países están trabajando para mejorar sus legislaciones y enfoques en la preservación del patrimonio subacuático.
—¿Qué galeones están expuestos en el Museo de Las Atarazanas Reales?
—Los galeones más destacados expuestos en el museo son los galeones Nuestra Señora de Guadalupe y San Antonio (Tolosa) de la Flota de Azogues, hundido en 1724. Además de contar con objetos rescatados del pecio, también tenemos una sala “réplica”, que recrea la primera y segunda batería de la embarcación del siglo XVIII. Esta recreación no solo permite a los visitantes imaginar la vida a bordo de un barco de la época, sino que también incluye detalles sobre la construcción naval del siglo XVIII, lo que proporciona una experiencia educativa e inmersiva.
En la sala dedicada al siglo XVII, que exhibe colecciones rescatadas del naufragio del galeón Nuestra Señora de la Pura y Limpia Concepción, un claro reflejo del comercio global y de la ruta del Galeón de Manila. En 1641, este galeón transportaba una gran cantidad de oro, plata y porcelana Ming de alta calidad. Después de hacer escala en La Habana, hubo una gran tormenta y terminó encallando al norte de la costa de La Española. Durante tres siglos, su tesoro fue buscado sin éxito, hasta que fue finalmente hallado entre 1977 y 1978 por Burt Webber, y nuevamente en 1992 por Tracy Bowden. Un dato curioso sobre este naufragio es que su cargamento de plata era tan grande que el sitio del desastre se conoce como el “Banco de la Plata”.
—¿Cómo se recuperaron del fondo del mar?
—La recuperación de los objetos del fondo del mar se ha realizado mediante expediciones arqueológicas subacuáticas desde 1976. Estas expediciones son llevadas a cabo por equipos de arqueólogos que utilizan técnicas especializadas para localizar y extraer artefactos de manera segura. Este proceso es meticuloso y requiere un profundo conocimiento del entorno marino, así como una comprensión de la conservación de los materiales recuperados.
En 2010, la Constitución Dominicana declaró que todo el patrimonio subacuático es inalienable, una disposición única que parece no tener paralelo en ningún otro país del mundo. En 2021, la República Dominicana ratificó la Convención de la UNESCO sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático.
—¿Colabora la República Dominicana con España o con otros países para la salvaguarda del patrimonio hundido?
—Sí, la República Dominicana colabora activamente con varios países, incluyendo España, así como con organizaciones internacionales, en la salvaguarda y estudio del patrimonio hundido. Estas colaboraciones incluyen la realización de investigaciones conjuntas y el intercambio de conocimientos, lo que permite un enfoque más integral para la protección y conservación de los naufragios y los artefactos relacionados.
—¿Qué navegantes le resultan especialmente interesantes?
—Los navegantes europeos del siglo XVI son particularmente fascinantes, ya que fueron pioneros en la exploración y el establecimiento de rutas comerciales en el Nuevo Mundo. Sus travesías no solo abrieron nuevas rutas de comercio y colonización, sino que también llevaron a la creación de una rica historia de naufragios que se puede estudiar y aprender en el museo.
Iniciando con Cristóbal Colón, sin dudas el más célebre y conocido por su viaje en 1492 que llevó al descubrimiento de América. Junto a él, los hermanos Pinzón, Martín y Vicente, jugaron papeles cruciales en la primera travesía, como capitanes de las naves Pinta y Niña, respectivamente, y fueron fundamentales en el éxito de la expedición.
Otro navegante notable fue Juan de la Cosa, quien fue cartógrafo y capitán de la Santa María, y ayudó a Colón en su misión. Además, los viajes de Sebastián de Elcano, quien completó la primera circunnavegación del mundo, y Andrés Niño, conocido por sus exploraciones en el Caribe, también dejaron una huella significativa en la historia marítima.
Tambien Miguel López de Legazpi y Andrés Urdaneta fueron fundamentales en la consolidación del comercio entre Asia y América a través de la ruta del Galeón de Manila, estableciendo conexiones cruciales entre el Viejo y el Nuevo Mundo. Sus contribuciones sentaron las bases para la expansión del imperio español en el Pacífico y el comercio transoceánico.
—¿Cómo afectó la piratería al Caribe?
—La piratería tuvo un efecto significativo en el Caribe, generando un ambiente de inseguridad que contribuyó a la pérdida de numerosos barcos y cargamentos. Esta actividad ilícita no solo afectó el comercio marítimo, sino que también influyó en las rutas de navegación y en las decisiones estratégicas de las potencias coloniales, resultando en un incremento de los naufragios. Para la época y en respuesta a estas amenazas, Felipe II implementó un sistema de flotas y galeones para proteger el comercio transatlántico. Estas flotas estaban organizadas de tal manera que acompañaban a los barcos en sus travesías, brindando seguridad ante los ataques corsarios.
Entre los actores de esta era se encontraban los bucaneros y los filibusteros. Los bucaneros, inicialmente cazadores de ganado en La Española, se convirtieron en piratas en el siglo XVII, atacando barcos españoles. Por su parte, los filibusteros eran más organizados y actuaban con el respaldo de potencias extranjeras, realizando incursiones más grandes.
Es importante distinguir entre piratas, corsarios y filibusteros: los piratas operaban al margen de la ley, mientras que los corsarios contaban con autorización gubernamental para atacar barcos enemigos. Esta dinámica contribuyó a un ciclo de violencia y enfrentamientos que resultó en un número significativo de naufragios en la región. Este es uno de los puntos que exponemos en nuestro museo, con las piezas de un barco corsario llamado “Golden Fleece”.
—¿Existen estudios específicos para jóvenes que quieran trabajar con este patrimonio?
—Sí, el museo ofrece una variedad de programas educativos y talleres para jóvenes interesados en la arqueología y el patrimonio cultural. Estas iniciativas están diseñadas para fomentar el interés en la historia y la conservación, proporcionando oportunidades para que los estudiantes aprendan de manera práctica sobre el patrimonio subacuático y su importancia cultural.
Sin embargo, en la República Dominicana hay una preocupación a largo plazo respecto a la escasez de profesionales en este campo. La formación en arqueología, así como en disciplinas relacionadas como la química y la conservación, es esencial, pero no hay suficiente oferta académica especializada. Además, los interesados deben obtener certificaciones de submarinismo adecuadas para trabajar en los pecios, lo que añade otro nivel de complejidad a la formación.
También es importante mencionar que las expediciones para la salvaguarda del patrimonio subacuático no son constantes, lo que limita aún más las oportunidades para que los jóvenes se involucren en esta disciplina. Promover el interés en estas carreras es fundamental para garantizar la continuidad y el desarrollo de nuevas generaciones de profesionales en arqueología subacuática.
—¿Qué sendas de crecimiento prevé para el MAR? ¿Podría ayudar a crear otros museos de este tipo en Iberoamérica?
—Se prevé que el MAR continúe expandiendo sus programas educativos y actividades comunitarias, lo que fortalecerá su papel como centro de conocimiento sobre la arqueología subacuática. Este modelo podría servir como inspiración para la creación de otros museos similares en Iberoamérica, promoviendo un mayor interés y esfuerzo por la conservación del patrimonio cultural en la región, así como el desarrollo de iniciativas que destaquen la importancia de la historia marítima.
