Empezó a “tontear” con ella. Tenía 8 años. Su padre le repetía el mismo juego una y otra vez: le hacía desaparecer cosas detrás de la oreja. Justo por esas fechas, descubrió al ilusionista David Copperfield. Héctor Sansegundo lo tenía claro: había nacido para ser mago profesional. No solo quería dedicarse al arte. Quería hacerlo desde la perspectiva del humor. Esta le parece la mejor forma de canalizar la magia. Su mayor deseo es que su público disfrute de los “efectos” que hace: prefiere no llamarlos “trucos”.
En sus inicios, hacía magia de cerca “de forma altruista”. Utilizaba objetos pequeños: cartas y monedas. Con frecuencia, buceaba en la biblioteca hasta que daba con libros antiguos de magia. Fue autodidacta. Se formó sobre el escenario. Había una “gran” escuela de cartomagia en España. Pero no en Segovia. Hasta que no alcanzó la mayoría de edad, no conoció a profesionales del sector en una asociación de magia de Madrid.
Con 12 años, hizo su primer espectáculo en un cumpleaños. Desde entonces, no ha parado. “Casi todos empezamos haciendo magia de cerca”, explica. Con una simple baraja de cartas, se pueden hacer infinidad de efectos mágicos. Tal era su pasión que, tras acabar Bachillerato, dejó de estudiar: no tenía tiempo para seguir el camino que parece imponer la sociedad. A su madre le costó asimilarlo. Con el tiempo, se dio cuenta de que su hijo tenía un don. Con 18 años, Castilla y León ya se le quedó pequeño. Sus espectáculos le llevaban a recorrer toda España.
Sansegundo cree que no podría haber tenido mejor proceso de aprendizaje. “Me he dado muchos golpes”, recuerda. Con 14 años, actuaba incluso en discotecas y fiestas de pueblos. Tuvo que lidiar con todo tipo de público. Es por ello por lo que se construyó ese personaje “tan canalla” que no permite que la gente se aburra. Formó su personaje con su personalidad. Esto no le resultó difícil: “Soy muy payaso”, bromea.
No solo ha cumplido su sueño de niño. Ahora, además, es productor de espectáculos y festivales de magia. Su camino ha tenido muchos baches. Pero ha sido “muy ilusionante”. Su trabajo le fascina. Se levanta y se acuesta pensando en magia. No desconecta. Es parte de su vida. O su vida entera.
“De lo contrario, sería muy aburrido”. Es de los que creen que la vida no sería vida sin humor. Aunque le gusta indagar en las nuevas formas de sorprender al público, hay algo que nunca cambia: lo hace con un toque de humor. De hecho, en ocasiones incluso la magia pasa a un segundo plano: “La gente puede permitir que un truco falle”, asegura. Pero no tolera el aburrimiento.
Toca todas las ramas. Hace magia de cerca. También actúa en teatros grandes. Ahora está centrado en las experiencias que hace dentro de caravanas. Trata de crear nuevas formas de vivir la magia.
Tiene claro que hay dos maneras de triunfar en el arte: siendo el mejor o siendo diferente. Va más allá: piensa que la clave para ser el mejor, es ser diferente. Su magia ya la conoce toda España: se quedó en las semifinales de la última edición del programa de Mediaset ‘Got Talent’. Y en el extranjero, donde tiene contratos pendientes. “Vivir del arte es no dejar de ponerte metas”, manifiesta. Todavía tiene sueños pendientes. Hasta que los alcance, seguirá disfrutando del trayecto.
Por segundo año, protagonizará ‘Las Navidades mágicas de Segovia’. Realizará decenas de espectáculos en la ciudad. Quiere contagiar su alegría. Más aún en unas fechas tan señaladas. Y es que solo hay una forma de olvidar la que ha sido la Navidad más melancólica de los últimos años: creyendo en la magia.
