A mi entender, el partido que hizo el Real Madrid en Manchester para acceder a las semifinales de la Champions contra el City fue un partidazo. Ya sé que algunos madridistas de altísima exigencia, como Javi Sáez, reniegan del modelo de juego que utilizó; pero un equipo que se ve obligado a jugar con un estilo que no es el suyo y lo hace tan bien, merece su reconocimiento.
En una sociedad demasiado cómoda, en la que se reniega del esfuerzo y el sufrimiento, el Real Madrid, con este partido, ha dado una auténtica lección de capacidad de adaptación, como hace unos años nos ofreció un magnífico ejemplo de resistencia. Y no el manual de nuestro infame -adjetivo calificativo bastante bien traído (perdón por la vanidad), que no insulto- presidente del Gobierno.
Porque, al final, y como los del Atleti sabemos muy bien, la forma de hacer las cosas, y no los títulos (o la Presidencia de un Gobierno), es lo que queda. Y debemos agradecer al Real Madrid, incluso los que no somos sus seguidores, los ejemplos positivos que con frecuencia ofrece. Ojo, no digo que sea siempre impecable, porque también en ocasiones desprecia su propio y autoproclamado señorío, con acciones dudosas y sobre todo cuando pierde que, conviene no olvidarlo, son bastantes más veces (54 Champions que ganaron otros) que las que gana (14, posiblemente 15 dentro de poco más de un mes).
Como aficionado del equipo rival, no solo felicito al Real Madrid por su ejemplo del otro día, sino que le agradezco la demostración del esfuerzo para adaptarse a un estilo que ni siquiera nosotros mismos, que se supone somos los especialistas, fuimos capaces de implementar. Y es que, insisto: los títulos me dan igual; me importa más (mucho más) la manera de hacer las cosas.
