Por votación popular, los socios y simpatizantes de SEO/Birdlife han elegido a la lechuza común como ‘Ave del Año 2018’. Como ocurrió con el sisón común en 2017, el ave de este año es fiel reflejo del mal momento que sufre la avifauna ligada a las zonas agrarias y que, entre otras cuestiones, evidencia problemas como la pérdida de hábitat, los efectos del actual modelo agrícola o el despoblamiento rural. En el caso de la lechuza común, el declive poblacional se sitúa en torno al 13% en la última década, aunque en algunos puntos del país el bajón llega al 50%.
“La ciudadanía ha decidido que pongamos el foco en la lechuza común. En silencio, como cuando vuela, esta especie nos avisa, desde hace años, sobre la paulatina pérdida de vida en el campo. Se la ve menos, se la oye menos. Ocurre lo mismo con los insectos. Con los roedores. Con los paisajes y con el paisanaje”, señala la directora ejecutiva de SEO/BirdLife, Asunción Ruiz.
La lechuza común es una de las aves nocturnas que se incluyen en el programa de ciencia ciudadana de SEO/BirdLife. Gracias al trabajo de los 450 voluntarios que recogen datos cada año, ha sido posible determinar su declive poblacional, cifrado en el 13% respecto a 2005.
El descenso de individuos es especialmente significativo en la parte del país denominada “región mediterránea sur”, que abarca Andalucía, Castilla-La Mancha, Murcia, Comunidad Valenciana, Islas Baleares y parte de Aragón, Madrid, Cataluña y Extremadura. En esta zona del país, la más extensa, las poblaciones de lechuza se han reducido a la mitad.
Aunque de la provincia de Segovia no hay datos, los expertos consideran que su situación aquí es “similar” a lo que ocurre a nivel nacional. “En Segovia su población se está desplomando, y además sin que nadie se entere, pues como es una ave que se ve poco, pasa desapercibida”, sostiene el biólogo Esteban Casaux, quien entiende que el caso de la lechuza común es “idéntico” al del mochuelo, también en claro declive poblacional. Casaux quiere, la próxima primavera, iniciar una recogida de datos de la especie en Segovia, se cara a evaluar su situación.
Una de las principales causas de su declive es la radical transformación del medio agrario, cada vez más alejado de los paisajes que mostraban un mosaico de cultivos adaptados a la realidad hídrica de cada zona. En la actualidad, el medio agrario está más centrado en grandes extensiones de monocultivo, a menudo basadas en regadío. Este cambio de paradigma, unido al empleo generalizado de plaguicidas y rodenticidas, contribuye a la pérdida de biodiversidad en el campo y a su contaminación. Hay menos diversidad de hábitat, menos insectos, menos roedores y, por tanto, menos alimento para las aves agrarias, que además sufren envenenamientos secundarios.
De forma paralela, las construcciones donde tradicionalmente anidaban las lechuzas, como las viejas cuadras, prácticamente han desaparecido. Y los campanarios de un buen número de iglesias se han cerrado precisamente para impedir la entrada de aves.
“Ahora apenas se ven lechuzas atropelladas en las carreteras de Segovia, y eso es una pésima señal”, prosigue diciendo Casaux, quien pronostica que tal hecho debe estar relacionado con su baja población. “Debe de haber tan poquitas que ya ni se ven atropelladas, algo que era frecuente hasta hace no mucho”, señala el biólogo.
La lechuza es un ave protegida a nivel nacional, incluida en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, lo cual le hace merecedora de una atención particular. Por ejemplo, se prohíbe cualquier actuación hecha con el propósito de darles muerte, capturarlas, perseguirlas o molestarlas, además de la destrucción o deterioro de sus nidos.
Como ocurre en la mayoría de los casos, mejorar las poblaciones de lechuza pasa por una mejora de la biodiversidad en el medio rural. Lograrlo es un reto en el que intervienen múltiples factores pero que, en el terreno legislativo, se presentan importantes hitos próximamente. En 2018, por ejemplo, se espera que el Congreso de los Diputados apruebe la Ley de Cambio Climático, que tendrá también impacto en la configuración del medio agrario. Éste, a su vez, tiene pendiente la reforma de la conocida PAC, un proceso que acaba de arrancar y que, por el momento, no ofrece buenas noticias a la lechuza. Además, también en 2018, se abre el proceso de revisión de la Directiva Marco de Agua, un instrumento comunitario crucial que tiene gran impacto en la configuración de nuestros campos.
