Voy a presentar la iglesia segoviana de los santos Justo y Pastor vista por los artistas que toparon con ella al poner sus ojos en El Cerrillo. “De las ciudades que guardan más puramente conservado entre sus piedras gastadas el espíritu de la vieja Castilla, Segovia es una de las más representativas, de las que tienen más honda fuerza evocadora, de las que están más llenas de encanto y tradición» (La Esfera, 12-VIII-1922). A tan elogioso texto acompañaba una ilustración firmada por Brañez, con esta rotulación: Fachada occidental de la iglesia dedicada a los santos Justo y Pastor. Es un pequeño templo románico tan poco conocido como merecedor de ser visitado, que nunca tuvo el gran óculo que el artista dibujó para acentuar el aura romántico creado con el sesgado celaje y con el acusado contraste de luces y sombras.

Jan Cornelisz Vermeyen, por estos lares apodado Il Barbalunga, fue un pintor flamenco que vino a España el año 1535, acompañando al emperador Carlos que marchaba contra Orán. En Segovia hubo de fascinarle el barranco formado por la ciudad y El Cerrillo que tiene al Acueducto de fondo, y lo llevó al Retrato de Lavinia van Cats y sus hijas. Mientras anduvo por aquí vería el morabito de La Piedad y recogería noticias de un sepulcro con un Cristo yacente que había en una iglesia románica. Luego, vuelto a Flandes, mezcló noticias confusas con imágenes exóticas y la iglesia de los santos Justo y Pastor que pintó en el tríptico Micault no tiene nada que ver con la realidad.

¿Veis El Cerrillo con sus iglesias del Salvador y San Justo? Está a la izquierda, bastante perdido entre los muchos elementos que pueden verse en esta magnífica panorámica cuyo título aparece abajo, Profil de la ville de Segovie en Espagne, estampada sobre plancha abierta a buril por el francés Louis Meunier en 1666. De San Justo se aprecia bien la torre de dos cuerpos con ventanas, pero hay alguna imprecisión, lo mismo que en El Cerrillo, dibujado como cerro cónico, y en el Acueducto, que continúa a levante de la iglesia del Salvador con una doble fila de arcos que no tiene.

Apenas creada, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando encargó, y fue su primer encargo, unos grabados del Acueducto de Segovia. Victor Villanueva y Hermenegildo Ugarte, los autores que en 1757 firmaron el que aquí se presenta, dibujaron lo que vieron y ofrecieron esta estampa, seca y fría, en la que, escondida tras la obra romana, incluyeron parte de los volúmenes de la iglesia de los santos Justo y Pastor, a la que los segovianos sólo se refieren dándole el nombre del primero de los dos niños mártires. Es posible que la formación clasicista de los grabadores les indujera a ocultar el edificio románico, estilo que ni ellos ni su época apreciaban.

Fernando Brambilla fue un artista italiano que desarrolló casi toda su actividad en España, donde popularizó las técnicas de grabado denominadas aguafuerte y aguatinta. Conocemos tres estampas suyas con motivos segovianos que se imprimieron en 1798 y en una de ellas, titulada Vista del Aqueducto de Segovia con parte de la ciudad, acertó con una imagen que influiría en artistas posteriores. Fue ésta colocar el monumento romano entre el recinto amurallado y El Cerrillo, destacando en éste la iglesia y torre de San Justo, situadas más allá de la desmedrada silueta de un álamo, especie que debía crecer espontánea pues aún hay por allí una calle llamada “de los Alamillos”.

Unos años más adelante, finales del siglo XIX, el dibujante Liger, el aguafortista Fortier y el burilista Daudet, tres artistas franceses que trabajaban para el Conde de Laborde, editor que se había propuesto imprimir una gran obra sobre España, realizaron una estampa muy semejante a la de Fernando Brambilla. Fue una de las muchas con las que años después se ilustró el magnífico libro Voyage pittoresque et historique de l´Espagne. La Guerra de Independencia que estalló en 1808 detuvo el proyecto editorial y el tomo dedicado a Castilla la Vieja, en el que aparecen los textos e imágenes dedicados a Segovia, hubo de esperar hasta 1820 para imprimirse.

Si bien simplificado y reducido a líneas, semejante, ya que fue copiado, como lo copiaron los artistas que trabajaron para el Conde de Laborde, del original de Fernando Brambilla, es el dibujo de aquel espacio llevado a un atlas con imágenes que se publicó bajo el título de France Militaire por estar destinado a servir de guía y apoyo a los ejércitos de Napoleón que invadieron la península en 1808. Hecho paradójico que unos grabados creados para embellecer unos libros y, con ello, para deleite y solaz de lectores amantes de los viajes y del arte acabaran al servicio de las armas en una guerra cruel.

Con pocas variaciones, de las cuales la más notable es la presencia de soldados explicable porque en España se estaba viviendo la Primera Guerra Carlista, aquel mismo espacio fue dibujado por el escocés David Roberts y grabado al acero por J. Cousen para ilustrar la obra del primero, Pittoresque sketches in Spain, impresa en 1836. Para Roberts como para los que anteriormente dibujaron la iglesia de San Justo, ésta siguió siendo un elemento secundario, no la reprodujo con fidelidad ni tuvo en cuenta su gracioso remate. Yo hasta dudo que el artista dibujara directamente esta vista que fue una de las que más difundió por el mundo la imagen de Segovia.

Al parecer, acaso para una Historia de Segovia que no pasó de proyecto se hizo este dibujo, La iglesia de San Justo vista desde el Ángel, conservado en el Archivo Catedralicio. Infantil y desmañado pero lleno de encanto por su afán descriptivo: a lo lejos asoman la ermita y las cruces de la Piedad; sobre el Acueducto se ven unas improvisadas defensas que se construyeron ante la inminencia de la invasión de la ciudad por las tropas mandadas por el general carlista Zariategui; y, en primer término, la cinta blanca del camino que entonces era la carretera de San Ildefonso. La torre es fiel en su forma y detalles: un primer cuerpo macizo, un segundo con arcos ciegos, otro con arcos huecos para campanas y un remate con aberturas apaisadas único en Segovia.

Nos encontramos nuevamente con José María Avrial y Flores, reconocido acuarelista y escenógrafo que vino a Segovia el año 1840 como profesor de la Escuela de Nobles Artes. Ganado por la belleza de cuanto veía, aprovechó su estancia aquí para pintar a la aguada panorámicas, monumentos y detalles con los que llenó dos libros: Segovia pintoresca y El Alcázar de Segovia, si el primero interesantísimo, el segundo inapreciable por cuanto sirvió para reconstruir mucho de lo que unos años más tarde un voraz incendio destruyó en la incomparable fortaleza. En esta panorámica, pintada a la acuarela, se atiene fielmente a la realidad, con la torre de San Justo contrapuesta, por su robustez, a la gracia del alamillo que crece delante. Y todo ello realizado con unos colores delicados y suaves, que dan una gran belleza a la pintura.

Jesús Avrial era hermano de José María y como él, acuarelista y grabador. Es a quien corresponden las iniciales J. A. que aparecen en esta xilografía -grabado en madera- de líneas precisas y limpias, que debió hacer en algún viaje a Segovia, mientras su hermano estuvo en la ciudad. Y si no podemos decir que copió fielmente la aguada de aquel, con los mismos elementos y detalles, es porque se extiende más a la derecha y reproduce los arcos de refuerzo que sostenían una parte de la calle San Juan. La xilografía se publicó en el libro La España geográfica, histórica, artística y pintoresca, escrito por Francisco de Paula Mellado y editado en Madrid el año 1845.

Otro dibujante que llegó a Segovia por aquellos años centrales del siglo XIX fue el catalán Francisco de Paula van Hallen quien, entre 1844 y 1847, editó en cuatro entregas su obra La España Pintoresca y Artística, sin textos, solo con ilustraciones de dos tipos, litografías y grabados abiertos a buril. En el último tomo publicado, titulado El Escorial, La Granja y Segovia, aparece esta litografía con el Acueducto visto desde la parte más baja del valle. Para la derecha imaginó un templo clásico; a la izquierda, rodeado de vegetación, pero perfectamente visible, está la torre de San Justo coronando el Cerrillo.
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* Supernumerario de la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce.
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