Tras la conquista de Toledo por parte de Alfonso VI El Bravo, en el año 1085, la villa dejó de tener tanta importancia estratégica como antaño. Lo que provocó que fuera transformándose en un enclave más pacífico.
El 26 de octubre del año 1110 tuvo lugar la batalla de Candespina cerca de Sepúlveda, donde se enfrentaron aragoneses y castellanos, los primeros partidarios de Alfonso I el Batallador rey de Aragón, y los segundos, de su mal avenida esposa, doña Urraca I la Temeraria, reina de León y Castilla, hija de Alfonso VI de León y Castilla, cuyas huestes estaban comandadas por los condes Pedro de Lara y Gómez González. Los aragoneses lograron la victoria y ocuparon Sepúlveda, en cuyo castillo fue asesinado el conde don Gómez González, amante de doña Urraca.
Jerónimo Zurita describe la batalla de la siguiente manera:
“Comenzándose a herir de ambas partes la batalla, desamparó luego el conde don Pedro González el estandarte real, y salió huyendo del campo y el conde don Gómez con los castellanos de su batalla estuvo firme en ella, pero fueron a la postre desbaratados y vencidos y quedó el conde Gómez vencido y muerto en el campo”.

Después los ánimos se tranquilizaron y en el relativo sosiego de la Castilla medieval, Sepúlveda fue residencia asidua de personajes tan importantes como del infante don Juan Manuel, Enrique II el de las Mercedes y de don Álvaro de Luna.
En 1470, con motivo de la boda, por poderes, de doña Juana la Beltraneja con el duque de Guyena, hermano de Luis XI de Francia, en el Paular (Madrid), Enrique IV el Impotente donó la villa de Sepúlveda a don Juan Pacheco, marqués de Villena, pero Sepúlveda se reveló e impidió que el marqués tomase posesión de la misma, a la vez que también prohibió al rey la entrada en la villa, pero dejó pasar por sus tierras a las huestes de Isabel y Fernando, tomando así partido por uno de los contendientes en el conflicto por la sucesión al trono, entre doña Juana la Beltraneja y doña Isabel de Castilla, quien después, ya reina, mandó que la villa nunca fuera desmembrada de la Corona.
Fue en la Edad Media cuando Sepúlveda tuvo un gran desarrollo, gracias al cual cuenta con uno de los mejores conjuntos románicos de la provincia. Llegó a tener 16.000 habitantes (hoy sólo tiene unos 1.000), dedicados principalmente a la explotación de rebaños de merinas y de las industrias derivadas de la lana, con telares y fábricas de paños que exportaban a toda Europa, con tenerías para el curtido de pieles y donde convivían árabes, cristianos y judíos.

A lo largo de la historia se ha dado una gran concentración de títulos nobiliarios afincados en esta bella y señorial villa medieval de pequeñas, empinadas y tortuosas calles, encaramada en lo alto de un promontorio rocoso cubierto de tomillo y espliego, guardada en sus simas por las hoces del río Duratón, que reúne una singular belleza, además de una maravillosa reserva de aves de rapiña. Desde Giriego a Villaseca, el río va horadando lo escabroso del terreno, dibujando hermosos y profundos meandros, a la vez que creando una muy estrecha vega en algunos de sus recodos, donde crecen esbeltos árboles y frondosa vegetación. En las escabrosas paredes de su rivera de hasta 70 metros de desnivel con respecto a la paramera circundante, anidan los auténticos propietarios del lugar: buitres, alimoches, águilas, halcones y chovas. Aquí se encuentra la Cueva de los Siete Altares el primer templo cristiano de la provincia de Segovia, (Teníamos siete puertas y ahora tenemos siete altares). Talladas en la roca están las siete hornacinas que han dado nombre a la cueva. San Frutos patrón de Segovia, eligió este hermoso paraje para apartarse del mundo, llevando vida de eremita en compañía de sus hermanos Valentín y Engracia.
Ya en los siglos XIX y XX, Sepúlveda tuvo que dedicar sus esfuerzos a solventar sus problemas económicos y sociales, como centro comercial y administrativo de la comarca además de importante centro turístico, vacacional y gastronómico.


El Castillo
Al castro romano primitivo se le añadió una alcazaba árabe con torreón mudéjar y sobre el rancio abolengo romano y moro, el conde Fernán González levantó su mansión de recia fortaleza cristiana, en la que destacaron enormes escudos, todo ello rodeado por una muralla perforada con siete puertas. El conjunto dotado de cuatro cuerpos de edificación se extendían ladera arriba cuyas actuales ruinas apenas pueden dar idea de lo que fue en los siglos XII y XIV. Pero, así y todo, guerrero abatido, pero no vencido, en 1808 el castillo de Sepúlveda resistió cinco asaltos consecutivos de cinco mil franceses invasores durante la guerra de la Independencia.
Parte de las reliquias de este histórico castillo han sido restauradas y así podemos verlo en uno de los laterales de la Plaza Mayor de la villa, convergencia de calles y caminos, presidida por las torres del castillo, pintada por Gutiérrez Solana, Zuloaga y Tablada. Hoy solo quedan restos de las antiguas murallas y de las siete puertas que las perforaban.
Cuenta la leyenda, que Fernán González nombró en este castillo de Sepúlveda los 300 primeros caballeros castellanos, para lo cual tuvo que regalarles 300 caballos y 300 espadas a los nominados del lugar para acceder a la orden de caballería, ya que ellos carecían de todo.
Tampoco falta la leyenda negra en este castillo de Sepúlveda: se cuenta que en el siglo XIV estuvo el castillo en poder de una secta judía que sacrificaba a inocentes niños cristianos, y también circula la leyenda de la ejecución de 16 semitas (israelita) castigados con la horca y el fuego por acusaciones secretas en 1468.

Iglesias en la villa
La villa de Sepúlveda tiene cinco iglesias que son: San Bartolomé, Santiago, El Salvador, Nuestra Señora de la Virgen de la Peña y Los Santos Justo y Pastor, que alberga el Museo de los Fueros.
Iglesia de El Salvador
La Iglesia del Salvador es un magnífico templo de una sola nave y estilo románico del siglo XI que corona la villa. Desde esta elevada atalaya se disfruta de una impresionante vista de todo la villa y su entorno
Iglesia de Santiago
La Iglesia de Santiago es un templo de una sola nave con ábside, doble arquería y figuras geométricas de estilo mozárabe. Además, tiene una cripta subterránea con algunas tumbas excavadas en la roca datadas sobre el siglo X. En el interior del templo se encuentra la Casa del Parque, un centro de interpretación del Parque Natural de las Hoces del río Duratón, que complementa la visita al ofrecer información sobre la biodiversidad y el patrimonio natural de la zona.
Iglesia de Nuestra Señora La Virgen de la Peña
Es un templo porticado de una sola nave en estilo románico del siglo XII, ubicado en el mirador a las Hoces del Duratón. La Virgen de la Peña es la patrona de Sepúlveda y de su Comunidad de Villa y Tierra. El recorrido desde el Arco de la villa hasta la Virgen de la Peña, pasando por la cripta románica de San Justo con su bella imaginería, es lo más notable de la villa.
Abunda el caserío en palacios y casas solariegas blasonados de planta maciza y sin patio como la de los condes de Sepúlveda, la de las Conchas y la del Moro, en concordancia con las bellas arquitecturas populares. En cada una de sus rinconadas y de sus piedras ha quedado prendido el señorío de sus gentes, que se enorgullecen de ser sepulvedanos.

En el final del siglo XX, reinaba una extraordinaria confusión-ofuscación entre los distintos estamentos locales, comarcales, provinciales y autonómicos por una parte y vecinos de la villa, asociaciones de ecologistas y conservacionistas por otra. El motivo era la perforación de un túnel de 310 metros bajo la villa y la construcción de un viaducto junto a la reserva de las Hoces del río Duratón, para evitar el tráfico rodado en el casco urbano. Finalmente, el túnel quedó perforado el día 26 de abril del 2001, y el tráfico rodado que va de paso, que no para en la villa, pasa por su subsuelo.
Hoy la villa de Sepúlveda es un puntal de la máxima referencia en la gastronomía de castellana. A ella acuden diariamente cientos de personas a degustar sus ricas viandas, entre las que destaca su inmejorable cordero asado en sus numerosos mesones y restaurantes, así como a deambular por sus calles, visitar sus iglesias y contemplar la belleza natural de las Hoces del Duratón con las especies palmípedas que las habitan.
La villa de Sepúlveda fue declarada Conjunto Histórico Artístico el año 1951.
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Fotografías de José Antonio Santos
