Hace años que optamos en España por adaptar nuestro fútbol sala a una normativa global que lo transformó en un deporte digamos… menos espectacular, por no herir susceptibilidades. El chantaje al que nos sometieron con los Juegos Olímpicos como excusa tornó en un gol imparable hasta para Luis Amado. Y ahora volvemos al saque de banda con las manos, pero solo si nos apaña.
A la FIFA no le gusta el fútbol sala y no hace nada para dotarlo de identidad propia. Pero de vez en cuando disimula. Por eso ahora, después de tomarnos el pelo durante años, nos permiten a los españoles aplicar la norma del saque de lateral alternativo ‘de manera experimental’. Lloremos de gratitud.
Y, como si de una película de los Hermanos Marx se tratara, la parte contratante de la primera parte se aplica en todas las categorías. A la vez, no vaya a ser que dure poco y no lo disfrutemos. Quizá por eso se lo comunicaron a los clubes tres semanas antes del comienzo del curso. Así va, que muy pocos lo aplican. Y la FIFA, a lo suyo, se mantiene en su pérfida misión normativa prohibiéndole la gorra a los porteros. La gorra. Por fin destierran ese maléfico complemento de las canchas, fuente de conflictos y que tanto afecta al espectáculo del fútbol sala. En fin.
Por cierto, la culpa del presunto ridículo de la Selección masculina en los últimos torneos internacionales no la tienen las reglas, pero son una excusa divina para distraer la atención de la trifulca que enfanga el fútbol sala patrio. Al menos han puesto al frente del equipo al mejor. Le deseo suerte a Jesús Velasco, porque la va a necesitar.
