“Soy muy feliz con un tambor colgado al hombro después de 11 horas”. Es un sentimiento que Javi Plaza, con más de dos décadas de percusión de Semana Santa a sus espaldas, define como plenitud. “Es algo que tenemos dentro. Pese a la paliza que tienes encima, ves cómo la gente se emociona con lo que tú estás haciendo, y con el paso, que es por lo que todos estamos allí. Ese momento de emoción es la hostia para los demás”.
Miembro desde 2013 de El Amarrado, una de las bandas con más repercusión en la Semana Santa andaluza pese a ser de Ávila, se subió el sábado al autobús con una decena de músicos segovianos para disfrutar de la semana por la que trabajan todo el año. Porque una banda se cimenta sobre la emoción compartida. Así explica él esa armonía: “Hacer un redoble que vaya cuadrado y suene todo igual… Te miras con el compañero, que a lo mejor has tenido una pequeña riña hace 20 minutos, pero sonríes con él y os decís: qué buenos somos. Esos pequeños detalles son por los que estamos haciendo esto”.
La Banda de Cornetas y Tambores Santísimo Cristo a la Columna ‘El Amarrado’ de Ávila nació en 1998 bajo el impulso de un grupo que pertenecía a la Junta de Semana Santa de Ávila. Su director, Tomás García, habla de “inquietudes” y de la intención de “experimentar en el campo musical” frente a los límites de tocar solamente en Ávila y portar el traje reglamentario. Fueron pioneros y formaron una banda independiente. “En aquella época eso esa súper difícil, casi todas las bandas eran de cofradías”. Se auspiciaron en la creación de una asociación cultural con una treintena de músicos.
El director lo explica: “Cuando estás dentro de una cofradía, como les ha pasado a muchos compañeros, la banda es una cosa más. Ellos tienen sus propias inquietudes con las flores, los pasos o las túnicas”. Era una lucha por dar más importancia al aspecto musical y generar recursos propios con sus conciertos, como han logrado con el paso de los años. Sus ingresos en Semana Santa sostienen la asociación.
La tradición abulense respondió con rechazo. “Dejamos de tocar en Ávila capital, no entendían que hubiera una banda que no fuera de las cofradías. Eso nos hizo buscarnos las castañas fuera de nuestra ciudad”. Convirtieron un problema en una oportunidad y abrazaron la ocasión de tocar en Andalucía. Fue el inicio de un despegue sostenido que ha lanzado tres discos y ha ganado un meritorio posicionamiento dentro de la Semana Santa andaluza. El resultado es que, años después, ha regresado cual hija pródiga a su tierra, donde han vuelto a sonar sus cornetas.
El crecimiento de El Amarrado hizo que ese embrión íntegramente abulense traspase fronteras y ahora cuente con músicos de Segovia, Tarancón, El Escorial, Madrid, Humanes, Valladolid o Palencia. Antes de la pandemia superaron el centenar de miembros, en torno a los 115, y este año son 95; más de dos tercios son abulenses y hay ocho segovianos en el grupo. Eran viejos amigos, bandas que habían coincidido en certámenes y tenían un contacto directo. Cuando fallaron sus bandas, pusieron rumbo a Ávila.
“Estamos todo el año pensando en estos días, en tocar detrás de un paso, de sus costaleros. Es lo que nos hace felices”
El Amarrado ensaya cuatro días a la semana y los segovianos, que organizan su comitiva para ir juntos, intentan ir uno o dos días. “Hemos conocido a gente que si no es por esto…. Yo me llevo amigos de la banda”, explica Plaza. Están unidos por un concepto: esta semana. “Para nosotros, esta semana es prioridad. Es donde disfrutamos. No tenemos ningún beneficio económico; simplemente ir y tocar. Y al final estamos todo el año pensando en estos días. Queremos tocar detrás de un paso, de unos costaleros. Es lo que nos hace felices”.
El tambor llegó a las manos de Plaza, que regenta una peluquería en San Lorenzo, a los 12 años, como parte de la extinta banda segoviana Sagrado Corazón. Como ocurre con El Amarrado, “no era la típica banda de cofradías para salir con un paso”, así que fue un destino natural. “Cuando despareció queríamos seguir haciendo esto. ¿Qué tenemos más cerca? Ávila”. Ya antes, los abulenses habían servido de referente. “Nos explicaron cómo parecernos más a esas bandas sevillanas, en uniformidad, estilo de música o incorporar nuevos instrumentos. Porque en Segovia era túnica, corneta y tambor. Se despertó una curiosidad y la gente de Ávila iba un pasito por delante”.
La banda Sagrado Corazón esgrimía un amplio currículo de actuaciones: Albox (Almería), Águilas (Murcia), Chucena (Huelva), La Campana (Sevilla) o San José de la Rinconada (Cádiz). “Era una banda más chiquitita y los contratos eran más precarios, pero siempre en Andalucía”, recuerda Plaza, de 34 años. Pronto se empaparon de esa idiosincrasia. “Este tipo de formaciones, que nacen de un estilo militar, con corneta y tambor, empezaron a evolucionar cuando los compositores sevillanos, que son la cuna, fueron incorporando instrumentos para mejorar el sonido. Hace que suene mejor y que la banda crezca en número de miembros. Ahora lo que se premia es eso; es más fácil conseguir contratos cuantos más componentes tenga la banda”.
Así que esa decena de segovianos –sus nombres han ido cambiando a lo largo del tiempo pero su número ha permanecido estable– encontró en Ávila una versión mejorada. Porque incluso en un concepto como la Semana Santa, cimentado en la tradición, hay un amplísimo margen para la vanguardia. El último instrumento en entrar en su armonía es el ‘jam block’, una versión moderna de la caja china con orígenes latinos y cubierto de plástico. Se une a otra pieza exótica como las campanas tubulares. “Hay veces que quizás no se acierta con instrumentos, pero cuando se logra, aporta esa sonoridad que llega al público que no está muy familiarizado y acaba diciendo: ‘Esto no suena tan a Semana Santa’. Y se puede escuchar en otros contexto”, subraya Plaza.

El Amarrado ha evolucionado desde sus orígenes, que no fueron fáciles. Cuando surgió la banda, solo contaron con el apoyo de tres cofradías de Ávila. “Hubo una especie de veto, de no tocar. Nosotros éramos unos chavalillos y te dicen que no van a contar contigo. Te ves con unos trajes que tienes que pagar y buscando contratos fuera”, recuerda su director. No olvidan su primera incursión en Andalucía: Campo de Criptana, una cofradía de Almería que viajó para verles ensayar. “Les dime el boceto de traje que queríamos y nos adelantaron el dinero para que pudiéramos tenerlos. Incluso nos bordaron todos los mantolines de las cornetas”. Ese apoyo fue crucial, porque de ahí surgió el boca a boca en una época sin vídeos de YouTube que utilizar como promoción: los pasos antes se mostraban con fotografías y cartas. Empezaron a tocar con bandas andaluzas en el certamen Toques de Pasión, toda una referencia. Y fueron muy fieles a sus primeros ‘clientes’: apenas cambiaban de cofradías.
El tiempo ha unificado estilos y el modelo andaluz se ha imitado. “El criterio musical es el mismo para todos los sitios”, explica García. Esa tradición sureña se oye cada vez más en la meseta, pero el empuje andaluz a la hora de congregar cofrades, les aporta más fondos, lo que les permite costearse mejores bandas. “También están apareciendo cofradías en ciudades de Castilla y León que están funcionando muy bien”.
La comitiva de El Amarrado comenzó su ‘rad trip’ en Ávila el viernes. El domingo tocaron en Linares, con La Borriquilla; ayer pusieron el compás al Cristo de la Caridad de Jaén para regresar hoy a Ávila con la cofradía de La Estrella. Nada más acabar, sus dos autobuses pondrán rumbo a Sevilla para tocar mañana en Arcos de la Frontera, con el Cristo de la Misericordia. El jueves ponen rumbo al sur para salir con El Nazareno de Alcalá del Valle (Cádiz) y volver el viernes con La Veracruz de Cabezas de San Juan (Sevilla). El cierre lo ponen en Ávila el sábado con Las Damas de la Soledad. La relación con su tierra ahora es buena. “Poco a poco se van estrechando relaciones, pasa el tiempo. A todo el mundo le gusta tocar en su tierra”, sonríe su director. La banda pródiga, con un toque de calidad segoviano, ha vuelto a casa.
