El cinco de mayo viví en el campo de La Albuera, como un aficionado más, el ascenso de la Gimnástica Segoviana a Primera Federación. He seguido a la Sego durante toda la temporada, como segoviano y debido al paisanaje con Fernando Llorente, desplazándome desde Madrid a Segovia, Talavera, San Sebastián de los Reyes, o Cobeña. Después de la enorme experiencia vivida y de la alegría y el entusiasmo por el ascenso, con la enorme esperanza, acechan ahora las dudas tanto deportivas como económicas. Éstas, mayúsculas, hasta el punto de que la Segoviana pueda inscribirse en la categoría conquistada con tanto sudor, según lo manifestado por Agustín, su presidente. En verdad, nada nuevo, porque los equipos, a partir de esa categoría, se encuentran con muchos obstáculos. Por tanto, está bien que se manifieste para solucionarlos y a ello quiero contribuir con los límites que impone un artículo breve.
En primer lugar, todos los segovianos tienen que convencerse que la Gimnástica Segoviana es el equipo de la capital y el que representa a toda la provincia por categoría. El de superior categoría deportiva de la provincia. Como lo son el Valladolid y el Burgos en su provincia. Esto requiere dotarle de los medios económicos imprescindibles para mantenerle en la categoría por muchos años. Para ello deben contribuir todas las instituciones públicas y privadas interesadas en el desarrollo provincial: Ayuntamiento, Diputación, empresariado diverso, comercio familiar, socios, aficionados y segovianos en general.
Fue un filósofo, Gustavo Bueno, quien afirmó que la importancia de las ciudades se mide por si tiene un equipo de primera división o no. Por eso, hace quince años o más, propugnó, con gran escándalo, que el Gijón debía dejarse ganar por el Oviedo, para que éste ascendiese a Primera División. No le hicieron caso, empataron, y el Oviedo no subió. Ese pacto silencioso ocurrió entre el Illescas y la Segoviana en el último partido. Al ganar por 1-0, la Segoviana subía y el Illescas no jugaba el play off de descenso. Soria conoce y sufre la decepción que le ha producido no ascender de categoría. La Sego no aspira a tanto como el Valladolid, pero mantenerse en primera federación es una obligación que tienen que asumir todos los segovianos, además de Cándido, El Duque, El Bernardino, José María, los fabricantes del chorizo de Cantimpalos o Carbonero o los jamones de cerdo mangalica o la venta Magullo. Son vasos comunicantes. Ambos se benefician.
En segundo lugar, si la provincia no lograra la financiación necesaria y bastante, la Segoviana es un club goloso, más que el ponche. Un gran inversor o fondos económicos pondrán de inmediato sus ojos en el equipo. Segovia tiene suficiente atractivo para comprar e invertir en el club. Su cercanía 45 minutos de Madrid, y su atractivo turístico por se ciudad patrimonio de la humanidad hacen apetecible la inversión en ella. El acueducto es uno de los monumentos más visitados y más fotografiados. La dama de la catedrales y el Alcázar tienen renombre mundial. Menos en población, Segovia gana en todo a Valladolid, Burgos o Zamora.
En tercer lugar, otros clubes de superior categoría pueden estar interesados en colaborar y tener lazos de hermandad con la Segoviana, para que los futbolistas se fogueen ella. Me refiero a la multipropiedad a ejemplo del Manchester City y el Girona. Algunas de las reflexiones vienen de dirigentes del Huesca, ciudad de población similar a Segovia, que mantiene el equipo en segunda división.
Ofrezco estas propuestas a la Junta y a su presidente Agustín para tratar de ver el futuro con optimismo. Tienen que devanarse los sesos para alcanzar los objetivos y, si es necesario, ofrezco mayor colaboración por mi parte.