Todos los día veo por las calles de Cuéllar la furgoneta de Amazon. Se desplaza tanto por lugares céntricos como por las callejuelas más retiradas. A todas partes llegan los pedidos que responden a las demandas diarias trasladadas a las redes y que han sustituido a los paseos que animadamente dábamos por calles y tiendas, buscando aquello que necesitábamos.
La furgoneta de Amazon, camello del comercio moderno, circula por las calles que un día fueron comerciales, entre los espectros de las tiendas que antes latían como el corazón de la economía comercial de la comarca. Representa el mundo que viene, avanzando entre los despojos del viejo orden que se deshace a pedazos.
Esa furgoneta azul a mí se me aparece como el nuevo jinete del Apocalipsis, añadido al Hambre, la Guerra, la Peste y la Muerte, de los que tenemos muchas noticias en estos tiempos que adivinábamos felices. Imagino al nuevo jinete tocando la Trompeta y anunciando como el profeta “preparaos, que el fin de este mundo que conocéis está cerca”, “Abandonad vuestras viejas costumbres, olvidad todo lo que habéis vivido”, “Vuestro viejo mundo desaparece, abrid vuestros corazones y vuestra cartera a la nueva vida que yo os traeré cada día”.
La furgoneta azul representa la nueva realidad a la que golpe tras golpe, nos empujan a sumergirnos. No hace falta que salgas de casa, todo está aquí, todos los bienes que necesitas, tu comida, tu bebida, tu ocio, tus relaciones…no necesitas moverte de casa. Allí estás bien. Siempre conectado (con nosotros). Y sin molestar, ni hacer preguntas incómodas.
La furgoneta de Amazon no trae solo paquetes con los prosaicos productos que hemos solicitado, la mercancía fundamental que nos venden son los sueños, como en su día nos ocurrió con el cine. Aunque el precio a pagar sea un poco más caro que entonces. Ahora pagamos con una parte de nuestro tiempo, de nuestro ocio, de nuestra intimidad y…de nuestra vida.
Esta nueva forma de comercio está cambiando el aspecto de pueblos y ciudades. Los núcleos urbanos que hoy conocemos tomaron forma hace mil años, cuando comenzó a resurgir al comercio tras la ruralización que sobrevino a la desaparición del Imperio Romano. Se recuperó el intercambio, el comercio, la cultura…y surgió la arquitectura de las nuevas ciudades, con calles llenas de artesanos, comercios, tiendas y mercados. Aparecieron nuevas formas de vida social, relaciones, oficios, celebraciones, fiestas…Ese mundo está desapareciendo. Lo vemos en los pueblos y ciudades de cualquier nivel. Escaparates clausurados, espacios vacíos, “se vende” o “se alquila” como la única propuesta. Todo eso simboliza la furgoneta de Amazon.
“Panta rei, todo fluye”. Decía el griego Heráclito. Parece que todo lo que sentíamos como seguro se está desmoronando. El trabajo, las relaciones sociales, las familiares, el acceso a la educación o a la información, el empleo del ocio, las fiestas…Todo está sumido en la inseguridad y en la incertidumbre. Hasta los mismos dioses se sienten inseguros. Las iglesias están sin curas. Los conventos están sin monjas. Otros dioses y becerros ocuparán su lugar. No podemos decir si serán mejores o peores. Simplemente podemos contemplar el final de una era como contemplamos la apocalíptica furgoneta de Amazon cabalgando por nuestras viejas calles.
