“Vive tranquilo y no te apures, pues detrás de ti dejas tu obra: obra de un hombre de fuerzas colosales. Dejas ejemplo sin igual y tu nombre vivirá para siempre”, escribió el pintor Ignacio Zuloaga a su tío Daniel Zuloaga, en una carta enviada desde París. Unas palabras escritas en 1917, tan solo cuatro años antes de la muerte del ceramista, que vaticinaban una realidad que, en gran medida, se cumplió.
Precisamente, honrar su nombre, trabajo y obra es uno de los propósitos que se han marcado diferentes instituciones y entidades con motivo del centenario de la muerte de Daniel Zuloaga. De este modo, siguiendo este objetivo, el Museo Zuloaga inauguró ayer la exposición ‘Zuloaga. Mi tío y mis primas’ en homenaje al ceramista, que se realiza a través de la obra de su sobrino, Ignacio Zuloaga, que, de modo parecido, también quedó prendado por el paisaje y paisanaje segoviano.
No obstante, es menester destacar los retratos que este hizo de su tío y primas –Esperanza, Teodora y especialmente Cándida-, cuyos rostros ahora son protagonistas de algunos de los más importantes salones y galerías del mundo, como el Museo de Orsay, en París; el Museo de Bellas Artes, en Boston; el Museo Metropolitano de Nueva York e, incluso, pinacotecas de Rusia.
El gran legado zuloaga
“Es nuestro deber promover que el rico legado patrimonial vinculado al apellido Zuloaga, tío y sobrino, sea preservado”, indicó el director del Museo de Segovia, del quien depende el de Zuloaga, y comisario de la exposición, Santiago Martínez Caballero. Un cargo que ostenta junto a Carlos Alonso Pérez-Fajardo, que es también director del Museo Ignacio Zuloaga de Pedraza.
“Una vez que sus cuadros salían de Segovia, nunca volvían”, declaró Pérez-Fajardo en un afán por mostrar la internacionalidad del arte y obra de Ignacio Zuloaga. De hecho, “solo se quedaron aquellos retratos que el pintor destinó específicamente a regalar a sus tíos y primas”, aseveró. En concreto, el Museo Zuloaga, ubicado en la Iglesia de San Juan de los Caballeros, donde Daniel Zuloaga asentó su hogar y taller, únicamente conserva tres de esas obras.
Por ello, incidió en la importancia de esta exposición, pues cumplía los designios de la nieta del pintor Ignacio Zuloaga, María Rosa Suárez Zuloaga, que falleció en marzo del año pasado. Precisamente, su gran aspiración era “volver a traer la familia a casa”, según recogió Pérez-Fajardo en su intervención durante la inauguración.
A ello se suma la dedicatoria principal de la muestra al segoviano Mariano Gómez de Caso, gran estudioso de las figuras de Daniel e Ignacio, cuya pérdida también se lamentó el año pasado. Según figura en una de las paredes del piso superior de San Juan de los Caballeros, donde tiene lugar la muestra, “la mayor parte de la documentación está basada en su minuciosa investigación y catalogación del archivo epistolar”. Todo ello para concluir que es “un último y capital testimonio de cuánto le deben los Zuloaga a Segovia”.
Recorrido por la exposición
La selección consta de más de una decena de cuadros del pintor Ignacio Zuloaga, principalmente óleos, aunque también destaca un carboncillo sobre lienzo y una litografía. Estas piezas proceden de diferentes museos públicos y colecciones privadas, pero también del propio Museo Zuloaga.
En suma a ello, los cuadros que adornan las paredes rojo oscuro de la planta superior del edificio se exponen acompañados de un conjunto documental, que aportan contexto a la relación. Así, también se pueden encontrar fotografías, cartas de los archivos de los Zuloaga, recortes de prensa y otros artículos que son clara muestra del paso de los dos artistas por Segovia.
De este modo, aparte de tratar la relación entre tío y sobrino desde una perspectiva cercana, hay una clara intención de mostrar el protagonismo de la provincia en cada una de las obras y retratos de Ignacio: “Si no hubiera tenido aquí a su tío y primas, si no se hubiera instalado en Segovia y hecho patria chica de ella, nunca hubiéramos conocido un pintor como el que conocimos pues no hubiera estado tan inspirado”, determinó Pérez-Fajardo.
Pero no solo el pintor le debe a Segovia, sino que esta y el conjunto de la Comunidad también están endeudadas con su obra: “El mundo entero llegó a conocer las esencias de toda Castilla a través de las sonrisas y gestos de sus retratos”, insistió el comisario de la muestra. De ahí que contemple que la exposición está especialmente dirigida a los segovianos y castellanos.
De este modo, las piezas que conforman la exposición comparten sus particularidades pictóricas y tienen como principales protagonistas a sus familiares, pero también a segovianos anónimos -como Francisco o Gregorio– a los que Ignacio puso frente a su caballete y ahora constituyen sus obras más emblemáticas. Todo ello sin olvidar a personas de gran renombre, como el torero Juan Belmonte, cuyo retrato es una de las obras estrella de la exposición.
De este modo, su legado se conforma como parte de la historia y, a su vez, hace historia. Así, es menester recordar a Ignacio Zuloaga como “el pintor de Castilla” y, en suma a este, a su tío Daniel como “figura capital dentro del panorama artístico de principios del siglo XIX”, según estimó el Pérez-Fajardo.
