La intención de instalar una fábrica de cemento en Carbonero el Mayor, contando para su elaboración con las calizas del cerro de La Muela, se remonta a los primeros años del siglo XX. Tradicionalmente, la economía de muchas familias de Carbonero y de su barrio Fuentes dependían de la fabricación de cal en los numerosos hornos que eran abastecidos con la piedra caliza de este cerro y alimentados con las cortas de ramaje en los pinares de la zona.
Los primeros proyectos de fábrica de cemento
La iniciativa partió de un industrial de Bernuy de Porreros, D. Niceto Barrio, sobre la base de ampliación y modernización de la pequeña fábrica de cemento que operaba en esa localidad desde el año 1891, elaborando un promedio de 500 toneladas de cemento al año. Don Niceto comenzó trabajando inicialmente como encargado de la fábrica y después pasó a ser su propietario en 1910. Los planes expansionistas que mantenía le llevaron a buscar en la provincia mineral apto para la fabricación del cemento Portland, dado que las calizas de Bernuy, con elevado contenido en magnesio, no eran apropiadas para conseguir un cemento de calidad.
Casualmente, en 1914 y por encargo de la fábrica de vidrio de La Granja, se analizaron las calizas de La Muela dando como resultado una composición mineralógica ideal para la fabricación del cemento Portland, circunstancia que atrajo el interés de D. Niceto Barrio, quien proyectaba la creación de una industria con capacidad para la elaboración de 50.000 toneladas anuales de cemento, ultimando un proyecto para la instalación de una fábrica en el año 1916 que no conseguiría materializarse. Por aquella época, los embriones de desarrollo industrial que empezaban a gestarse en Carbonero no gozaban del apoyo de los poderes fácticos, entre ellos los grandes propietarios de tierras de labor, que veían peligrar la disponibilidad de mano de obra agrícola con la aparición de nuevos focos de desarrollo, como la llegada del ferrocarril, la industria resinera y la propia fábrica de cemento; entonces la población era mayoritariamente agrícola, trabajando las tierras de labor en régimen de aparcería.
En este escenario se producen otros dos intentos de instalar una fábrica de cemento en los años 1918 y 1929, así lo recogía el diario La Tierra de Segovia en un artículo dedicado a Carbonero en su edición del 18 de diciembre de 1921 “estudiándose en la actualidad un magno proyecto de instalación de una gran fábrica de cemento, que tendrá para Carbonero una trascendencia enorme”. Ambos proyectos también fueron abocados al fracaso.
La Fábrica de Cementos Portland Carboneo el Mayor (Segovia) S. A.
Con una nueva coyuntura política a nivel nacional, pocos meses después de la dimisión del general Primo de Rivera, y a las puertas de la proclamación de la II República, se abre un nuevo escenario que va propiciar un nuevo intento de ponerla en marcha. Fiel reflejo de ello es la noticia se publica en El Adelantado de Segovia el 7 de mayo de 1930, haciéndose eco de una reunión en la Cámara de Comercio e Industria de Segovia: “se ocupó de las líneas generales que se advierten en la nación, favorables a la desaparición de las trabas opuestas por el gobierno de la Dictadura al desarrollo comercial e industrial de España…” Con este criterio, informa después cómo se traslada el ministerio de Economía una instancia presentada en la Cámara por Don Andrés Mínguez, en representación del grupo creado para la instalación de una gran fábrica de cemento en Carbonero El Mayor, para que resuelva el expediente favorablemente y con prontitud.

El nuevo proyecto produce enormes dosis de ilusión tanto a nivel provincial como regional, haciéndose eco toda la prensa y dejando traslucir un sentimiento de inferioridad y de rivalidad hacia otras regiones españolas: “tanto se ha acrecentado la fobia a Castilla, precisamente en aquellas zonas en que casi toda la vida mercantil e industrial gira alrededor de la exportación de manufacturas a nuestra tierra… No había hasta el presente ni una fábrica de cementos en toda Castilla la Vieja… Hay que consignar muy alto que por iniciativa de una agrupación obrera y con el entusiástico concurso del ayuntamiento de Carbonero el Mayor… ni una sola de las fuerzas vivas ha dejado de reaccionar ante el latigazo que supone el menosprecio que públicamente se ha hecho a nuestra preparación e idiosincrasia, la terea de erigir una gran cementera que será, por su organización e instalaciones, la fábrica española más moderna”. Continúa este encendido artículo publicado en El Adelantado el 27 de diciembre de 1933 bajo el elocuente título de El resurgir de Castilla, indicando que se ha creado, para este fin, la empresa Cementos Portland Carbonero el Mayor (Segovia) S.A., y con una entusiasta descripción de las reservas de materia prima. “once millones de toneladas de piedra caliza que es, sin discusión alguna, la mejor de España a juzgar sus análisis mineralógicos exentos de magnesio”, añadiendo que las proporciones de arcilla son las adecuadas para la fabricación y subraya que el suministro agua está garantizado por parte del Ayuntamiento. Continúa señalando las bondades de este proyecto que goza del concurso de la firma danesa F.L. Smidth que ha participado “en todas las cementeras que hay en el mundo”, y sin olvidar la parte financiera, parece estar resuelta pues la empresa tiene suscrito en acciones un capital de 4.000.000 pts, que supone la cuarta parte de presupuesto requerido para levantar la fábrica.
Pocos días después, para apoyar la campaña de suscripción de acciones, se publica un nuevo y extenso artículo firmado por el ingeniero y secretario de administración de la empresa, Antonio Blanco García, en el cual carga contra las regiones “estatutistas” Vascongadas y Cataluña y recuerda el esplendor industrial de Segovia en la Edad Media “…fueron otrora lanificios o talleres de cardado de lino, de labra de sombreros, adobado de cueros o fabricación de papel”, describe el detallado análisis químico de las calizas de la muela y califica el yacimiento como único en España, “verdadera joya de nuestra provincia”. Incluye también un minucioso análisis de mercado ilustrando la situación del consumo de cemento en la región y en España; habló además de la excelente ubicación, gracias a la proximidad de la estación de ferrocarril que disminuirá los costes de trasporte haciendo que el cemento fabricado sea el más competitivo de todos. Finalmente augura que la nueva campaña de suscripción de acciones se completará en pocos días y permitirá el inicio de las obras en escasos tres meses, abril o mayo de 1934, en opinión de Antonio Blanco. Esta campaña se inició tres días después con una conferencia celebrada en el Teatro Juan Bravo que atrajo a numeroso público y captó nuevamente la atención de la prensa provincial y regional.
El proyecto había sido promovido a nivel municipal por la Sociedad Obrera de Oficios Varios “La Aurora” fundada en el municipio e integrada en la UGT y contó con el apoyo municipal a través de la corporación presidida por D. Teodoro Herrero: el 2 de abril de 1932 da luz verde al proyecto de la fábrica de cemento, permitiendo el análisis de las calizas y la valoración precisa de sus reservas. Como ya se apuntó los análisis dieron unos resultados muy favorables para la elaboración del cemento Portland y las reservas se valoraron en 180 años bajo una producción de 50.000 toneladas anuales.
Por aquellos años, la capacidad de producción de cemento en España era de 250.000 toneladas anuales con un precio de 100 pts la tonelada, -capacidad que se encontraba muy lejos de la alcanzada en países como Alemania con 7.000.000 de toneladas anuales-.
Se toma también la decisión de construcción de la fábrica al pie de La Muela frente a una segunda opción que contemplaba la instalación en las inmediaciones de la estación de ferrocarril de Yanguas de Eresma y se formaliza la constitución de la sociedad Cementos Portland Carbonero El Mayor (Segovia) S.A. con cuatro millones de pesetas en acciones de los cuales 250.000 pts son aportados por el Ayuntamiento con los derechos de explotación y servidumbre de las canteras de La Muela.
Las grandes expectativas que crea el proyecto llevaron a más de 300 familias de la localidad a suscribir acciones de la sociedad con el objeto, entre otros, de favorecer su posterior contratación como empleados de la fábrica. Las acciones, con un valor nominal de 100 pts, lograron comprometer un capital de 255.000 pts entre los vecinos de Carbonero y, al mismo tiempo, el propio Ayuntamiento aboga por la concesión de un préstamo de 3.000.000 para la construcción y la puesta en marcha de las instalaciones industriales.
En el año 1934 la sociedad realiza una intensa actividad contactando con los proveedores de maquinaria, del horno rotatorio y de la instalación del cable que habría de transportar la piedra desde La Muela hasta la fábrica; empresas alemanas, francesas y vascas mandan sus catálogos, proyectos de instalación y presupuestos. La culminación de los trabajos de estudio y del proyecto realizado por el ingeniero D. Cesar Serrano Jiménez, le valieron el nombramiento en 1934 de hijo adoptivo de Carbonero El Mayor.

de la fábrica.
Los años siguientes vienen a coincidir con el inicio de la guerra civil en España, abriendo un paréntesis de silencio en la prensa, que de forma tan entusiasta se había posicionado en este gran proyecto. La realidad fue demoledora para un proyecto que se apoyaba en la tecnología europea: la insurrección militar, la consiguiente guerra civil y la instauración de la dictadura, provocaron el aislamiento internacional de España, sumida ahora en un régimen económico autárquico que ahogaba el desarrollo de la nación.
Diez años después, el 9 de abril de 1946, se anuncia en la prensa una reunión de antiguos accionistas de la sociedad para tener un “cambio de impresiones” sobre el proyecto. Por otro lado parece que este magno proyecto, que había concitado la ilusión del pueblo de Carbonero, tiene ahora la oposición vecinal, circunstancia que mueve al director provincial de sindicatos a reunirse con el Ayuntamiento y los accionistas de la sociedad en octubre del 1950, llegando a la conclusión de que las dificultades son insuperables “para que por empresas segovianas se acometa su instalación”, y se solicita en diciembre de ese mismo año el auxilio del Instituto Nacional de Industria para que se haga cargo del proyecto.
La fábrica de cemento natural
La fábrica de cemento se materializa finalmente de la mano del industrial Serviliano García Muñoz quien consigue autorización para fabricar únicamente 3000 toneladas anuales de cemento natural – ello significa que no podría corregir con arcilla la composición de la muestra mineral como exigiría un proceso Portland y operaría en el horno con una temperatura mucho más baja- Este cambio empresarial obligó al Ayuntamiento a exigirle un canon 2500 pts anuales por la extracción de las calizas. En el plazo de un año levantó una modesta fábrica y consiguiendo iniciar la actividad productiva en 1949 con la rudimentaria tecnología que le permitía el aislamiento económico de la España franquista. La fábrica trabajaba con tres turnos diarios de ocho obreros cada uno y con grandes problemas técnicos que no terminaban de resolverse, al parecer, por la ineficiencia del horno rotatorio donde se calcinaba la mezcla de caliza triturada y de arcilla. Estos obreros que entonces ganaban un jornal de 16 pts diarias, veían con resignación cómo el horno no conseguía la elevada temperatura de trabajo que requiere la fabricación del cemento Portland; los escapes de material terminaban apagando el horno ante los ímprobos esfuerzos del hornero y del técnico de mantenimiento, afanándose en avivar la combustión del carbón con grandes ventiladores. Después de un año de grandes esfuerzos, el químico de la fábrica consiguió dominar el proceso en el más pequeño de los dos hornos que se instalaron en la fábrica y logró sacar un producto de buena calidad, que ya se anunciaba a la venta en la prensa segoviana.

Cuando el proceso de fabricación se encontraba en los mejores momentos, desde el punto de vista técnico, comenzaron las desavenencias entre los socios propietarios. Con una corta vida de tan solo cuatro años de actividad, los obreros comienzan a intuir que la fábrica tiene sus días contados. Esos pocos años de actividad y de grandes esfuerzos terminaron por enterrar la ilusión y las expectativas de trabajo de muchas familias que asisten a la clausura de la fábrica cuando el producto elaborado había conseguido una buena calidad y la aceptación de los albañiles, aunque a medio camino entre la cal hidráulica y el cemento Portland.
La reñida batalla para obtener los derechos de explotación
Paralelo a los proyectos de fabricación se desarrolló, durante más de cincuenta años, otra batalla que tenía como pretexto la fabricación de cemento y como objetivo el conseguir los derechos de explotación de las canteras de La Muela, que tantos elogios habían recibido sobre su calidad y cantidad de las reservas.
En esta batalla, resulta oportuno mencionar cómo la concesión de los derechos de explotación a favor de la empresa Cementos Portland, Carbonero el Mayor (Segovia) S.A. tuvo que revocar los anteriormente adquiridos por una sociedad encabezada por Andrés Mínguez Herranz, el cual mantendría después un largo contencioso contra el Ayuntamiento, accionista de la empresa, hasta que se revocaron judicialmente estos en el año 1930. Don Andrés no cesó en su empeño de conseguir estos derechos, reabriendo nuevamente el litigio por vía judicial en el año 1950, después de haber solicitado a la Dirección General de Minas y Combustibles, en marzo de 1949, una nueva licencia para instalar en el paraje conocido como el Regajo una fábrica de cemento de 70.000 toneladas anuales y haber conseguido autorización en julio de 1951. Tres años más tarde esta licencia aparece caducada en el BOE; coincidiendo con este anuncio, el Diario Pueblo, que siempre se había hecho eco de las noticias entorno a la fábrica de Carbonero, publica un nuevo artículo el 21 de agosto de 1954, hablando, en los términos grandilocuentes que eran habituales, del ya lejano proyecto que se truncó con la guerra Civil: ¿y teniendo la autorización necesaria, la materia prima y una agobiante necesidad de cemento, cómo es que la fábrica no está en marcha? Se pone en evidencia la incapacidad del sistema autárquico de nuestra economía en los años de la dictadura, ahogándose en los discursos propagandísticos de los responsables del sindicato falangista.
Con la licencia de explotación ya caducada, entra en escena Serviliano García, quien considera lesionados los derechos de explotación que le concedió el Ayuntamiento durante los años en que la fábrica estuvo en funcionamiento, presentando reclamación de los mismos y solicitando una nueva licencia para apertura de fábrica. En esta pugna por los derechos de explotación de las canteras de La Muela, aparece al final de la década de los cincuenta otros conocidos industriales segovianos, Nicomedes García Gómez, quien solicita también los derechos, acompañando esta solicitud, dos años después en marzo de 1959, con un nuevo proyecto de fábrica bajo el nombre Sociedad de Cementos Carbonero, para la fabricación de 100.000 toneladas anuales de cemento Portland. Se defiende D. Serviliano, propietario de las instalaciones cementaras ya fuera de actividad, recurriendo la concesión y solicitando la reapertura de las instalaciones.
En los años siguientes, los intereses particulares sobre la explotación de las canteras se centran en la extracción de piedra para caminos y carreteras, dejando en el olvido su uso como materia prima para la fabricación de cemento.
