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La exposición vestida: el legado de Milagros Pascual

El Palacio Provincial de la Diputación de Segovia ha abierto sus puertas a una exposición que muestra más de sesenta muñecas de la colección particular de Milagros Pascual, artesana y divulgadora de la indumentaria y la joyería tradicional segoviana desde hace más de tres décadas. El conjunto, vivo y creciente, no solo visibiliza una desconocida y amplia tipología de prendas y trajes femeninos de toda la provincia, también enlaza con las “poupées” francesas y las “wooden dolls” inglesas, representantes de la tradición histórica de vestir a muñecas con la moda imperante de un determinado periodo -siglos XVII y XVIII-. Durante cuarenta días, hasta el 30 de junio, tanto los segovianos como los visitantes foráneos podrán asistir a la “puesta de largo” de estas exquisitas obras de arte, convertidas ya en el tesoro y en el legado de Milagros Pascual.

por Esther Maganto (*)
25 de mayo de 2025
Milagros Pascual junto a varias muñecas de las expuestas. ESTHER MAGANTO.

Milagros Pascual junto a varias muñecas de las expuestas. ESTHER MAGANTO.

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Una vida, un legado
Vestir muñecas adquiridas una a una en anticuarios y a través de coleccionistas, con prendas hechas a mano y propias de la indumentaria tradicional segoviana, ha sido el verdadero reto de Milagros Pascual durante los últimos cinco años. Motivada por la pandemia, y por el placer de confeccionar dos muñecas para sus hijas -Silvia y Sonia-, inició una nueva y desbordante etapa que ha consolidado la trayectoria de esta artesana. Considerada ya como un referente provincial por la confección de monteras femeninas y por el montaje de collares repletos de joyería civil y devocional a lo largo de tres décadas, “Mila” es foco de numerosas entrevistas periodísticas y de visitas de investigadores, aunque también asesora tanto a las alcaldesas de distintos barrios de Segovia y pueblos de la provincia, como a las reinas y damas de las fiestas de la capital, puesto que resulta fundamental que vistan distintas prendas, joyas y complementos en los sucesivos actos.

Tales cometidos derivan del profundo conocimiento que sobre esta temática ha logrado reunir a lo largo de su vida, resultado de un intenso y continuo trabajo de documentación a través de numerosas fuentes atesoradas: obras y publicaciones especializadas, postales y fotografías antiguas, obras pictóricas y gráficas, además de “piezas testigo” -las originales y heredadas- y apuntes tomados de “modelos al natural” en sus innumerables desplazamientos por toda la provincia de Segovia. Por ello, y retomando sus palabras, “esta exposición se abre al público con el afán de que los segovianos disfruten de la colección tanto como yo he disfrutado en hacer cada una de las muñecas. Mi sincero deseo es que pasen a formar parte de una exposición permanente, porque todo el conjunto da visibilidad a la amplia variedad de modelos caracterizadores de la indumentaria tradicional femenina segoviana, un tema al que he dedicado más de treinta años de mi vida”.

Réplica del grabado “La Molinera de Mozoncillo”. Foto: ESTHER MAGANTO.
Réplica del grabado “La Molinera de Mozoncillo”. Foto: ESTHER MAGANTO.

Siendo una colección viva y en constante crecimiento, Pascual ha logrado vestir a las más de sesenta muñecas que ahora se exponen con una doble intencionalidad. Por un lado, la ordenación cronológica de los modelos, replicando conjuntos como el pintado en el exvoto de Carbonero el Mayor en 1749, los retratados en las fotografías de J. Laurent de 1878, o los plasmados en el regionalismo pictórico en las primeras décadas del siglo XX de mano de Sorolla, García Carrió, López Mezquita o Poy y Dalmau, entre otros. Por otro lado, la representatividad geográfica, mostrando ejemplos de numerosas localidades segovianas agrupadas en la Campiña cerealista, la Tierra de Pinares o La Sierra, dando cabida a casos concretos de Turégano, Riaza, Sepúlveda, Zamarramala y Segovia capital.

La visión del conjunto de muñecas, colocadas en soportes para su sujeción en posición vertical y con una medida que alcanza los 50 cm de altura, proporciona una sensación de unicidad, ampliando el concepto de muñeca = juguete hasta convertirlo en muñeca = objeto de transmisión identitaria a través de la indumentaria tradicional. De esta forma, Milagros Pascual supera en intención comunicativa el objetivo de las primeras colecciones de muñecas de trapo ataviadas con indumentaria “regional” que se fabricaron en España en la década de 1930, puesto que solo contemplaban un único ejemplo para representar a cada provincia, minimizando así la riqueza tipológica de cada una de ellas. Al mismo tiempo, la calidad de los materiales y el detallismo global visible en joyas y complementos, enlaza con la tradición histórica de vestir a muñecas con reproducciones de la moda imperante en un determinado periodo -caso de los siglos XVII y XVIII-, y que tuvo su ejemplificación en Europa en las “poupées” francesas y las “wooden dolls” inglesas, muñecas “viajeras” que enviadas desde París o Londres recalaron en las diferentes cortes y en los palacetes de la nobleza y la alta burguesía para mostrar, a escala, las últimas creaciones de los modistos.

Réplica del Traje de fiesta de niño/a de Fuentesaúco de Fuentidueña conservado en el Museo del Traje (hacia 1880). Foto: ESTHER MAGANTO.
Réplica del Traje de fiesta de niño/a de Fuentesaúco de Fuentidueña conservado en el Museo del Traje (hacia 1880). Foto: ESTHER MAGANTO.

Revestir de significados
En una labor ingente y diaria, y a partir de un cuidadoso trabajo manual basado en la réplica -repleto de detalles hechos a escala-, Milagros Pascual ha revestido a cada uno de los ejemplares con significados identitarios reflejados en las hechuras y cortes de las prendas, la tipología de tejidos -paños, terciopelos lisos y brochados, sedas adamascadas, algodones estampados y lanilla-, el empleo de distintas técnicas -bordado, picado, bolillo o macramé-, o la diversidad de colores de los paños producidos industrial e históricamente en la ciudad de Segovia y que quedaron fijados en armillas, justillos y manteos femeninos, principalmente. Asimismo, la obligada delicadeza exigida por las joyas ha implicado a la artesana el empleo de la plata, el coral rojo y rosa, la coralina o el aljófar, a fin de reproducir la joyería civil -hebillas y pendientes- y la joyería devocional -relicarios, cruces y medallas-. Para Pascual, “el trabajo más difícil ha sido confeccionar las prendas y los complementos a escala, puesto que el detallismo de las monteras o la joyería me ha exigido un verdadero esfuerzo. El segundo problema que he conseguido resolver es el de localizar telas, puntillas y cintas adecuadas a los modelos para replicar al tamaño de las muñecas, por lo que estoy muy satisfecha con el resultado”.

Así, los cuerpos originales de las muñecas, mullidos a base de guata y forrados en algodón, han quedado cubiertos con prendas interiores como la enagua, los pololos, las medias y las camisas; y las cabelleras, de distintos largos y colores, ahora lucen rodetes laterales trenzados, moños de picaporte, moños bajos o trenzas de diversos cabos, enmarcando la cara de porcelana y los ojos de cristal que descubre cada modelo de muñeca -seriado y sellado, demostrando su autenticidad-. Si entre los tocados se distinguen monteras de variados tipos junto a mantillas de casco, marmotas propias de la infancia y pañuelos con distintivos atados a la cabeza, entre las prendas exteriores las manos de Milagros han dado forma a cuerpos, pañuelos y toquillas para cubrir el talle, pero también a manteos y delantales de variadas formas, largos y adornos.

Dentro de las prendas de talle, Pascual ha confeccionado y bordado pecheras y puños de camisas, armillas de paño de distintos colores, jubones y justillos entallados y con haldetas, además de mantoncillos de talle con flecadura, pañoletas de algodón blanco, dengues -prenda ya perdida en Segovia- y pañuelos para colocar al cuello. En relación a los manteos, la artesana ha plasmado manteos de diferentes colores, distinguiendo los encimeros -decorados con tiranas de terciopelo, cintas de agremanes y cintería metálica-, y otros ejemplos bajeros -mostrados también como encimeros- para destacar su decoración de picados, o la combinación de telas lisas y tramadas; colocados sobre ellos, figuran a su vez delantales de diferentes colores y formas, con y sin decoraciones en su perímetro, guardando los detalles de las “piezas testigo”.

Muñecas con historia

Grabado La Molinera de Mozoncillo Avrial y Flores 1837-1840.
Grabado La Molinera de Mozoncillo Avrial y Flores 1837-1840.

Entre los referentes gráficos replicados por Milagros Pascual figuran el Traje de la molinera de Mozoncillo, dibujada por Avrial y Flores entre 1837 y 1840, así como la litocromografía con título más general, Segoviana, firmada por el francés Blanchard entre 1842 y 1848; también, el grabado de Manchón, Una churra en traje de fiesta yendo al baile, publicado en 1869 en El Museo Universal y referido a una joven aldeana de Olombrada, y la réplica basada en el retrato fotográfico de una ama de cría, fechado en las décadas centrales del Ochocientos.

De la década de 1870 destacan varios modelos tomados de la magnífica obra pictórica Baile en la aldeílla de Nieva, firmada por A. García Mencía en 1871, y también la joven segoviana reflejada en la cromolitografía del mapa de Segovia que firmó Boronat y Satorre en 1874 -todas ellas tocadas con monteras-; asimismo, en 1878 quedaron retratadas fotográficamente por el francés J. Laurent varias mujeres pertenecientes a la comitiva de Turégano, Muñoveros y Veganzones y que acudieron a los fastos reales de la boda de Alfonso XII: retomadas por Milagros Pascual, entre ellas se reconoce a Cecilia Pastor, tocada con mantilla, y quien fuera ama de cámara tureganense en la corte de Isabel II (1854), acompañada para la ocasión por tres de sus hijas -entre ellas, Isabel y Amalia Montes Pastor-.

Finalmente, entre las recientes incorporaciones a la colección pueden citarse tres ejemplos. En primer lugar, y concediendo un espacio a la nostalgia de sus vivencias en Coca -pueblo natal de Milagros Pascual-, figura una muñeca ataviada con una réplica de una pieza testigo, un manteo plisado infantil, denominado curiosamente “enchorrao” en varios pueblos de la Cañada de la Vera de la Sierra. En segundo lugar, dos trajes de Fuentesaúco de Fuentidueña: el primero, también infantil y cuyo original se conserva en el Museo de Traje fechado hacia 1880, reúne una capita, un manteo y un delantal de algodón estampado; el segundo, replica un traje de novia, caracterizado por el manteo de color oscuro decorado por una espectacular tirana de terciopelo labrado y la mantilla de casco como tocado propio de esta ceremonia.

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(*) Comisaria de la exposición. Periodista e Investigadora del Patrimonio Cultural Inmaterial.

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