Hace dos semanas salía adelante la nueva ley de fraude fiscal que el Gobierno y sus socios impusieron en la Comisión de Hacienda, y que para muchos ha pasado desapercibida. Una ley que actualmente se encuentra en la Cámara Alta en trámite de enmiendas y que, ante la mayoría que el Gobierno y sus socios mantienen en el Senado, no parece que sufra modificaciones.
Dicha ley encierra un hachazo fiscal a la vivienda, de tal forma que la reducción del 60% a la que tienen derecho los propietarios que alquilan un inmueble, la perderán, por el solo de hecho de no declararlo en la autoliquidación o por el cálculo erróneo tanto en los ingresos como en los gastos.
Además el adquirente de inmuebles por pactos sucesorios (aplicable sólo en algunas comunidades autónomas) deberá tributar en el IRPF, si transmite los bienes antes de que fallezca el causante, hecho que no sucedía hasta ahora, teniendo en cuenta además que la esperanza de vida en España es de las mayores del mundo.
También se produce un importante cambio en la valoración de inmuebles, de cara al ITP (Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales); al ISD (Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones) y al IP (Impuesto sobre Patrimonio), de tal forma que la base imponible de estos impuestos no será el valor real de los inmuebles, sino el llamado ‘valor de referencia’ que lo determinará la Dirección General de Catastro, de tal forma que deberá ser el contribuyente el que demuestre el verdadero valor, ya que el Catastro determinará el valor a partir de precios de transacciones de inmuebles, y no tendrá en cuenta el estado del inmueble al no comprobarlo in situ. En definitiva, el Catastro (el Gobierno) determinará el valor por el que debes tributar, y si no estás de acuerdo deberás pleitear, con lo que de forma silenciosa y sin aparente ruido se producirá un incremento de los valores, lo que supondrá mayor recaudación y, por tanto, un golpe maestro y un atraco al bolsillo de todos los españoles.
Y esto en manos de aquellos que no iban a dejar a nadie atrás, y no me extraña, porque no hay nadie más detrás de nosotros
Y para colmo rescatan en esta ley la llamada ‘patada en la puerta‘ de tal forma que los inspectores podrán entrar en los domicilios sin previo aviso al contribuyente, siempre que tengan una autorización judicial y se encuentre debidamente justificado, y se podrán imaginar los lectores que informe no presentará el inspector para que un juez le diga que no.
Pero lo controvertido de esta intromisión en el domicilio, es que una sentencia del TS (Tribunal Supremo) del pasado otoño, dictaminó que los inspectores debían avisar al contribuyente antes de personarse en casa, por lo que dicha reforma de la Ley General Tributaria tiene visos de inconstitucionalidad.
Una subida de impuestos silenciosa, que se sumado a la tasa sobre los servicios digitales, a la tasa sobre las transacciones financieras, a los impuestos a los plásticos, a los residuos, al diésel, a los gases fluorados, a las bebidas azucaradas, a las matriculaciones, a la circulación, a los viajes en avión, a los planes de pensiones privados, a las primas de seguros y a la nueva cotización de los autónomos se ha convertido en la nueva espada de Damocles fiscal y ruina para los españoles.
Y esto en manos de aquellos que no iban a dejar a nadie atrás, y no me extraña, porque no hay nadie más detrás de nosotros.
(*) Diputado de Vox por Segovia.
