La Escuela de Gestión y Buen Gobierno de la Diputación de Segovia recupera la presencialidad con una programación anual, que da comienzo el próximo 16 de enero, compuesta de diez cursos distribuidos en tres trimestres, en una apuesta por la participación y el aprendizaje práctico y dinámico.
Así, con el objetivo de “proporcionar las herramientas necesarias para mejorar la atención desde los ayuntamientos a los vecinos”, la diputada de Asistencia a Municipios e Igualdad, Pilar Martín, desgranó este lunes la oferta para 2024 que comprende “desde los más especializados en cuestiones técnico-administrativas, hasta los que abarcan contenidos que, para todos nosotros como representantes públicos se van a convertir en manual de cabecera” para obtener la orientación precisa en cada situación.
Actualmente, según explicó Martín, los más específicos se están terminando de perfilar y se impartirán de forma on-line y semipresencial a través de las distintas plataformas. Los que se van a impartir únicamente de manera presencial “supondrán un aprendizaje práctico y dinámico en el que la participación directa y la interacción cobrarán máximo protagonismo”. En este sentido, la diputada aseguró que los cursos programados “han sido seleccionados atendiendo a las necesidades e intereses de los ayuntamientos” y la mayoría de ellos serán impartidos por personal técnico de la Diputación, con el fin de que “la sensación de cercanía se haga efectiva con estas formaciones basadas en la interactuación”.
En esta programación, dividida en tres trimestres, con cuatro cursos en el primero, tres en el segundo y otros tres en el tercero, se contará, además, con ponentes expertos en comunicación, y con instituciones como la Fundación Mujeres, profesionales de Tragsatec, y de la Escuela Internacional de Protocolo. La sesión inaugural tendrá lugar el próximo martes 16 de enero y contará con el vicepresidente, José María Bravo, como ponente que, tras más de veinticinco años de experiencia al frente de un pequeño ayuntamiento, hablará sobre ‘Gestión de un pueblo de menos de 250 habitantes: un cajón “desastre”’.
