Recientemente el Banco de España ha publicado su informe anual 2020 y dedicando un capítulo a la ‘Distribución Espacial de la población en España y sus Implicaciones Económicas‘, donde se destaca la referencia a que España cuenta con un mayor porcentaje de territorio deshabitado y al mismo tiempo detenta una mayor concentración de la población, a diferencia del resto de los países de la Unión Europea. Lucha contra la despoblación que aparece incluida en el Plan de Recuperación, Transformación y Resilencia de la economía española, en orden a la gestión de los fondos europeos hasta el año 2023, donde se incluye la ‘agenda urbana y rural, la lucha contra la despoblación y el desarrollo de la agricultura’.
Un porcentaje mayor de territorio deshabitado y una mayor concentración de la población en nuestro país, consecuencia de las migraciones de la población más joven hacia las ciudades de mayor tamaño, derivadas de la reciente concentración de trabajadores cualificados en las grandes ciudades.
Una concentración de la población y de la actividad económica en partes de nuestro territorio que permite acceder a servicios con menor coste por persona, al mismo tiempo que facilita la interacción entre empresas y trabajadores, con la consecuente ganancia de productividad. En este sentido, de acuerdo a la información facilitada por Naciones Unidas, la población mundial residente en áreas urbanas se duplicó entre los años 1950 y 2020, pasando de un 29,6% a 56,2%. En el caso de Europea, América del Norte, Australia, Japón, el porcentaje de población urbana alcanzó la cifra del 81,4% en el año 2020, una cifra semejante a la existente en España del 80,8% en 2020.
No obstante, la diferencia deriva de que la concentración de la población en España es muy elevada en relación con el resto de los países europeos. Al propio tiempo que, como consecuencia de esa concentración de la población en una determinada superficie habitada, una amplia porción del territorio español está deshabitada, de manera que tan solo el 12,7% de la superficie de España está poblada (frente a Francia-67,8%-, Alemania –59,9%-, e Italia –57,2%-). En definitiva. España se caracteriza porque la población está concentrada en una parte reducida del territorio.
La diferencia deriva de que la concentración de la población en España es muy elevada en relación con el resto de los países europeos.
En efecto, el porcentaje de población residente en áreas urbanas ha aumentado de forma significativa en España desde 1950, resultado de las migraciones desde el medio rural a los núcleos urbanos, el llamado ‘éxodo rural’ desde el año 1950 hasta finales de la década de los 70 del pasado siglo. Un proceso que tuvo su continuación con la llegada de la Democracia en el año 1978 y la instauración del Estado de las Autonomías, aunque de una manera más lenta. La tasa de urbanización aumentó, en la primera etapa entre los años 1950 a 1991, desde el 59,6% al 79,6%, consecuencia de la pérdida de peso económico del sector agrario a favor de la industria y de los servicios. Un flujo migratorio que explica la distribución actual de la actividad económica en España, que no ha sido modificada por la actividad de las Administración Públicas entre los años 1978 y 2020. De modo que, en la segunda etapa desde los años 90 del pasado siglo hasta la actualidad, la tasa de urbanización continuó, aunque a un ritmo menor, hasta alcanzar una tasa del 80,8%. Un alto porcentaje debido a la pérdida de población de las zonas rurales por la emigración y el envejecimiento de la población. Es decir, es esta segunda etapa (1990-2020), el factor más relevante ha sido básicamente la falta de crecimiento de vegetativo en las zonas rurales (mayor número de muertes que de nacimientos), que drenó el dinamismo poblacional de los núcleos rurales a partir del año 1990 (con una pérdida de 10 puntos porcentuales de población entre 1997-2018, por ese crecimiento vegetativo negativo).
Por otra parte, si bien los municipios rurales mantuvieron migraciones netas positivas hasta el año 2009, la crisis financiera del año 2008 acentuó la despoblación rural durante los años posteriores a la crisis financiera global del año 2008, como ha ocurrido en Segovia.
El resultado es que existe un número elevado de municipios rurales en España que presentan un crecimiento vegetativo negativo en las últimas décadas, con la consiguiente perdida de población, de modo que existen 3.403 municipios en riesgo de despoblación grave, que representan el 42% de los municipios en España y con el 2,3% de su población.
A diferencia de los países de nuestro entorno, en España hay un elevado porcentaje de su territorio deshabitado, municipios envejecidos, con una alta tasa de dependencia, y un mayor peso de la agricultura en el empleo. El resultado es que los municipios rurales presentan un acceso a servicios peor que los urbanos, un peor acceso de los municipios rurales a los servicios digitales en relación con los municipios urbanos, e igualmente a los servicios médicos y educativos.
