No quieren verme bailar. Ni oírme cantar. Aunque en Primaria me dijera la profesora de música que tenía oído. Oído tengo porque oigo y a veces hasta escucho, pero lo de cantar no es lo mío.
Admiro a los que bailan, pero sobre todo a los que danzan porque entiendo que no es lo mismo. Danzar es para elegidos. Es una palabra hermosa danzar, de esas que gusta pronunciar en toda su magnitud. Perdón, que me disperso.
La danza demanda disciplina y conjunción simbiótica con la persona que tienes al lado, porque puede ser cosa de varios. Sacrificio, mejoría física y competición, como la natación sincronizada o el patinaje sobre hielo, meten a mi juicio a la danza en la lista de deportes. Y sin colisionar con su condición de arte.
Y voy a hilar la danza con la llamada a las urnas a los socios de la Sego en torno a la conversión en SAD del club. Ya lo dije en este foro: los socios están ante una gran responsabilidad. La vía del crecimiento con inyección económica externa es tentadora, pero puede ser como la noche: oscura y que alberga horrores. La clave es el presidente del club, que no concede hipotecas de interés alto y se ha ganado la confianza de la masa social. Y eso es capital, valga el símil.
Los hay, y están en su derecho, que apuestan por una estructura asamblearia que en lo deportivo da para muy poco más de lo cosechado teniendo en cuenta los pocos recursos – serio problema – que Segovia destina al deporte. Este camino ofrece menos sobresaltos. A priori.
Dejemos de lado los dramas, en cualquier caso. La Gimnástica es dura y sobrevivirá, independientemente de con lo que tenga que danzar a partir de ahora.
