Desde los altos de La Piedad, la pequeña ermita o morabito ofrece junto a las cruces construidas junto a ella uno de los paisajes más hermosos de la ciudad. Además de su valor patrimonial, posee un valor religioso que la Cofradía de la Soledad al Pie de la Cruz y el Santísimo Cristo en su Última Palabra de la parroquia de San Millán pone de manifiesto todo el año y de forma muy especial en Semana Santa, ya que es en este punto donde concluye el Via Crucis que tiene lugar en la mañana del Viernes Santo.
El celo por el cuidado y mantenimiento de este pequeño recinto religioso ha llevado este año a la cofradía a emprender su restauración, fruto de la cual ofrece una nueva imagen en su interior, donde se ha eliminado todo el revoco de cal para dejar la piedra vista, con el objetivo de sanear los muros y eliminar las humedades.
Miguel Ángel Clemente, presidente de la Cofradía, destaca el trabajo realizado por la empresa Barzabales, que ha conseguido renovar el aspecto interior de la ermita, así como incluir mejoras en los únicos elementos ornamentales que tiene, como son el azulejo con la imagen de La Soledad al Pie de La Cruz, y un cartel en el que se narra brevemente el origen de esta construcción, que data de 1463 cuando el rey Enrique IV ordenó su construcción dedicada a Nuestra Señora de La Piedad para agradecer su intercesión ante el ataque de algunos de sus enemigos cuando llegaba a Segovia procedente de Villacastín.
Clemente señaló que la ermita suele ser saneada de forma periódica por la cofradía, pero este año se ha decidido emprender una reforma más profunda, ya que la Cofradía es responsable de su cuidado y mantenimiento.
La historia señala que la ermita de La Piedad ha sido escenario de la celebración de uno de los via crucis más antiguos que se celebran en Segovia, probablemente el que más, según los documentos que maneja la parroquia de San Millán. Así, los primeros documentos que hablan de este rezo devocional lo sitúan en 1674, donde se fecha la instalación del via crucis y un primitivo calvario que en su origen fuera de madera. La consolidación de esta celebración llevó a las cofradías a encargar cruces de piedra de granito que son las que se conservan en la actualidad, y que están datadas en 1679, según puede leerse en las inscripciones que figuran en su base.
