No suele faltar desde hace algunos años este tradicional restaurante segoviano. Para esta ocasión preparó cuatro platos que acompañaron a la bodega burgalesa Buen Camino (con dirección jacobea a Santiago). A saber: crema ahumada de garbanzos, níscalos guisados, tosta de salmón ahumado y bocadillo de hojaldre. Todo ello bañado por el Roble, de apenas tres meses de madera, Noroeste, Dominio de matasapos, Tinto madera y Buencamino, respectivamente.
Eduardo y Rubén fueron los bodegueros encargados de armonizar los platos de La Codorniz con sus vinos ecológicos y familiares, pero si algo destacó en la propuesta gastronómica fueron los extraordinarios panes del obrador El Molino, de Carbonero el Mayor, aunque en realidad sus elaboraciones se pueden encontrar en muchos establecimientos de Segovia, incluido el suyo propio. Una pena que esos panes no llegaran acompañados de un AOVE, por ejemplo, de picual o cornicabra. Otra vez será.
