Segovia volvió a mirar ayer hacia su símbolo más universal. El Día del Acueducto, conmemorado cada 11 de octubre en recuerdo de su declaración como Monumento Nacional por Real Orden de Alfonso XII en 1884, llenó la ciudad de visitantes y de segovianos dispuestos a redescubrir la grandeza de la obra romana que ha desafiado siglos y conquistas.
La Concejalía de Turismo organizó una jornada de actividades con el propósito de acercar el monumento a la ciudadanía, no solo como icono arquitectónico sino también como pieza viva de la historia, la ingeniería y el entorno natural de Segovia. Entre las propuestas destacó la visita guiada al azud del Acueducto, dirigida por el biólogo David Martín.
La ruta, de unas cuatro horas de duración, permitió a los participantes recorrer el antiguo trazado del canal de abastecimiento de agua desde su punto de captación hasta las proximidades del casco urbano.
Durante el recorrido, Martín explicó cómo el sistema hidráulico romano no solo garantizó el suministro de agua durante siglos, sino que también transformó el paisaje segoviano.
El aparcamiento para autobuses habilitado en la explanada de la Fuencisla se llenó de vehículos particulares
El camino, perfectamente señalizado, atraviesa zonas de singular belleza. Desde Revenga, la senda bordea el embalse de Puente Alta, ofreciendo panorámicas de la Mujer Muerta y recordando episodios más recientes, como el nido de ametralladora de la Guerra Civil que aún se conserva junto al camino. Más adelante, los excursionistas cruzaron las antiguas caceras de Revenga y Hontoria, hasta llegar al decantador, donde el agua perdía fuerza para depositar los sedimentos antes de adentrarse en el canal principal.
De manera paralela a la visita, el Centro de Interpretación del Acueducto, en la Real Casa de la Moneda, celebró una jornada de puertas abiertas. Desde las diez de la mañana hasta las seis de la tarde, el público pudo disfrutar de maquetas, audiovisuales y paneles que detallan las técnicas de construcción romanas, los sistemas de canalización y los trabajos de restauración realizados a lo largo de los siglos. Uno de los elementos más admirados fue la escultura original de la Virgen que presidía el monumento.
Las calles del centro histórico se llenaron de grupos con guías y cámaras. Tanto fue así que en el estacionamiento de autobuses habilitado en la explanada de La Fuencisla no había un solo autocar aparcado, porque las plazas habían sido ocupadas por decenas de vehículos mientras que un par de autobuses se ‘estacionaban’ en el pequeño carril de salida desde la Cuesta de los Hoyos esperando poder recoger a los visitantes. Fue un signo más del elevado número de personas que un fin de semana más visitaron la ciudad.
