Dicen que la verdad suele encontrarse en el trayecto que va del dicho al hecho, y en el caso de la presa de La Muña, construida en 1904 en Navafría, ese trayecto es muy largo. Tanto que si hace menos de un mes del primer intento de desmantelamiento de la presa la presidenta de la Confederación Hidrográfica del Duero, María Jesús Lafuente Molinero, señalaba que “no se ejecutará ninguna fase de derribo en tanto en cuanto no se analicen meticulosamente las cuñas de sedimento retenidos en el embalse, y cuyos resultados serán hechos públicos y fundamentarán cualquier solución al futuro de la presa”, en la jornada del viernes las máquinas de Tragsa, concesionaria de las obras, volvieron a actuar sobre el embalse.
Y si en la actuación de los primeros días de julio se ‘fueron’ más de 10.000 litros (puesto que a pesar de que la CHD manifestó que solamente se habían realizado “labores de desbroce del terreno para facilitar el acceso a trabajadores y maquinaria, y crear así una plataforma de trabajo segura en el cauce”, lo cierto es que parte del muro de contención quedó destrozado puesto que también se hizo descender la lámina de agua en un metro para hacer un análisis de los sedimentos), en los trabajos que las máquinas realizaron en la jornada del viernes se ‘escaparon’ río abajo otros miles de litros de agua y lodos, toda vez que las máquinas se centraron en esta ocasión en picar el cuerpo de la presa, dañando su estructura de manera grave.
los restos de la presa demolida parcialmente no fueron retirados, sino que se empujaron río abajo
Hay que destacar que el colectivo Aguaiuris informó que interpuso una denuncia ante el Juzgado de Segovia solicitando como medida cautelar la paralización de los trabajos. Pero el hecho de que agosto sea un mes inhábil a efectos judiciales, salvo muy contadas excepciones, ha podido ser la causa de que las obras se hayan reiniciado con tanta premura.

Buena muestra de esa premura la da el hecho de que, una vez picado el cuerpo de la presa, los cascotes y restos de la misma no fueron retirados, sino que fueron empujados hacia la parte baja de la presa donde se encuentran unas pozas, un hecho que no contribuye precisamente a mejorar la calidad de un agua que, en el intervalo de tiempo que transcurrió de una actuación a otra, ha aumentado sus niveles de contaminación tal y como pudieron constatar en sus mediciones los miembros de Aguaiuris.
NO SE HAN HECHO PÚBLICOS
Amparada en la resolución de extinción de derecho del aprovechamiento en 2013 que le daba la posibilidad de restituir el dominio público hidráulico, la Confederación Hidrográfica del Duero (organismo autónomo adscrito al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico) comenzó los trabajos en la presa de La Muña, aunque las denuncias acerca del proceso que se estaba llevando a cabo, que encontraron reflejo en las páginas de El Adelantado del 9 de julio, llevaron al organismo a detener las obras alegando que se iba a proceder a “encontrar la solución más adecuada para esta infraestructura de modo que se mejore la dinámica fluvial en este tramo del río Cega”.
Sin embargo, la Confederación no ha hecho públicos ni los resultados de los análisis físico-químicos de los sedimentos del cauce que se extrajeron el 10 de julio, ni los estudios que (en teoría) debería haber realizado para valorar la idoneidad de la demolición de la presa.
A este respecto no hay que olvidar que, como señaló la propia Confederación Hidrográfica del Duero en el último comunicado que envió a los medios acerca de la presa de La Muña, “las actuaciones de retirada de azudes tienen su base legal en el Real Decreto 849/1986, de 11 de abril (…) que dice: “El Organismo de cuenca promoverá la eliminación de infraestructuras que, dentro del dominio público hidráulico, se encuentren abandonadas sin cumplir función alguna ligada al aprovechamiento de las aguas, teniendo en consideración la seguridad de las personas y los bienes y valorando el efecto ambiental y económico de cada actuación”.
