Me quedé con una frase que escuché, al tiempo que pasaba por la Plazuela Samaniego (cerrada por obras) del barrio de Nueva Segovia, la cual transmito a quien leyere por si se viere ‘afectado’: ‘no mires atrás, no es ahí donde vas’.
¿Burros?… Hubo siempre
Simplemente. Un día –no sé cual-, pasando páginas del Faro de Castilla, encontré una noticia. Ferias en Segovia del año 1892. Entre los festejos se incluía una carrera de burros. Al no definir el periódico si de dos o de cuatro consideré que, no descartando la posible equivocación, eran de cuatro patas. Lugar del espectáculo: Patio del Lagarto de la Casa Grande y con la fuente en medio, donde estaba ubicado el 4º Regimiento Montado de Artillería. Muchos espectadores….casi todos.
Los organizadores no esperaban tanto participante. Veinte burros se presentaron, por lo que hubieron de dividir la prueba en dos. Los ganadores de ambas pasaban a la final. Se jaleaba a los ’jockey’ (traducción literal del arameo). Emoción contenida. Ganó, decía la noticia, ‘Morrito’. No aparece el nombre del jinete. Lo que viene a demostrar que los importantes siempre fueron los cuadrúpedos.
La anécdota. Se habían instalado dos tribunas para acoger invitadas. Las señoras iban de punta en blanco. El sol pegaba fuerte. Las sillas eran de madera de pino –elemento al que el calor le va muy bien para que la resina salga y los pinos lagrimeen-, las señoras se sentaron y… ni una sola pudo levantarse por sí misma ¿Los vestidos?… Seguro que no tuvieron una segunda oportunidad. Disgusto morrocotudo entre los organizadores.
De banco a colegio
Este pequeño relato comienza en septiembre de 1897. En la reunión de concejales del Ayuntamiento de la capital se propone la posibilidad de construir un colegio en el ‘cogollo’ de la ciudad amurallada. Sin haber aprobado aún el tema, en la prensa local aparece un ‘remitido’ del Banco de España que pone en venta el edificio donde estuvo ubicada su primera sucursal de Segovia, en el nº 8 de la Plaza de San Facundo, hasta el 18 de abril del referido año. La subasta ‘sale’ en 17.250 pesetas. En las dos primeras convocatorias no acude nadie. Cuando se espera una tercera, siendo alcalde de la ciudad Eulegio Martín Higuera, se dirige al secretario del Banco en Segovia y le pide que pare la subasta y acepte la propuesta del Ayuntamiento de adquisición. Se acepta, tras consulta con la Central de Madrid ¿Problema subsiguiente? No hay dinero. Pasan meses, el Banco espera y el Ayuntamiento ¡por fin! consigue financiación. ‘Largo me lo fiáis’, pues no comenzó a construirse hasta el año 1929. El Colegio sigue; el Banco cambió, por tan solo unos metros, su ubicación. Ahora frente al Mercado de los Huertos (cerrado). Luego, año 2002, también cerró la sucursal bancaria; funcionarios a Valladolid; después… se instalaron las oficinas del Catastro (abierto).
Felipe II y su Corte
Quiero ‘re’ escribir lo que el cura/párroco de la iglesia de San Juan, reverendo Diego de Colmenares y Peñalosa, plasmó en su ‘Historia de Segovia’ sobre la real visita que en el año 1587 realizó Felipe II a la ciudad. Al monarca le acompañaban sus hijos Felipe e Isabel y un largo y amplio cortejo. El día elegido, miércoles 14 de octubre. En el séquito también su hermana, Emperatriz María, viuda ya de Maximiliano II de Habsburgo, emperador que fue del Sacro Imperio Romano Germánico, y ‘juntos, -describe el cronista-, realizaron diversas visitas. Primero la obra que en el Alcázar se hacía, después al Real Ingenio de Moneda, observaron en directo el labrar del oro, plata hasta convertir el metal en escudos de a ciento, y reales de a cincuenta, más para ostentación que para uso’.
Viernes y sábado, acudieron a los conventos jerónimo del Parral y dominico de Santa Cruz. El domingo, misa en la catedral, donde se desarrolló la conocida ofrenda que durante la obra del templo realizaban ‘vizcaínos y montañeses, que lucidos y juntos anticiparon el día, para que el rey, personas reales y corte viesen una de tantas ilustres y religiosas acciones como nuestra ciudad hace cada año, cada día’. Se marcharon, el lunes, camino de Valsaín, visitando el convento de San Francisco.
Ordeno y mando
Que cualquier tiempo pasado fue… diferente, no es frase que tenga connotaciones políticas. Mas, y por si estuviera equivocado se lo pregunté a mi ‘compadre’ Manolo –que sigue en el partido- y me contestó que ‘sólo faltaba’. Me dejó tranquilo de conciencia. Así que vamos al ‘tajo’.
Fue por el año 1515 cuando en las Ordenanzas de Cuéllar se describieron situaciones como las que contaré. Por ejemplo: ‘El consistorio ordena lo siguiente sobre los juegos. De aquí en adelante ningún mozo pinariego ni otra persona alguna que vaya al pinar a por leña, ni a la ida ni a la venida, ni en todo el tiempo que allá estuviera, sean osados a jugar a los naipes, ni al Chambo, ni al Mojón, ni a los Birlos, ni a otro juego ninguno que sea, so pena que el que llevare los naipes o los Birlos o los que jugaren dineros y otra cosas…
-Que a cada uno de ellos caiga en pena de 100 maravedís, siendo la mitad para las obras de la Fortaleza (Castillo), y la otra mitad para el acusador. Pudiéndose hacer pesquisa y avisar todo el año sobre el incumplimiento de la norma’.
-De dicha pena, tras el pregón de la denuncia, pague el padre por el hijo y el amo por el mozo y por el esclavo’.
