Mucho se ha comentado sobre los dos años que recientemente ha cumplido la pandemia, un aniversario que ha opacado la conmemoración de los 15 meses desde la llegada de la campaña de vacunación.
En estos momentos, la campaña está administrando la segunda dosis a los menores de 12 años y a las personas que por diversas razones no han podido o querido recibir los sueros en meses anteriores.
Si se revisa las estadísticas, pronto se cae en la cuenta de un aspecto importante: la tercera dosis presenta unas tasas mucho menores que las de las dos anteriores. En estos momentos, este porcentaje de población vacunada con la dosis de refuerzo alcanza al 51% de los segovianos, una proporción mucho menor que las de las dos primeras, que superan con creces el 80%.
¿Cuál es la razón para esta diferencia? Aunque intervienen distintas variables, la principal es la imposibilidad de que los positivos por covid-19 de la sexta ola reciban el suero de refuerzo, ya que se impuso un periodo de seis meses entre el padecimiento de la enfermedad y la posibilidad de que se aplique esta dosis extra.
La sexta ola de coronavirus ha dejado en la provincia cerca de 20.000 infecciones entre noviembre y febrero, según datos oficiales, personas que en su mayoría no han podido recibir la tercera dosis. A estos hay que añadir los menores de la campaña pediátrica, cerca de 10.000, que acaban de recibir la segunda y quedan también fuera.
El último de los grupos mayoritarios corresponde a esa parte de la población que ha decidido vacunarse con las dos primeras dosis, pero reniega de la tercera.
De esta forma, la población vacunada con la pauta completa (dos dosis salvo los que recibieron Janssen, que solo necesitaba una) se eleva hasta 128.039, el 84,86% de los ciudadanos de la provincia, lejos de los 76.048 que cuentan con las tres (o con la de Janssen más otra de ARN), el 51%. Como se puede observar esta diferencia asciende a más de 50.000 personas.
En estos momentos, la campaña administra unas pocas decenas de dosis cada día, lejos de sus mejores momentos cuando inoculaba más de 2.000 diarias en los llamamientos masivos. Por tanto, los datos son bastante estables y era el momento de acometer esta comparación que remite las bajas tasas de terceras dosis.
Preguntados por estas diferencias, desde la Gerencia de Asistencia Sanitaria señalan que durante este periodo “no se ha observado reticencias” entre la gente, o al menos no mayores que en otras fases. “Los que faltan por vacunarse con la tercera dosis en su mayoría es porque tienen que esperar” por haberse contagiado en los últimos meses, señalan desde las autoridades sanitarias, a la vez que manifiestan que la campaña para administrar la tercera dosis “se ha desarrollado con normalidad”.
Esta misma valoración realizó este jueves el portavoz de la Junta de Castilla y León, Carlos Fernández Carriedo, que reconoció que las terceras dosis de la vacuna frente al covid-19 presentan niveles inferiores respecto a la primera y la segunda y recordó que “siguen abiertos los sistemas de autocita”, tras el cierre del sistema ordinario de repescas. Afirmó que la sexta ola no ha sido tan relevante en presión asistencial, pero sí en infectados, que todavía no pueden vacunarse.
El inicio de la campaña para administrar la tercera dosis en la provincia se inició el 23 de septiembre de 2021 en las residencias de mayores, terminando hace apenas unas semanas. Aunque al principio se decidió aplicar el suero de refuerzo solo a los más mayores y los inmunodeprimidos, poco después se decidió extenderla a la población general.
En la capital, la campaña de la tercera dosis ha visto hasta tres escenarios. Se inició en el Centro covid de Padre Claret, para a principios de diciembre cambiar de aires para situarse en el Pabellón Pedro Delgado y a finales de febrero trasladarse a la Biblioteca Pública donde concluyó.
¿Y ahora qué? La idea de gripalizar la enfermedad cobra cada vez más fuerza, una idea que podría derivar en una vacunación continuada. ¿Cuarta dosis? Posible, aunque habrá que ver a que grupos afectaría o si fuese de nuevo general. Lo que está cada día más claro es que el coronavirus no va a desaparecer, por mucho que todos lo deseemos.

