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La bienmandada

por Javier Gómez Darmendrail
7 de febrero de 2024
en Tribuna
JAVIER GOMEN DARMENDRAIL
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En las Cortes Generales, los letrados emiten informes sobre aspectos relacionados con el trabajo del Congreso y del Senado, asesorando a todos los diputados y senadores. Son funda-mentales para el buen funcionamiento de las comisiones y ordenan la tramitación de las leyes para que cumplan con la más estricta legalidad. Además son personas independientes que gozan del respeto general, y aunque sus informes no son vinculantes, siempre son tenidos en cuenta y ningún diputado o senador va en contra de ellos por su solvencia y seriedad.

Pero como estamos viendo cosas nunca antes vistas, hemos asistido alucinados al cese del letrado mayor, simplemente porque alguien sospechaba que habría emitido un informe desfavorable a la tramitación de la ley de amnistía, por su inconstitucionalidad. Debido a ello, sin ningún miramiento ni vergüenza, este gobierno, que copa todo porque pretende colonizar todas las instituciones, ha puesto en su lugar a una persona que viene con el carnet en la boca dispuesto a seguir instrucciones. Este personaje se llama Fernando Galindo y su primer informe fue para dar vía libre a la tramitación de la ley de amnistía.

Sin embargo, otros letrados han hecho un informe demoledor, que he leído con interés, donde ofrecen fundadas razones para considerar la inconstitucionalidad de tal ley, y entienden que la amnistía que propone el PSOE debería ser articulada como una reforma constitucional. Es decir que, como se expresa en el artículo 167 de la C.E., debería ser aprobada por una mayoría de tres quintos de cada una de las Cámaras y sometida a referéndum para su ratificación.

Pero pese a que la ley ha sido derrotada por mayoría absoluta, la señora Armengol, que actualmente preside el Congreso, y que ya ha demostrado en otras ocasiones ser una simple aspirante a funcionaria del PSOE, ha decidido devolverla a la comisión de Justicia, pese a que los letrados más solventes sostienen que eso no es posible porque hay que volver a empezar desde cero. Pero claro, ya lo ha arreglado su fiel escudero para que la obediente Armengol pueda tomar otra opción que le permita cumplir órdenes y atenerse a las instrucciones que recibe del mando.

Es muy triste que el cargo de presidente, el más importante del Congreso y que además es el tercero en orden de importancia, detrás del Rey y el presidente de Gobierno, en vez de ejercerse con la autoridad y la dignidad debida, se rebaje a ser una sumisa —bienmandada—.

Y digo esto porque pasamos un gran bochorno al escuchar cómo desde a tribuna de oradores se llamaba prevaricadores a los jueces, incluso señalándolos con saña, y ver que la dócil y obediente Sra. Armengol era incapaz de llamarlos al orden y hacer que se borraran esas palabras del Diario de Sesiones del Congreso.
Aunque los diputados y senadores son inviolables cuando hacen uso de la palabra en el ejercicio de su cargo, la inmunidad y la inviolabilidad que son prerrogativas personales de los parlamentarios, a mi juicio también deben de tener sus límites, porque la Constitución protege los derechos fundamentales de las personas. Por tanto, lo que hicieron algunas de sus señorías podría ser un flagrante delito. A mí al menos así me lo parece, y si así fuera, podrían perder a inmunidad y ser juzgados por la sala segunda del Tribunal Supremo. He conocido a varios presidentes y estoy seguro que ninguno habría permitido tamaña felonía a un diputado desde la tribuna, sin ser llamado al orden y sin hacer que retirase sus palabras.

En todo caso, puede que terminen por aprobar un bodrio de amnistía para conseguir, el uno seguir en la Moncloa, y el otro evitar la cárcel. Pero no les puede salir bien; y además falta su tramitación en el Senado que no lo va a poner fácil. Por otra parte, en Europa ya se han dado cuenta de quién es Sánchez y empiezan a sospechar el peligro que representa para España, pero también para la propia Unión Europea. Y, por cierto, haría bien Sánchez en interiorizar el artículo 102 de la Constitución, que trata de la responsabilidad criminal del Presidente y los demás miembros del Gobierno si la acusación fuera por traición o por cualquier delito contra la seguridad del Estado. A la Constitución se la puede pisotear, pero también puede y sabe defenderse.

El hecho cierto es que al prófugo del maletero  que estaba olvidado en Waterloo,  lo han convertido en el héroe de esa traición llamada procés, y para nuestra vergüenza ha doblegado a un  presidente egocéntrico y mentiroso al que le importa solo él, y para quien España no es más que un ente que le sirve para negociar su permanencia en La Moncloa.

Pero al parecer lo único importante es la amnistía, porque este gobierno entiende que la rebelión del campo, el paro, la economía, los impuestos, la carestía de la vida, los problemas de los autónomos, la falta de inversión y otras pequeñeces no interesan a la gente; esa gente de  la que al parecer se iban a ocupar.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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