Su caso se puede considerar “diferente”. No cumple con las “características” de la mayoría de los que se dedican a esto. Nunca le había gustado. De hecho, cuando se lo encargaban en el colegio, lo entendía como una obligación. La pandemia, como no podía ser de otra forma, introdujo algún que otro cambio en la vida de Tania de Castro. Es educadora infantil. Pero perdió su trabajo. Y no solo esto: el confinamiento le despertó una afición que hasta entonces se había mantenido oculta. Le ocurrió a una edad tardía. Tenía 32 años (ahora 34). La lectura y la escritura se convirtieran en su mayor hobby. Tal es así, que acaba de publicar su novela ‘Los caminos de Alma’. Tiene una “manía”: no es la sinopsis de los libros lo que determina si lo leerá o no. Es su título. Si este se adueña de su atención, lo escoge.
‘Brújulas que buscan sonrisas perdidas’, de Albert Espinosa, fue la primera novela que le llevó a adentrarse en el fascinante mundo de las letras. “A partir de esa, fui leyendo una tras otra”, cuenta.
Su libro se gestó durante la crisis sanitaria. La idea surgió en los primeros meses. No había escrito antes. Tampoco tenía referentes en su entorno. No se atrevía a dar el paso: era un terreno “totalmente diferente” al suyo. Lo dejó apartado. Pero esto seguía rondando en su cabeza. Hasta que en enero del pasado año, se atrevió. “¿Por qué no?”, pensó. Y empezó a escribir.
Las restricciones de movilidad le hacían echar “muchísimo de menos” a sus amigas. Tiene parte de su vida en Madrid. Hace siete años que vive en La Granja. Se planteó plasmar en un libro las anécdotas y momentos que han vivido a lo largo de su relación. Solo ellas sabían de la existencia de la novela. Le animaron a hacer realidad el que hasta ese momento era un sueño por cumplir. A ellas le dedica su trabajo. También a su familia.
Tardó cerca de seis meses en escribirlo. Dedicaba unas tres horas diarias. Sobre todo, por las noches, cuando su hijo ya estaba dormido. Ese era su momento. No tenía apenas tiempo. Pero las ganas le sobraban. Tuvo que autoeditar su obra. Los autores noveles no tienen demasiadas oportunidades. Probó suerte con varias editoriales, hasta que Círculo Rojo se fijó en ella. “No sabía que era tan difícil”, reconoce. No tenía nada que perder. Ahora siente que ha ganado la partida.
La protagonista de su libro, Alma, una chica alegre y enamoradiza, recibe en poco tiempo dos noticias que le harán cambiar el rumbo de su vida. Gracias a un viaje con su familia y su amiga, encontrará de nuevo la felicidad que le habían arrebatado. Ahora ha de ser capaz de elegir su camino y dejar de lado su pasado.
Combina ficción y realidad. Aunque el único personaje que se corresponde en su totalidad con la vida real, es el que representa a su hijo Hugo. “Es lo mejor que me ha podido pasar”, asegura. Por ello, ha querido que sea él el protagonista.
Lo cierto es que los caminos de la vida son inescrutables. De Castro lo sabe bien. Tanto, que lo ha reflejado en la obra. Alma tiene que sobrellevar los problemas que sacuden su vida. Es capaz de superar cada piedra que se encuentra en el camino. Su círculo más cercano permanece junto a ella. Es esto, precisamente, lo que considera prioritario. Frente al “egoísmo” que cree que impera en la sociedad actual. Cada día, se pone como misión cuidar de quienes la quieren. No es tarea fácil.
La autora ha dejado su huella en Alma: sobre todo, en lo referido a sentimientos y emociones. Ahora trabaja en un colegio y en una tienda. Esto lo seguirá combinando con su pasión por la literatura. El libro tiene segunda parte. Está escribiéndola. Tardará en sacarla adelante. Pero lo hará.
