“Soy una persona afortunada que es consciente de todos los dones que me ha regalado la vida y que, además, los disfruto y los comparto. El poder dibujar y escribir, y el poderlo plasmar en unos libros, es un inmenso regalo. Por eso, la palabra que más sale de mi corazón y de mis labios es Gracias. Si la palabra GRACIAS no existiera, estoy segura de que me la inventaría”.
Así empieza la conversación Carmen María Hernández sobre el libro que presentará en el Centro Social El Corpus el próximo martes, 10 de junio, a las 19 horas.
La Alegría de cada día ¡Dánosla hoy! Es la séptima publicación de esta popular autora que ha descubierto el placer de publicar ya con una edad avanzada, pero que lleva escribiendo toda su vida. “Escribo por la necesidad de expresar lo que he recibido gratis, y compartirlo”.
La Alegría de cada día ¡Dánosla hoy! es un libro que ha salido contento, lleno de dibujos, lleno de color, lleno de entusiasmo, un libro para despertar todo eso que nos alegra. Un libro en el que cada cual se pueda encontrar con lo mejor de sí mismo, con eso que hace que estemos bien, que vivamos bien.
“Pero estamos en un tiempo -añade Carmen María- en que eso de ser positivo no está muy bien visto, como si el ser positivo fuera signo de inconsciencia, de ingenuidad, de candidez. Seguro que habéis oído aquella definición del optimista, que dice así: Un optimista es un pesimista mal informado. Se da por sentado que lo normal, lo lógico, es ser pesimista, colocarse en este lado de la linde desde el que la vida se contempla a través del prisma de lo negativo, de lo mal que está todo, y de que, además, no tiene arreglo. Así que alguien que, por ejemplo, no ve la calle tan sucia como la ven todos, o que cree que el día es estupendo, aunque esté lloviendo o haga frío; que cuando contempla unas flores hace que el mundo se pare; que tiene ojos para descubrir cuánta gente buena hay en el mundo a pesar de las malas experiencias… A alguien así, lo miramos con condescendencia, con una cierta sonrisa irónica, que está diciendo: ¡Pobre, y es que no se entera, vive en la inopia y míralo, tan contento!
Pero resulta que sí, que el optimista sabe que al final todos nos vamos a morir, día más, día menos, pero inevitablemente. Y puesto que esto es así, y no tiene vuelta de hoja, descubre que, mientras está vivo ¡va a vivir! Y decide que, en vez de morir cada día, va a vivirlo, va a vivir cada día como venga y a sacarle el mayor partido a eso que se le ofrece, valorando lo que hay. Y entonces descubre que la gratitud le abre más los ojos a disfrutar lo que tiene, lo que es”.
Pues en este sencillo libro está la Alegría, ésa que está en el alma, al despertar, antes de que las preocupaciones de la vida se nos amontonen en la cabeza y en el corazón. Justo en ese instante previo a estar del todo consciente. “Esa Alegría que no me la doy yo, que está ya en mí -subraya Carmen María- esa Alegría maravillosa de parar, del darse cuenta, del agradecer… Sería estupendo que lo que he dibujado y escrito en él, os sirviera para ver, para reconocer esa Alegría que es la secreta hermosura de las cosas, esa hermosura que está más allá de mi estado de ánimo, de los acontecimientos, del tiempo que haga… como si os regalaran un balcón desde dónde poder ver todo, y sobre todo verse a uno mismo a una cierta distancia, como un observador”.
¿Es un libro religioso? Porque el título recuerda al Padre Nuestro.
“Pues no, no lo es. Es verdad que esa oración la aprendemos todos desde pequeños y luego, a lo largo de la vida, en momentos críticos, se nos dice sola para consolar nuestra impotencia, nuestro dolor, nuestra soledad… Y en ella pedimos El pan de cada día ¡Dánosle hoy! El pan de cada día significa lo más necesario, lo más imprescindible para la existencia, aquello sin lo que no podemos vivir… Y yo siento que el respirar del alma, sin lo que no puede vivir, es la Alegría. La Alegría que da color a las cosas, llena de música al aire, infunde aliento al palpitar del corazón.
¡Con la Alegría, podemos con todo!”.
