La presidenta interina de Kirguizistán, Rosa Otunbáyeva, visitó ayer la ciudad de Osh, donde el pasado día 11 estallaron choques étnicos que podrían haber dejado cerca de 2.000 muertos, y prometió que las autoridades harán todo por su pronta reconstrucción.
«Cueste lo que cueste, reconstruiremos Osh, para que la gente vuelva a sus hogares», proclamó Otunbáyeva durante una visita a un hospital, donde departió con heridos en los enfrentamientos.
Aunque el Ministerio de Sanidad kirguís ha informado de 191 muertes confirmadas por la ola de violencia, la propia Otunbáyeva declaró que la cifra real es varias veces más elevada, ya que tradicionalmente los deudos entierran a sus difuntos sin certificar la muerte en el hospital. «Sin duda, los muertos son más… Yo multiplicaría por diez las cifras oficiales», sostiene Otunbáyeva en una entrevista publicada ayer por el diario ruso Kommersant.
La presidenta interina arribó a Osh, conocida como la capital del sur, a bordo de un helicóptero militar que aterrizó en la plaza central de la ciudad, frente al Ayuntamiento. Tras visitar a los heridos, se reunió con un grupo de mujeres en la plaza, a las que aseguró que dentro de un par de días serán levantadas las barricadas que mantienen todavía aislados varios barrios donde viven ciudadanos kirguises de etnia uzbeka.
«Prometemos que dentro de dos días toda la ciudad estará bajo control y no habrá lugares cerrados», dijo, por su parte, el comandante militar de Osh, Kursán Asánov.
Otunbáyeva agradeció la política de no intervención del vecino Uzbekistán, que ha acogido como refugiados a cerca de 10.000 ciudadanos kirguises de etnia uzbeka.
«Esta postura ha permitido mantener la estabilidad en la zona», señaló la jefa del Gobierno provisional en una reunión con las autoridades de la ciudad y la provincia de Osh. Reveló que el presidente de Uzbekistán, Islam Karímov, le prometió en una conversación telefónica que «ni un solo soldado armado entraría en Kirguizistán», y agregó: «Y así fue».
Según el Ayuntamiento de Osh, durante los disturbios fueron quemados y saqueados 33 edificios de viviendas, 17 comercios y 7 restaurantes. «Estos son datos preliminares, los daños reales pueden ser mucho mayores», aseguró una fuente del Consistorio.
La visita de Otunbáyeva a Osh se produce en el tercer y último día del duelo nacional decretado por el Gobierno provisional kirguís en memoria de la víctimas de los enfrentamientos étnicos. Las autoridades han denunciado que la ola de violencia fue provocada por allegados del depuesto presidente Kurmanbek Bakíev, refugiado actualmente en Bielorrusia y cuya extradición reclama Biskek.
Al día siguiente del estallido de los disturbios, el viernes de la semana pasada, Otunbáyeva admitió que el Gobierno provisional se veía desbordado por la situación y pidió a Rusia el envío de fuerzas de paz a la zona de los disturbios.
Moscú desestimó la petición de la mandataria con el argumento de que el conflicto en el sur de Kirguizistán es un «asunto interno», aunque abrió la posibilidad a que la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) estudiase la solicitud.
La OTSC, además de Rusia, la integran otras seis antiguas repúblicas soviéticas: Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguizistán, Tayikistán y Uzbekistán.
