La Plaza Mayor registró en la vispera de San Pedro el ambiente de las grandes ocasiones donde cenenares de personas presenciaron el concierto de Kiko Veneno, que trajo a Segovia las canciones de su último elepe «Dice la gente», aderezadas con algunos de sus éxitos más clásicos.
Con el alma encogida aún por la decepción de la capitalidad europea, los segovianos tardaron en entrar en la propuesta musical del más andaluz de los catalanes, que con su disco retoma la senda del rock con raíces que le ha dado importantes éxitos a lo largo de su dilatada carrera.
Veneno tuvo que luchar con un público bajo de ánimo y en ocasiones incluso poco respetuoso con su propia actuación, pero consiguió sobreponerse para imponer su propuesta y hacerles entrar en ella sin ningún tipo de dudas.
También tuvo que superar algún problema con el sonido que le hizo sentirse incómodo en algunos momentos. Finalmente, todos pudieron disfrutar de canciones como «los delincuentes», «Joselito» o «Superhéroes de barrio», mezcladas con otras nuevas y muy hermosas, como la que da nombre a su último trabajo discográfico.
Porque Kiko es mucho Kiko y supo hacer de la necediad virtud centrándose única y exclusivamente en la música y abstrayéndose de todo lo superfluo.
Vestido de blanco inmaculado, desgranó casi todas las canciones de su nuevo trabajo discográfico que deja perlas como “La chispa” o “Campeones de la suerte”, en las que recupera la esencia del sonido y de la forma de entender el rock que le han convertido en uno de los músicos imprescindibles para entender su historia en la veterana piel de toro.
Además de su talento natural, Kiko Veneno siempre ha sabido rodearse de buenos compañeros de viaje, algunos de ellos de la talla de Raimundo Amador o más recientemente Los Delinquentes. En su concierto de ayer, el músico exhibió un sólido conjunto con una magnífica base rítmica y la eléctrica e hipnotizante guitarra de Raúl Rodríguez, que acompaña al músico desde hace16 años y que lleva el compás en su adn heredado de su madre la cantante Martirio.
Bajo estas premisas, surgen canciones tan hermosas como la que da nombre a su último trabajo, una sencilla e intensa reflexión sobre el amor y la vida, u otras que bajo el disfraz de la rumba esconden sinceras historias de amor basadas en la cotidianeidad de una cama vacía.
