Un minero leonés de 57 años de edad se dirige desde Burgos a pie hacia el Palacio de la Zarzuela para poder entregarle al Rey Juan Carlos I una carta en la que pide a su Majestad que interceda en el derribo de su casa en El Hierro (Tenerife), ante lo que considera una “injusticia manipulada por los deseos de una jueza” que, a su entender, ha interpretado la ley “como le ha dado la gana” al quitarle un terreno que era suyo, según explicó en declaraciones a la agencia Ical.
La carretera se ha convertido esta semana en el hogar de José María Fernández, un mecánico minero residente en Bilbao que participó hace años en la ‘Marcha Negra’ que protagonizaron cientos de mineros y en la que, del mismo modo, pidieron al Rey una solución al cierre de varias explotaciones mineras. En aquella ocasión, quienes pusieron sus pies en el asfalto volvieron a casa satisfechos, “con el alivio de quien ve resueltas las injusticias”, recuerda José María. Años después, este castellano y leonés residente en el País Vasco se prepara para dejar la capital burgalesa y ponerse rumbo a la localidad burgalesa de Lerma a donde espera llegar mañana para seguir su camino.
Toda marcha tiene un fin y en su caso, el objetivo es evitar que le derriben una casa que José María a construyó hace cuatro años en la isla de El Hierro (Tenerife). Todo empezó hace cosa de siete años cuando José María le cedió a un vecino una parte de un solar para que éste pudiera acometer unas obras. Meses después, el vecino en cuestión se negó a devolverle el terreno y no sólo se quedó con él, sino que denunció a quien hasta entonces, y tal y como figuraba en las escrituras, había sido el dueño de aquel camino tan disputado, el propio José María. El incidente derivó en un juicio, que la Audiencia Provincial de Tenerife dio por concluido este mismo año con sentencia favorable para el vecino que le había “robado” el terreno. “Una verdadera injusticia”, recalca este minero que no pierde la esperanza de que el Rey pueda escuchar su petición. “Sé que tendrá mejores cosas que hacer, pero espero que al menos pueda echarle un vistazo a toda la documentación que le llevo, especialmente a las escrituras, que son las que demuestran que el terreno es mío”.
En el peregrinar que espera concluir el lunes de la próxima semana cuando llegue a la capital, reconoce que ha pasado por todo tipo de momentos. Reconoce que uno de los días más duros fue ayer, porque su familia le comunicó por teléfono que ha llegado la orden de derribo que le obliga a tirar un muro de su casa. “Se me ha venido el mundo encima”, declaró emocionado.
