El día del Corpus quiere ser para la sociedad una fiesta de fraternidad y de caridad. La caridad es un valor humano que se vive, como proclama la revolución francesa, desde la fraternidad: libertad, igualdad y fraternidad están presentes en la justicia y la caridad. Por eso CARITAS dice hoy “somos oportunidad (don) y somos esperanza”
¿Es posible conjugar la justicia y la caridad como principios que guíen la vida social y política? Ambos conceptos parecen entrañar una tensión, pero son en realidad complementarios y necesarios para comprender el ideal social. A partir de la encíclica Caritas in veritate se aclaran algunas preguntas que surgen sobre la relación entre estos valores.
Hay personas que preguntan, no porque quieren saber la respuesta, sino porque quieren saber a quién tienen delante. Eso hacen los fariseos cuando le preguntan a Jesús cuál es el mandamiento más importante. Él les dice que hay dos y que el más importante es “amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”. El segundo mandamiento es equivalente al primero: “Amarás al prójimo como a ti mismo”. La enseñanza nueva y fundamental de Jesús consiste en integrarlos.
Es posible que una familia, una comunidad religiosa, una asociación de vecinos, que hacen del servicio su mandamiento principal, viva en tensión con la justicia, pues el amor se da gratuitamente y la justicia se imparte según principios; el amor se ofrece y la justicia se aplica y lo que se da por amor puede ser más (o menos) de lo que la justicia exige. Se podría decir que la justicia es necesaria cuando falta el amor. La necesidad de justicia muestra falta de amor.
La fraternidad es amor al prójimo —no mera amistad— y, al igual que la justicia, es una propiedad deseable de una comunidad política. No es trivial entonces preguntarse por la relación entre la justicia y la fraternidad, que suscita muchas preguntas. Por ejemplo, en la medida en que aspiramos a una comunidad política fraterna y en convivencia ¿estaríamos aspirando a que una comunidad política sea también una comunidad amistosa? ¿Podría pensarse que allí donde hay una comunidad de amigos no hay, por ello, una comunidad política? ¿Diríamos también que, cuando aspiramos a la fraternidad, aspiramos a que la justicia no sea ya necesaria, o diríamos que la fraternidad misma es justicia? Me temo que los políticos de hoy no buscan ni fraternidad ni justicia sino competencia ya que unos están en contra de otros.
Benedicto XVI, en Caritas in veritate (CV), propone una manera de concebir esta relación, haciendo de la justicia y de la caridad dos elementos que, si bien se distinguen, serían constitutivos uno del otro. Ya que no es evidente el modo en el que justicia y fraternidad deberían relacionarse, ¿cómo explicar esta relación constitutiva? :“La caridad va más allá de la justicia, porque amar es dar, ofrecer de lo ‘mío’ al otro; pero nunca carece de justicia, la cual lleva a dar al otro lo que es ‘suyo’, lo que le corresponde en virtud de su ser y de su obrar”. En el contexto de esta discusión, el término “justo” se entiende a partir de la idea de bien común y sus respectivas exigencias: “Tales exigencias atañen, ante todo, al compromiso por la paz, a la correcta organización de los poderes del Estado, a un sólido ordenamiento jurídico, a la salvaguardia del ambiente, a la prestación de los servicios esenciales para las personas, algunos de los cuales son, al mismo tiempo, derechos del hombre: alimentación, habitación, trabajo, educación y acceso a la cultura, transporte, salud, libre circulación de las informaciones y tutela de la libertad religiosa”.
Por otra parte, incluso cuando entendemos la justicia como una virtud y no como el mero acatar una norma, parece razonable sostener que dicha virtud implica tener la capacidad para establecer relaciones de proporcionalidad, de modo que dar a alguien menos o más de lo que es proporcionado sería cometer injusticia.
De manera que no se trata sólo de mostrar cómo justicia y caridad pueden ser integradas conceptualmente mediante la idea de fraternidad, sino cómo esta última contribuye a dar forma a una concepción de la justicia. Por eso CARITAS nos dice “ven y verás: somos don y esperanza
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* Catedrático emérito
