Acompañada por toda su familia, que está integrada por tres hijos, siete nietos y ocho biznietos, Justa Sacristán Benito, cumplió el pasado sábado sus cien años de edad.
El cumpleaños se convirtió en todo un acontecimiento en el pueblo de Cabezuela, donde el grupo invitó a todos los vecinos a compartir un refresco y dulces en el edificio municipal de La Panera.
Previamente se ofició en la iglesia parroquial una misa en la que una de sus nietas relató brevemente la larga trayectoria vital de la abuela, y destacó algunos rasgos de su personalidad, que la han permitido ganarse el aprecio de todos los vecinos a lo largo de su vida. Todos los familiares se unieron luego en una comida que se celebró en Turégano, uno de los puntos donde se han afincado sus descendientes, así como en Segovia, Madrid o Cantalejo, entre otros puntos, así como en su pueblo natal, Cabezuela.
Fue allí donde llegó al mundo y donde labró su vida, no exenta de dificultades. Nacida en Cabezuela un 6 de agosto de 1911, Justa Sacristán Benito, pertenecía a una familia de agricultores. Tiene antecedentes familiares en Valdesimonte y en Moradillo de Roa, lo que la servido para que la familia se ganara el apelativo de ‘los riberas’.
Se casó a los 29 años de edad con Teófilo Sacristán Rincón. Pero enviudó joven, con 49 años, una inesperada circunstancia que la obligó a trabajar duro en el campo para sacar adelante, ella sola, a sus tres hijos, dos varones y una chica. Ya anciana cayó enferma. Y tan grave fue su estado que tras quedar hospitalizada y examinarla la enviaron a casa para descansar en paz de forma irremediable. Sin embargo, atendida por sus hijos, se recuperó. En una visita posterior al médico ella preguntó al doctor si se acordaba de ella, y le dijo que era aquella mujer a la que había enviado a casa para morir. “No lo puedo creer”, respondió el galeno.
Tres décadas después ha celebrado el llegar al siglo de vida. Con algunas facultades mermadas por el desgaste de los años, ha perdido algo de capacidad auditiva, y parte de la vista, aunque sigue leyendo. Pero sobre todo ha conseguido reconocer a todos sus descendientes y sentirse, como ha sido, una gran cabeza de familia.
