El Adelantado de Segovia
jueves, 4 diciembre 2025
  • Segovia
  • Provincia de Segovia
  • Deportes
  • Castilla y León
  • Suplementos
  • Sociedad
  • Actualidad
  • EN
El Adelantado de Segovia

Julio Montero (*) – Los cobardes se disfrazan de prudentes

por Redacción
8 de enero de 2020
en Opinion, Tribuna
JULIO MONTERO
Compartir en FacebookCompartir en XCompartir en WhatsApp

Puedes besar a la novia

Sin pagar, ni pedir perdón

La burbuja de Pedro Sánchez

Parece que los prudentes son gente tarda en actuar, desconfiada, calculadora, que no se casan con nadie ni se mojan con nada, poco dignos de confianza… y, casi siempre, cobardes. Cuando una madre dice a su hijo que sea prudente le está aconsejando que no se meta en líos, que no actúe, que no se las dé de valiente.

A mí se me fijó sin embargo la idea de la prudencia como la auriga de las virtudes. Una mujer, guapa y atractiva desde luego, pero fuerte, lista y decidida (con aire de Minerva) que manejaba las riendas de un carro de guerra con una mano y en la otra esgrimía un látigo por si fuera necesario. Y el carro lo tiraban con una fuerza endemoniada tres caballos de aúpa: la fortaleza, la justicia y la templanza ¡Como para que la conductora fuera cobardica o poco decidida!

Es prudente quien tiene inteligencia suficiente para analizar bien las situaciones, capacidad para establecer los medios y su orden y la decisión firme para poner aquello en práctica. Y no hablo únicamente de militares, ni de políticos, ni siquiera de profesores y padres. Porque todos hemos de ser prudentes en nuestra vida diaria.

La prudencia empieza por la inteligencia: determinar bien cual es (o debe ser) el objetivo de una acción, programa o proyecto. Con tontos no vamos a ningún lado y con un churro no hay modo de hacer palanca. No es que los de mayor coeficiente intelectual sean los más prudentes. Basta con la capacidad de análisis suficiente. Además, hay muchas formas de ser inteligente: la prudencia exige ser realista en los análisis y se apoya necesariamente en tener los datos precisos.

Lo fundamental de la prudencia es acertar con el objetivo. Como te confundas en eso la inteligencia solo sirve para que seas un sinvergüenza de mayor tamaño y densidad. Pero si la meta que se fija es honrada, buena y positiva lo que importa es acertar en qué medios hay que poner y cuándo. Y ahí la inteligencia debe acompañarse de valentía y decisión, porque la mayor parte de las veces todo se estropea porque falta coraje para actuar con eficacia hasta el final (en la medida en que sea preciso). Dejar de limpiar una herida porque que el desinfectante escuece es de tontos y de cobardes. La prudencia lleva a actuar pronto para evitar que se extienda la infección… y hasta el final: hasta que haya quedado todo limpio.

Desde luego la fortaleza no tiene por qué ser ruda. Ser más bestia no es ser más fuerte, ni más valiente. Y tampoco hay que pensar que para ser prudente hay que ser perfecto. Basta con tener el conocimiento adecuado del caso y la posibilidad de acceder a los medios que se precisan. Los médicos, aunque estén enfermos, pueden curar y de hecho lo hacen de manera habitual. Y su prudencia en su oficio salva muchas vidas cada día.

En fin, las omisiones y retrasos no arreglan nada. Eso es falta de responsabilidad. Luego, al pretender atajar el mal que han provocado con su cobardía, llenos de miedo, encima actúan con violencia y de manera injusta.

Tampoco es prudente el astuto o el simplemente precavido. Esos, además de cobardes, son vanidosos: confían más en su inteligencia que en la de sus oponentes. Su vida es una partida interminable de ajedrez en la que se sacrifica lo que sea para dar el jaque mate al final. Como si las piezas no tuvieran ni vida, ni valor. Esos son los que acaban quemando tu casa para freírse un par de huevos.

Querer ser prudente ya es empezar a serlo. Y también se aprende. Nunca faltarán hipócritas en el mundo, pero tampoco gente que ayude con su ejemplo, consejo, orientación y acción. Muchos maestros poco importantes, en colegios y universidades, enseñaron (y enseñan hoy) a un puñado de gente grande a ser prudentes: dieron criterio, fortalecieron voluntades, supieron corregir cuando era preciso, y –sobre todo- alentaron y encendieron grandes deseos en mentes que lo supieron recibir. Mientras lo hacían no tenían ni idea de la grandeza que estaban sembrando. Pero actuaron con prudencia, cumplieron con su deber de maestros, de padres, de líderes. Necesitamos prudentes y quitarnos de encima a mucho cobarde.

—
(*) Catedrático de Universidad.

Compartir en Facebook122Compartir en X76Compartir en WhatsApp
El Adelantado de Segovia

Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

  • Publicidad
  • Política de cookies
  • Política de privacidad
  • KIOSKOyMÁS
  • Guía de empresas

No Result
View All Result
  • Segovia
  • Provincia de Segovia
  • Deportes
  • Castilla y León
  • Suplementos
  • Sociedad
  • Actualidad
  • EN

Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda