Los libros siempre han sido una pasarela que nos llevan a otras ciudades, a otros mundos o a situaciones que nos gustar”ía vivir. Son ventanas a otras vidas o a otra gente que no tenemos cerca, a un pasado que nos hubiera gustado experimentar. Casi desde que somos bebés nos van leyendo cuentos con los que se aprende o bien por el contenido o bien por la propia experiencia del libro, cuando vamos creciendo un poco, los cuentos los vamos cogiendo nosotros de las estanterías para jugar o para enseñárselo a algún amigo.
Pero hay un click, en la primera adolescencia donde se decide si vas a estar rodeado de libros y abriéndote a aventuras más grandes o más largas, o el móvil, los cotilleos y los amigos jugando al fútbol van a ser tu casamiento, incluso pueden ser ambas cosas compatibles.
Lo que pocas veces se ve es que a estas edades los niños escojan clásicos de la estantería de los padres para ponerse a leer. Probablemente porque si son antiguos no tienen las portadas más atrayentes, o porque si conocen de su existencia saber que estás leyendo un clásico impone mucho, y la mayoría de las veces porque el lenguaje antiguo complica la lectura. Sin embargo, desde mi punto de vista, las mayores aventuras, amores y desamores se dan en novelas clásicas como El Quijote o La Celestina y es una lástima que se descubran tan tarde por los lectores.
Pero hay una persona, Javier Santillán que se ha propuesto que los adolescentes puedan acercarse a estos clásicos de una manera mucho más sencilla y que los puedan empezar a disfrutar. Se trata del fundador de la editorial Gadir, con grandes raíces segovianas aunque es nacido en Madrid. Javier redescubre los clásicos, se sienta en un despacho y lee y relee para pulir los libros, hacer aclaraciones sobre ciertos temas o resumir algunos pasajes. Con esto consigue que libros que podrían parecer como escalar una pared para un niño de 12 años, sean aventuras por descubrir.
También es un alivio para los profesores sobre todo de literatura que se hagan este tipo de adaptaciones, es una pelea menos en el aula cuando aparece un clásico en las listas de lecturas obligatorias, y es una forma de explicarlos pudiendo haberlos leído antes.
En este caso Javier se propuso adaptar El mejor alcalde, el rey de Lope de Vega y los entremeses de Miguel de Cervantes, bajo el título El retablo de las maravillas uno de estos entremeses con ilustraciones de Begoña Summers. Lo consigue con gran éxito y en El Adelantado hemos querido preguntarle por su método, por sus inquietudes y por su visión de la lectura en los más jóvenes de hoy en día.
—¿De joven te gustaba leer? ¿Te costaba leer los clásicos?
—Fui un lector normal, no especialmente motivado; mi interés por la lectura aumentó mucho con los años, y quizás podría haber sido anterior si hubiera tenido profesores que motivaran la lectura. Mi interés por los clásicos ha ido aumentando con el tiempo, a medida que iba conociendo mejor el panorama de la literatura. Retrospectivamente, echo de menos haber tenido esa motivación temprana.
—¿Crees que los jóvenes de hoy son muy distintos a los de antes?
—Creo que tienen más recursos, más libros, más pantallas, pero probablemente lo más importante sea la motivación, y en eso no sé si hemos avanzado mucho. El riesgo de perder el hábito de lectura por las pantallas y la cantidad de oferta de entretenimiento sin el esfuerzo que implica la lectura es serio, y hay que luchar contra ello.
—¿Dónde radica la complicación de la lectura de los clásicos?
—Frecuentemente son más difíciles de leer, en una primera aproximación, que los autores actuales, por cuestiones lingüísticas, estilísticas o de contexto, aunque es muy distinto hablar de clásicos del XIX que del Siglo de Oro, o anteriores. Pero casi siempre el esfuerzo adicional de su lectura compensa, porque nos enriquecen más, por algo su obra ha sobrevivido.
—¿Por qué te has propuesto estas adaptaciones?
—En nuestra colección de clásicos ilustrados para todas las edades la mayoría de los títulos no son adaptaciones, pero hay obras que requieren una adaptación para los lectores más jóvenes, e incluso vienen bien para lectores menos jóvenes. Hemos publicado adaptaciones muy cuidadas de la Divina Comedia, Orlando, La Odisea y algunos cuentos del Quijote.
Ahora se han añadido Lope y los Entremeses de Cervantes. Creo que es muy bueno que los lectores más jóvenes conozcan a estos autores, y que experimenten su lectura como algo ameno y placentero, que es lo que hemos buscado con estas adaptaciones. Los entremeses de Cervantes, además de ser pequeñas obras maestras, son muy divertidos, ofrecen muchas posibles lecturas y son una buena manera de introducir a Cervantes, posiblemente no solo para los pequeños. Solo por los entremeses, Cervantes merecería un puesto de honor en la historia de la literatura.
Además, es necesario fomentar entre los jóvenes el gusto por nuestra cultura, que es riquísima. Es posible que pensemos que nuestro Siglo de Oro está suficientemente valorado, pero no es así. Hace poco leí una encuesta de una institución inglesa sobre la valoración que hacen los distintos países de Europa de su propia cultura: de todos los países de Europa, del este, del centro, del oeste, ¿cuál era el que menos valora su propia cultura? España, con gran diferencia. Algo está fallando.
—¿No es algo de vértigo adaptar a Lope o a Cervantes?
—Es una tarea delicada, que hay que hacer con mucho cuidado y un criterio de respeto a lo fundamental de los originales; requiere documentarse mucho, manejar buenas ediciones y entender a los autores, pero si el resultado es bueno vale la pena.
—Si hubieras podido hacerle una pregunta a Cervantes en este proceso ¿Cuál hubiera sido?
—Le preguntaría muchas cosas, tuvo una vida fascinante y sabemos que fue hombre amable, lleno de ideales, de cortesía y de humor, como dice Javier Gomá y, sin duda, gran conversador; le preguntaría por Lepanto, por cómo sobrevivió a su cautiverio en Argel; sobre sus intenciones de “pasar a las Indias”, qué esperaba encontrar allí. Me gustaría tirarle de la lengua para hablar de Lope, su gran rival, al que en el fondo admiraba, – y de hecho hay en los entremeses referencia a él-. Y por supuesto le pediría que me hablara de cómo y dónde escribió el Quijote. Sobre los entremeses, le preguntaría si realmente escribió Los habladores, pues los investigadores no se ponen de acuerdo, como explico en el prólogo, aunque ahora mismo se está representando en Alcalá de Henares y en su casa natal no dudan de que sea suyo. Sería apasionante pasar unas horas charlando con él, pocos personajes ha habido tan interesantes en nuestra historia. Creo que Julián Marías no se equivocaba cuando decía que Cervantes nos da la clave de lo que es España.
—De los personajes que aparecen en los entremeses ¿Hay alguno al que le tengas especial cariño?
—Quizás el soldado pobre de La guarda cuidadosa; le hemos puesto en la portada del libro, con su pantalón remendado; anda buscando mercedes del rey en atención a sus servicios, que no consigue, y esto recuerda un poco al propio Cervantes. También su infortunio en amores, por su pobreza, mueve a la simpatía por un personaje tan cervantino.
—Cuando estás en el proceso de adaptación de los entremeses, ¿qué es lo más complicado? ¿Dónde hay que poner el foco?
—Hay que procurar entender el texto, que no siempre es fácil en obras de la época, y el contexto, para trasladarlo lo más correctamente posible al lector actual. Y por supuesto facilitar la legibilidad para el lector de hoy con respeto a lo esencial de la obra y en lo posible a la literalidad del original; en este caso, muy especialmente en los diálogos, que son geniales.
También las excelentes ilustraciones de Begoña Summers ayudan a hacer una edición atractiva.
—¿Ves estas adaptaciones como un paso intermedio para luego leer los originales?
—Desde luego, podrían serlo.
—¿Qué le dirías a los profesores de literatura sobre los clásicos?
—Supongo que los profesores de literatura ya saben lo que tienen que saber. Les diría que no pierdan el ánimo, que perseveren en su trabajo de conocerlos y darlos a conocer, y de motivar a los alumnos, y si pueden ayudarse de buenas adaptaciones, mucho mejor.
—¿Crees que deberían ser lectura obligatoria?
—Sí, desde luego, pero cuidando mucho las edades, porque existe el riesgo de atragantamiento. Y también, si se utilizan adaptaciones, seleccionarlas bien.
—Los entremeses son realmente cómicos y es un humor que llega hasta nuestros días ¿Crees que también puede hacer reír a los más jóvenes?
—Desde luego, la intención de Cervantes fue hacer reír, además de trasladar toda su ironía y su crítica de ciertas pautas y tipos humanos. Y con la adaptación se pretende trasladar todo eso y facilitar que llegue a los lectores actuales.
—¿Ponerte a escribir esta adaptación te ha conectado con tu adolescencia?
—He procurado ponerme en el lugar de un lector de 12 años, que es la edad a partir de la cual creo que puede leerse, espero haberlo conseguido. Aunque tengo amigos mucho más mayores que se han divertido también con estos entremeses.
—¿Crees que la crítica social de Cervantes se puede aplicar a la actualidad?
—Por supuesto, la vanidad, la hipocresía, la ignorancia, la soberbia, la envidia, las convenciones absurdas, el temor al qué dirán, …Todo ello sigue ocurriendo, pero pocos lo han retratado como Cervantes, que aquí lo hace además de forma desenfadada y provocando la risa del lector; los entremeses están de plena actualidad.
—¿Lo siguiente podría ser una adaptación del Quijote?
—Ya hicimos una adaptación de algunos cuentos (Los dos regidores y otros cuentos del Quijote, adaptados por Antonio Ferres). Para leer un Quijote completo en una buena adaptación, existe la de Andrés Trapiello, que es excelente.
—Ahora que estamos en enero, con los propósitos y deseos de un nuevo año ¿Cuáles son los tuyos para la editorial?
—Seguir publicando cosas interesantes y que ayuden a conocer y a valorar mejor nuestra historia, que mucha falta hace, y nuestra literatura.
Dentro de la colección El Bosque Viejo de la editorial Gadir, se encuentran clásicos adaptados como La Divina Comedia de Dante, Corazón de Edmundo de Amicis, Amor a la Vida de Jack London, Como el número 7 se volvió loco de Bram Stoker o El niño estrella de Oscar Wilde.
También existen otras colecciones en esta editorial como la de ficción, ensayo y biografía o la voz de las cosas con un amplísimo catálogo para bucear y encontrar nuevas historias o aventuras en las que sumergirse y perderse, aventuras que probablemente no estén a simple vista en las librerías mas grandes pero que tienen la misma calidad y puede ser un gran regalo en estas fechas.


