Quizás no sean buenos días para hablar de este tema, o quizás sí. En una época en la que los excesos en las comidas y las cenas están a la orden del día, hacer comentarios sobre esta cuestión puede remover demasiado la conciencia. Es verdad que un día es un día, la excepción no debe convertirse en la norma. Pero la realidad nos ofrece un panorama algo preocupante.
El estudio Aladino (Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, 2013) realizado con menores de entre 6 y 9 años de todo el país, mostró que uno de cada dos niños tenía exceso de peso con respecto a los patrones de crecimiento que establece la Organización Mundial para la Salud (OMS) y que España era el 4º país europeo de prevalencia de obesidad infantil. Más datos, los adolescentes con sobrepeso tienen un 70% de probabilidades de llegar a ser adultos con sobrepeso u obesos, así como que la obesidad tiene una gran repercusión en el desarrollo psicológico y en la adaptación social de los niños y adolescentes. O también que solo cinco de cada diez jóvenes entre 15 y 24 años consumen fruta diariamente, o eliminan las verduras de su dieta y se saltan alguna de las comidas.
Por otro lado, según otro estudio de la OMS, se encontró que en España solo el 23,7% de los adolescentes seguía la recomendación sobre la necesidad de realizar un mínimo de 60 minutos diarios de actividad física entre moderada y vigorosa. Los tiempos dedicados a realizar cualquier tipo de ejercicio motriz disminuyen mientras que aumentan los tiempos dedicados al ocio sedentario: ver televisión a la carta, usar las redes sociales o utilizar videojuegos.
Si todos estimamos que se debe hacer una promoción integral de la salud (física, psicológica y social) también deben implicarse más las instituciones afectadas en relación con la alimentación y la actividad física, en aras a reducir la epidemia del sobrepeso y fomentar los hábitos saludables.
Algunas medidas que se me ocurren pueden ser: aumentar las tasas a productos hipercalóricos, promocionar el ejercicio físico a todos los grupos de la población, obligar a ofrecer productos sanos en las máquinas de vending, incluir en el currículo educativo más contenidos relacionados con los buenos hábitos nutricionales o favorecer una mayor actividad físico-deportiva en los colegios tanto en horas escolares como extraescolares. Un niño bien formado en hábitos alimenticios y actividad física tiene más opciones de convertirse en un adulto sano.
