San Eutropio va unido a la semana cultural desde 1971. Cuenten. No me disgusta demasiado que este año no podamos celebrarla, ahora me preocupa más digerir las muertes cercanas y afrontar el desgarro que esta pandemia dejará en mi pueblo. Lo primero es la salud y el amor, a la par; sin ambos cimientos, es difícil convivir y caminar; sobre ellos, podremos recuperar el pulso, la economía y el empleo. Saldremos heridos, pero mejores.
Hoy es San Eutropio, patrón de nuestra cultura, ese valor eterno que siempre va por libre, y así ha de ser. Cuando brota desde abajo, nadie la puede frenar ni controlar. Basta con que dejen tranquilos a los creadores y alienten sus proyectos.
La cultura no necesita multitudes ni grandes presupuestos, por más que devuelve ciento por uno: nos hace más libres, menos vulnerables y quizá más buenos; nos enseña a discrepar con respeto y a convivir con los diferentes; nos ayuda a separar el grano de la paja, a saber de dónde venimos y a enraizar con la tierra que pisamos; nos impulsa al futuro y alumbra el camino; alegra nuestros días con música, imágenes, palabras… “Si se calla el cantor, calla la vida”.
Y sabe esperar. Vendrán otras 50 semanas culturales. Ahora toca sumar esfuerzos para salir juntos y vivos de esta pesadilla.
