Cada Domingo de Ramos, la juventud cristiana festeja, además del inicio de la Semana Santa, el día que la Iglesia reserva para ellos. En cada diócesis se conmemora esa fecha, mientras que Roma es el lugar donde se disfruta de la celebración principal. Sin embargo, cada dos o tres años un enclave del planeta se convierte en el punto de encuentro de los jóvenes cristianos de todo el mundo que durante varias jornadas viven su fe de manera especial a través de vigilias, eucaristías, catequesisis, encuentros y multitud de actividades de diversa índole.
Este año Madrid será la sede de la Jornada Mundial de la Juventud y, por ello, se espera que del 16 al 21 de agosto casi un millón de personas de aproximadamente 190 países participen en los actos organizados en la capital de España.
Las cifras aún no se pueden concretar porque, aunque a principios de julio los jóvenes inscritos casi llegaban al medio millón, la organización cree que muchos se apuntarán a última hora y otros acudirán directamente sin rellenar los formularios. Por otro lado, el número de voluntarios supera ampliamente los 20.000.
El acto principal de esta Jornada es la Eucaristía que el Papa Benedicto XVI celebrará en el aeródromo de Cuatro Vientos la mañana del domingo 21 de agosto. Precisamente en ese lugar, los jóvenes asistentes pernoctarán la noche del 20 al 21 una vez finalizada la Vigilia de Oración que también presidirá el Santo Padre en el atardecer del sábado.
Ese será el final de 5 intensos días en los que los visitantes -la organización les considera peregrinos- apenas tendrán tiempo para pasear por Madrid, debido a que la agenda preparada para ellos es extenuante. Oficialmente los actos comienzan el día 16 con una misa presidida por el cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela, en la Plaza de Cibeles.
El viernes 19 se celebrará uno de los actos claves: el Vía Crucis de la JMJ, en el que cada estación estará representada por un paso de la Semana Santa, llegados de distintos puntos de España.
Las catequesis ofrecidas en multitud de idiomas por los obispos se repetirán las mañanas del miércoles, jueves y viernes. También durante esos días, músicos llegados de todos los países participantes, ofrecerán conciertos con marcado carácter cristiano. Estos recitales, al igual que los encuentros con los purpurados, se extenderán a localidades como Getafe, Majadahonda o Móstoles, ya que muchos jóvenes pernoctarán allí.
Precisamente el alojamiento es una de las claves de esta JMJ. Además de las instituciones que han cedido sus colegios y polideportivos, hay que añadir las más de 4.000 familias que abrirán sus casas para acoger a los peregrinos.
legado de Juan Pablo II. Gran parte de los jóvenes que acudirán a esta cita con el Papa no son nuevos en experiencias como ésta. Muchos de los que ya rozan o superan los 30 se engancharon a estas Jornadas casi desde sus comienzos siguiendo el carisma del Pontífice de los jóvenes, Juan Pablo II. Fue él quien instituyó estas connivencias al verse sorprendido por la multitud que acudió a Roma en 1982 para el Jubileo Internacional de la Juventud. Abrumado por la respuesta, el Santo Padre, reconocido ahora como beato, les confió una enorme cruz de madera, conocida como Cruz de los jóvenes, que recorre el mundo en los meses previos a las JMJ y preside los actos principales de las mismas.
Desde entonces, Wojtyla siempre tuvo predilección por aquellas nuevas generaciones de católicos que pedían la atención de su Iglesia. A pesar de lanzarles un mensaje duro e inflexible, los jóvenes se vieron atrapados por esa mezcla de cariño y exigencia y no dudaron en seguir al Papa de Toronto a Manila pasando por Santiago o París.
